Capítulo I

5.9K 353 60
                                    

—¡_____!— eran los gritos de cierto muchacho, de cabellera azul, que intentaba encontrar a su amiga en el bosque.

Sintió un llanto a lo lejos. Le indicó a su amigo, que se encontraba acompañandolo, que lo siguiera para correr hasta allí.

Se encontraron con una _____ destrozada. Nunca la habían visto así antes. Se acercaron a ella para apoyar sus manos en su espalda para intentar consolarla. La abrazaron con fuerza. Tenían la necesidad de verla sonreír de nuevo; verla fuerte como siempre se mostraba al resto; debían escuchar sus palabras de aliento, porque la noticia también los había impactados ellos. Pero allí, quien debía superarlo primero, era ella.

Los muchachos se separaron de la castaña clara al sentir que ya no lloraba a cántaros como antes. La vieron y secaron sus lágrimas con sus manos.

Dirigieron sus miradas al suelo para hallar a Longinus, que estaba desarmado en el suelo. Valt lo tomó y lo armó para acercarselo a la chica. Ella lo tomó y lo acercó a su pecho a la vez en que aguantaba las ganas de volver a llorar.

—¿Qué ocurrió?— preguntó el rubio a la vez en que la veía con tristeza.

—Y-yo perdí ante él y t-termino yendose...— dijo entre sollozos.

—Tranquila lo superarás. Sabemos que te gustaba, pero todos debemos superar su ida— dijo el de cabellos azules intentado no flaquear con la voz.

La castaña clara dirigió su mirada a verlo y lo abrazó con fuerza. No era la única afectada. Mientras tanto, el joven Kiyama, suspiraba con pesar.

[...]

Al día siguiente, todos estaban debastados, más que nada la chica, seguida de su mejor amigo. A diferencia de él, la castaña clara no fue a desayunar ni a almorzar, ignorando su estómago pero prestando atención a su corazón. Le indicó a sus amigos que le dijeran, a Christina Kuroda, que ese día no asistiría al entrenamientos porque se sentía un poco descompuesta.

En todo momento intentaba quedarse dormida, pero no era fácil. Su cara estaba ligeramente hinchada, sus ojos rojos a no más dar y despidiendo lágrimas aún. Jamás en su vida había estado de ese modo. Estaba tapada hasta la cabeza dejando ver su rostro solamente, que observaba la ventana soltando pequeños sollozos de vez en cuando. Su posición era igual a la de un feto en el vientre de su madre, bajo sus sábanas, aún con su pijama.

Cerró sus ojos haciendo que una imagen del rubio con un mechón rojo, entre su cabellera, se hiciera presente. Su sonrisa tan linda, sus ojos reflejando su tranquilidad, su semblante tan calmado, eran lo que extrañaba en esos momentos y más esas palabras que le dijieran, como esa noche, "descuida".

Nuevamente los abrió. Corrió las sábanas a los pies de la cama y se dirigió descalza al baño. Abrió el grifo haciendo que el agua comenzará a caer así podía lavarse la cara. No debía estar así por la ida de un chico que quizás algún día iría a volver o, incluso, se iba para que alguien mejor entrara a su vida. ¿Quién sabe?

Se secó el rostro y, al mismo tiempo en que soltaba la toalla, sintió el ruido de la puerta de esa habitación siendo cerrada. Se asomó por el umbral del baño para ver de quién se trataba sin ninguna expresión, y sólo era Rantaro que había ido por algo.

—¿Te sientes mejor?— preguntó viéndola a la vez en que se dirigía a su maleta a buscar algún objeto.

—No...— dijo desanimada mientras tomaba sus codos y se apoyaba de costado en el marco de la puerta con la mirada triste, observando el suelo.

—Sé que era una mentira el que estabas descompuesta, movias tu nariz. Ésto es por Free, ¿o no?— dijo obvio mientras se incorporaba y, en una de sus manos, tenía el mango de un lanzador.

Ella suspiró pesadamente y asintió desanimada —No digas nada, por favor...— le suplicó con los ojos brillosos.

—Claro— se acercó a ella, tomó uno de sus hombros y besó su frente haciendo que la chica sonriera un poco —. "Mejórate"— hizo comillas con sus dedos libres provocando que ambos rieran bajo, para luego volver a irse.

Al estar otra vez sola, se acercó a la ventana para ver hacia el bosque. Quería tener la mínima esperanza de que él aparecería allí con la sonrisa que sólo le dedicaba a ella y a nadie más. Apoyó su frente contra el vidrio a la vez en que su respiración se empañaba en éste y depositaba una de sus manos también, con delicadeza.

Luego se dio vuelta y se dejó resbalar por la pared para terminar sentada en el suelo. Tomó sus rodillas para esconder su cabeza allí. En esos momentos no solo extrañaba a Free, sino también a su abuelo materno con sus palabras de aliento al momento de entrenarla, verla en una batalla y en su entorno familiar.

Su abuelo Tyson Granger, era su héroe. Si tuviera la oportunidad de cambiar su apellido, no lo dudaría, le sería un honor llevar el apellido de una leyenda en el Beyblade. Pero era más conocida como _____ Umari que como _____ Umari Granger.

Muy pocos conocían de quién descendía y dudaba que el rubio llegase a saber eso, no era de contarlo tanto, pero estaba orgulla.

Y se preguntaba, ¿qué diría o como reaccionaría su abuelo si se enterara que a ella le gusta el mejor blader del mundo, y viceversa?

Holisss, ¿cómo quedó?

Desde ya voy diciendo que, en los primeros capítulos, ellos no estarán juntos. Lo digo porque de seguro habrá gente que, con sólo leer esto, no regresa. Sólo digo.

Bueno, nos leemos en las siguientes actualizaciones.

Besos ♥

LO SIGO SINTIENDO |Free de la Hoya y tú|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora