ARMIN MEIWES "EL CANIBAL DE ROTEMBURGO"

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Armin Meiwes tuvo una infancia feliz, rodeado de su familia, con padres atentos y bondadosos, y con múltiples animales que poseían en su casa en el campo. Aunque sus padres tenían problemas nunca se lo decían (para no perjudicarlo con cosas de adultos) Su padre y hermanos se marcharon cuando el era joven teniendo que quedarse a cargo de una madre muy huraña y controladora (el eligió quedarse con su madre). En su adolescencia era un joven muy inseguro y nunca hizo amigos. La soledad en que se veía inmerso lo obligó a crearse un amigo imaginario al que consideraba su hermano. Cuando creció empezó a tener deseos sexuales hacia su hermano imaginario y también hacía otros chicos. Deseaba crear un vínculo muy estrecho, considerando el comerse a esa persona como el mayor estado de unión al encontrarse así ésta dentro de él. En un momento dado se une al ejército donde es muy reconocido y admirado por sus compañeros gracias a su carisma y sentido del humor, dejando su soledad a un lado, junto con sus ideas y deseos sexuales. Tras más de diez años de milicia deja el ejército, se centró en el cuidado de su madre. Al morir esta, se siente liberado (y solo), empieza a buscar información y contactos por Internet relacionados con el canibalismo.
Así comenzaron sus primeros contactos. Primero un cocinero se ofreció a él y ofreció a dos de sus ayudantes para ser degustados. Armin habría tenido la oportunidad de matarlo y devorarlo. Sin embargo, ante las dudas de la víctima, lo dejó marchar. El banquete sólo tenía sentido si la víctima también estaba de acuerdo en ser devorada.
En el chat conoció a Bernd Jürgen Brandes, un ingeniero de Berlín. La violencia y la torturaformaban parte de los rituales sexuales cotidianos de Bernd. Se citaron primero durante un fin de semana donde pusieron a prueba sus instintos caníbales. Tras la despedida en la estación, Brandes lo pensó mejor y llamó a Meiwes para que lo recogiese. Quería probar otra vez.

Tras varias horas de conversación y caricias, Brandes quiso que el caníbal le amputase el pene. "¡Córtalo de una vez!", dijo la víctima. Al principio ambos querían que el pene fuera amputado con la boca, pero ni siquiera con el mayor esfuerzo lo consiguieron. Así que Bernd ingirió gran cantidad de alcohol y medicamentos para ya no sentir dolor. Posteriormente Bernd ingirió sus propios genitales. Meiwes cortó el pene en dos trozos y los cocinó para ambos.
Para cuando hubo terminado, su víctima estaba demasiado débil y adolorida para seguir participando. Le dio 20 pastillas para dormir y lo puso en su bañera para dejar que se desangrara hasta morir.
Las siguientes tres horas el caníbal leyó una novela de Star Trek para matar el tiempo, y una vez que su "presa" hubo perdido la conciencia lo apuñaló en el cuello para terminar de asesinarlo.
Tomó el cuerpo y lo colgó en un gancho de carne dentro de una habitación que había construido específicamente para ese fin: el cuarto del carnicero.
Con la cámara aún corriendo Meiwes tomó trozos de carne del cuerpo, lo cortó en pedazos y lo guardó en su congelador.

En cuanto a los motivos que llevaron a la víctima a ofrecerse, Armin manifestó que no entendía el sentimiento de felicidad que Bernd experimentaba. Meiwes asesinó posteriormente a su víctima en la mesa de descuartizar y grabó todo en cámara de vídeo, fue un video de 2 horas donde se veía toda la macabra escena de principio a final. Descuartizó el cuerpo y conservó la carne, consumiéndola durante los próximos 10 meses el canibal se alimentó con el cuerpo de Bernd llegando a consumir más de 18 kilos de carne humana.
Los meses siguientes los pasó buscando nuevas víctimas. Esta actitud fue la que condujo a la policía a desenmascararlo. Un estudiante universitario denunció a Meiwes, dijo que este aseguraba en diversos foros haber probado la carne humana. En el recuento de respuestas se registraron varios centenares de víctimas, dispuestas a dejarse devorar por un caníbal. La policía lo arrestó un año después del asesinato.
El veredicto de los psicólogos y psiquiatras muestra que Meiwes no estaba loco cuando cometió el crimen, de hecho sus análisis mentales salieron completamente limpios.

La fiscalía quiso juzgarlo por asesinato con motivos sexuales e imponerle cadena perpetua. El problema es que la víctima dio su consentimiento al asesino y la defensa usó este argumento para que se considerase como homicidio a petición, una especie de eutanasia ilegal, lo que llevaría a una sentencia de entre 6 meses y 5 años, anulando la consideración de que fue un asesinato.
Según el profesor Arthur Kreuzer del instituto de criminología de la Universidad de Gessen, el caso pudo marcar un hito en la historia judicial. "Es un asesinato convenido por víctima y asesino. No creo que pueda considerarse como el peor caso de asesinato premeditado" matizó el profesor. El abogado de Meiwes citó como una carta favorable que Armin dejó libres a cuatro personas que se habían ofrecido voluntarias para el sacrificio, por las dudas que mostraban. Su víctima dio el pleno consentimiento antes de que Armin lo matase.
El caso de Armin Meiwes conmovió a todo el mundo por su crueldad. Sobre todo por la popularidad que le dieron los medios de comunicación. El fallo judicial se enfrentó a problemas para condenar al acusado por asesinato pero finalmente Meiwes fue condenado a cadena perpetua por cometer un asesinato con motivos sexuales.

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