Capítulo XXVI

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Y no estaba solo, venía acompañado de la pequeña hermana de la muchacha, la cual salió a abrazar a la castaña clara, quién aún no reaccionaba.

—¿Acaso ya no me quieres?— hizo un pequeño puchero la menor para alzar su cabeza a ver los ojos de su hermana mayor.

_____ estaba a punto de decir algo pero recapacitó las palabras de la menor, que había sido nombrada como Loany Umari.

—No actúes— dijo actuando estar molesta mientras se cruzaba de brazos y giraba la cabeza con sus ojos cerrados.

La pequeña, también de cabellera castaña clara, rió por ello. Como siempre, la había pillado. Y volvió a sentarse a un lado de su abuelo.

—Vaya, Tyson, no creíamos que vendrías— habló el de cabellera azul mientras veía incrédulo al nombrado.

—Estoy lleno de sorpresas— presumió el canoso hombre.

—Y de rabietas...— balbuceó su nieta mayor, algo que logró captar el blader legendario.

—¡Oye!— se quejó como el adolescente que alguna vez había sido, y que aún no dejaba de lado.

Dijeron algunas palabras más, y todo se volvió silencio, algo que incomodaba a la muchacha. Disimuladamente, volteó su mirada a los restos de su Bey que yacían en el suelo. Eso le preocupaba; sin dudas, su abuelo se había percatado de ello. Pero no hablaba.

¿Qué estaría pensado de ella ahora? ¿Qué no era responsable de cuidar un obsequio de gran valor, por segunda vez? ¿Qué no merecía a Longinus? O mejor dicho, ¿Dragoon? De todos modos, él, más de una vez, también lo había destruido. Tanto no debía de preocuparse.

Ligeramente, dirigió solo sus ojos para fijarse en el mejor blader, actual, del mundo. El rubio se encontraba firme, pero algo relajado, no como de costumbre. Y claro, volvió a su abuelo, percatándose que la mirada del hombre de tercera edad estaba sobre ese muchacho. Por eso Free de la Hoya se encontraba así.

Loany, que se estaba aburriendo, miraba a ambos que estaban por librar una feroz batalla de miradas. También notó el nerviosismo de su hermana que estaba comenzando a tener. No sabía si reír o quedarse callada. Pero, un comentario no estaba de más.

—¿El rubio es tu novio, _____?

O mejor dicho, una pregunta.

Los ojos marrones de él, y marrones claros de ella, se posaron sobre la menor. El rostro de la blader se coloró a todo lo que daba, mientras que evitaba decirle alguna cosa fuera de lugar. La niña sabía a la perfección como sacarla de sus casillas.

—¿Qué? ¿Es verdad?— Tyson Granger se incorporó de su lugar mientras avanzaba un paso.

Un problema estaba por pasar, eso también estaba más que claro.

—No señor Granger, Free es sólo uno más de nuestros amigos. No se preocupe— se colocó en frente de la chica, Valt Aoi, para defenderla.

—¡Es verdad! Y si tiene novio, ¡nosotros nos encargaremos de interrogarlo!— se señaló con su pulgar Rantaro Kiyama, también colocándose enfrente de su amiga.

Un suspiro aliviado, abandonó sus labios. Agradecía demasiado ser amiga de ese par.

Unos segundos de silencio hicieron notar como el canoso hombre se sentaba de vuelta, algo inseguro de lo que estaba pasando, pero serio. Entre Christina y Raúl, hubo una mirada de incomodidad, ese era un ambiente demasiado incómodo.

Mientras tanto, Free se encontraba con su rostro volteado, sonrojado por lo que había dicho la hermana menor de la chica que le gustaba. Intentaba no mostrarlo, realmente estaba avergonzado.

—De todos modos, no venimos a hablar de los problemas de amor de _____— le restó importancia a lo que había sucedido anteriormente.

A su comentario, sus amigos rieron de ello, mientras que algunos pocos, reían ligeramente nerviosos.

—¡Oye!

—Hablemos por lo que vine— rápidamente, el ambiente cambio ante esas palabras.

La seriedad de todos, apareció en sus rostros, incluso en la niña. Los que estaban de pie, tomaron asiento, como podían, en los sillones que quedaban. La atención de los presentes, estaba posada sobre el legendario blader.

—Tu Beyblade, _____, me llegas a decepcionar con lo que pasó con Dragoon, digo... Longinus.

Lentamente, fue bajando su cabeza apenada. Ganarse la decepción de un ser muy querido, es lo peor que ella podía obtener. Sentía como un nudo se formaba en su garganta, como sus ojos se humedecían y como las ganas de llorar la superaban.

Las piezas que habían quedado del objeto, que aún se encontraba en el suelo, fueron recogidas por Loany, quién las depositó, luego, sobre la mesa de centro.

—Ya no mereces este bey...— seria y fríamente, dijo lo que tenía que decir.

El jadeo de sorpresa de parte de los presentes, excepto el de los familiares, se escuchó entre esas cuatro paredes. No podía estar hablado en serio. El rubio no se sentía satisfecho con ello. Tyson Granger podía ser su más grande ídolo, pero tratarla así, era demasiado.

De golpe, se incorporó de su lugar, bajando sus brazos en forma de puños, mostrando un semblante molesto.

—¿Cómo se atreve a decir eso?

La pregunta del joven blader se escuchó, provocando que la mirada algunos se posaran sobre él.

Y la batalla de miradas que había sido pronosticada, sucedió.

Pero quién debía actuar maduramente allí, era el hombre. Cerró sus ojos desviando su cabeza.

—¿Acaso uno no puede poner algo de drama?— cruzó sus brazos mientras que hablaba algo molesto e indignado.

Las miradas sorprendidas de todos, volvieron a él. ¿Qué?

—En otras palabras, el abuelo te trae un nuevo bey, ·····. Sabía que esto ocurriría— dijo como si nada Loany.

—Toma— sacó de su chaqueta una pequeña caja marrón para posarla sobre la mesa, dejando a la intriga de los demás, cómo sería el Beyblade que estaba allí dentro.

LO SIGO SINTIENDO |Free de la Hoya y tú|Where stories live. Discover now