Capítulo V

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[...]

Y el día más anhelado para los bladers, había llegado. Los muchachos se hallaban dormidos aún, en cambio la castaña estaba comenzado a despertarse. Se sentó con sueño en la cama como pudo. La noche anterior se había quedado hasta muy tarde por la pijamada. Esa vez había sido más tranquila, sin la presencia de Free, todo fue distinto.

Y, como le había dicho Kitt alguna vez, solo era la primera pijama la que trataba de terror.

Dirigió la mirada al pequeñísimo reloj que estaba reposando sobre la mesa de noche. Eran las ocho de la mañana. Y se volvió a tumbar en la cama. En cualquier otro día, esa hora era bastante tarde, pero para ese día tan lindo, era super temprano.

Intentaba volver a dormir, pero le era complicado. No le quedaba de otra que levantarse, siempre que ocurría eso tenía que. Se sentó en la orilla de la cama sin hacer ruido y se dirigió a su maleta a buscar su ropa.

No la encontraba. Y fue cuando recordó que toda estaba en la lavandería del lugar. Estampó su cara entre sus manos por eso. Levantó su mirada al techo para luego dirigirla a la silla en la cual reposaba su única prenda de ropa que no había utilizado desde que había llegado.

No era una mala idea.

[...]

—Buenos días, Ange— dijo con una sonrisa la muchacha a la vez en que pasaba enfrente del desayunador de la cocina.

La mujer se dio vuelta a la vez en que le dedicaba un "buenos días", cuando vio lo que llevaba puesto.

—Pero estás divina _____, ¿por qué no lo usaste antes?— le preguntó con una sonrisa.

La castaña clara tenía su cabello suelto y su vestido le quedaba hermoso. No solía usar uno a menudo, no estaba acostumbrada, pero la vez que tenía uno puesto, le encantaba como le quedaba.

—Es que me quedé sin mi ropa habitual— sonrió la muchacha dirigiendo su mirada a por detrás de la mujer —. ¿Te apetece que te ayude?

—Tranquila, ya terminé todos los desayunos— se volteó y fue a tomar una bandeja con el desayuno del día para entregarselo a la blader.

Ésta le agradeció y se fue a comer a una mesa, esperando a que más miembros se despertarán, pero llegaba a dudarlo ya que había podido escuchar, cuando intentaba quedarse dormida, como varios pies iban y venían, y sus compañeros de cuarto no se había quedado atrás. Por eso le fue complicado dormir.

Y suspiró pesadamente. Esa noche se había acordado del rubio con un mechón rojo. No debía deprimirse, tenía que estar bien a si el de cabellera azul también lo estuviera. Cerró sus ojos a la vez en que sonreía. Los volvió a abrir y siguió desayunando.

Al terminar, se incorporó y fua a dejar la bandeja en el desayunador para tomar rumbo a al bosque, pero primero pasaría por su habitación a buscar su Beyblade.

Cuando se dirigía a abrir la puerta para retirarse del lugar, se halló con el de cabellos verdes. Él también había estado en la noche, pero como siempre, distante. La detalló con la mirada para alzar una de sus cejas confundido por la nueva vestimenta de la chica.

—¿Acaso así comenzarás a vestirte?— extrañado, le preguntó.

—No, es solo por hoy— pasó a un lado de él. Se detuvo a unos pasos, sonrió y se volteó —. Y que tengas un buen día— y siguió su camino.

El muchacho, volteó a verla alejarse con elegancia, algo que la detallaba cuando tenía un vestido. Y se volteó un poco molesto, sintiendo calor en su rostro.

_____ llegó a su cuarto e ingresó en silencio. Aún seguían dormidos. No le extrañaba.

Con lentitud y cautela, se dirigió a la mesa de noche que se hallaba a un lado de su cama. Abrió un cajón y sacó a Nightmare Longinus. Volteó a ver a sus amigos y estos ni se inmutaban por su presencia, tenían el sueño pesado en esos momentos. Rió bajo por eso, y salió de allí rumbo al bosque.

Le habían regalado algo y no debía desperdiciarlo. Iba a utilizar la arena de batallas que Free le había encargado. Iba con una sonrisa pasando entre los árboles. Tenía que admitir que amaba ese lugar desde que vio salir al rubio de allí, para luego saludarla. Una noche que le gustó mucho.

Al llegar al lugar al que iba esa mañana, vio al ciervo que solía estar junto a Free de la Hoya cuando estaba entrenando él solo. El animal, ladeó un poco su cabeza a la vez en que la veía fijamente con su mirada inocente.

La chica abrió sus ojos sorprendida por la similitud que ambos poseían. Todo de allí lo hacía recordarlo. Llevó una de sus manos a su boca a la vez en que intentaba aguantar las ganas de llorar.

Se aproximó al ciervo para abrazarlo por el cuello, a la vez en que sollozaba. Éste, como si entendiera que estaba sucediendo, apoyó su cabeza sobre la de la castaña, de lado, al mismo tiempo en que cerraba sus ojos marrones, idénticos a los del chico.

—¿Por qué todo me hace recordarlo?— dijo con una sonrisa triste, a la vez en que recordaba al muchacho, y se lo imaginaba parado enfrente de ella, con una linda sonrisa que él le acostumbraba a mostrar.

"Es mejor olvidar que seguir haciéndose daño..." 

Las palabras que algún día le dijo su abuelo luego de que, accidentalmente, ella destruyera el Beyblade que él mismo le había regalado. Dragoon se había destrozado esa vez. Ella sabía que todo lo que su abuelo Tyson le dijiera, era verdad. Por eso, renació como Longinus, Dragoon.

Sonrió a ese recuerdo.

Tal vez, debía intentarlo.

LO SIGO SINTIENDO |Free de la Hoya y tú|Where stories live. Discover now