Capítulo 7... Yoonmin...

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La escena que YoonGi encontró en su habitación fue demasiado.

Era como si los angeles mismos y los demonios se pelearan para dibujar la imagen de lo más puro y pecaminoso del mundo en el pequeño, como su lienzo. 

Jimin se encontraba acostado sobre la cama, agonizando; sin embargo, la ropa interior que poseía estaba sucia. Estaba húmeda por una enorme mancha en su entrepierna, delatando lo que hizo.

El olor era irremediablemente fuerte y en cuanto abrió la puerta, las hormonas del chico le golpearon con fuerza. 

— ¡Maldita sea! —se quejó, aferrándose a cada extremo del marco de la entrada para detenerse, dejando incluso sus dedos marcados en la pared.

—H-Hyung... —chilló el pequeño, mirándolo con esos ojos de cachorro abandonado, con las mejillas rojas y muy avergonzado pero sintiéndose por dentro tan necesitado...

Suga obligó a su lobo retroceder. De ninguna manera iba a permitir que saliera y sus instintos se apoderaran de su cuerpo. Fue una enorme pelea y nunca la había tenido con su amigo interno.

No supo de dónde obtuvo fuerza para volver sobre sus talones y correr lejos del niño. Su estúpido lobo estaba desgarrando su pecho mientras sus piernas huían a toda velocidad.

Ni siquiera pensó en tomar su vehículo y conducir, las hormonas de Jimin habían golpeado tan fuerte en su sistema que estaba seguro que tendría un accidente si lo intentaba. 

Las hojas del maizal lastimaban su cara y aunque hubiese sido más fácil transformarse para dominar el terreno, estaría completamente perdido si su lobo dominaba. 

— ¡¿Quién está ahí?! —preguntó la casera y el pálido pudo escuchar como un arma era cargada, quizá una escopeta.

Era de esperarse ante tales golpes que daba contra la puerta de su casa. Él tampoco le abriría a cualquiera que llamara así.

—Soy el chico que acaba de rentarle una cabaña —jadeó intentando alejar los pensamientos libidinosos que corrían por su cabeza, por sus venas. Que endurecían su entrepierna.

Nunca antes había olido algo igual. Jimin era madera y frutos silvestres... y si antes hubiera jurado que ninguno de esos olores le gustaba, cualquiera pensaría que con tal intensidad deberían  hostigarlo pero no era así. Maldición. No era así. Era todo lo contrario. Resultaba hasta adictivo. 

— ¡¿Cuál de todos?! 

No había corrido hasta ahí para un interrogatorio, lo que necesitaba era ayuda urgente, así que sin medir su fuerza, destrozó las visagras de la puerta al empujarla. Algo golpeó su hombro. Ardor. Su lobo estaba tan desesperado que no permitió que sintiera dolor por el balazo que había recibido. 

—Lamento tanto interrumpir así —comenzó a explicar mientras se acercaba, con una mano sosteniendo la herida que empujó su hombro hacia atrás. La mujer volvió a cargar el arma— ¡No dispare!, ¡espere! —pidió al tiempo que se daba cuenta que su mano tenía sangre—. Él entró en celo... y-yo... no puedo... ¡No puedo!

La mujer frunció el ceño. No tenía idea de lo que el chico estaba hablando, hasta que notó algo inusual en sus ojos. 

— ¡Santo cielo! —jadeó acercándose preocupada—. Eres uno de ellos... —YoonGi de inmediato desvió la mirada— ¡¿Cómo quieres que te ayude?! —lo tomó con cuidado y lo hizo sentarse en una de sus anticuadas sillas del comedor. 

—A mi no... —gruñó YoonGi sintiéndose cada vez más desesperado—. El pequeño ha entrado en celo. N-necesito que vaya con él y lo ayude.

Illicit -Yoonmin-Donde viven las historias. Descúbrelo ahora