Capítulo 9: Se suicidó

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—¿Joaquín?

—Hola, Maia, cuánto tiempo—me sonríe en respuesta, entonces confirmo que no es mi imaginación, además porque él me dijo que estaría llegando estos días.

—A ver si me ayudas vos, ¿puede ser?—se queja Valentín, quien va entrando al hotel y trae consigo todas las maletas de su hermano mayor—. Si uno te hace el favor, mínimo lo ayudás, ¿no?

—Perdón, perdón—se disculpa vezlomente y le quita parte del pesado equipaje para dejarlo sobre el sillón más cercano.

—¿Y qué hago con esto?—levanta, mejor dicho intenta elevar, en sus brazos las dos valijas restantes—. ¿Lo tiro por ahí?

—Dejalo ahí en el suelo—le recomiendo, a lo que él asiente. Prácticamente, las lanza a la alfombra donde quedan regadas—. Qué delicadeza la tuya eh…

—Joaco, ¿no querés algo de comer?—le preguntó Valentín para sorpresa de los dos.

—Sí, grac…

—Pues preparate o comprá algo—se encoge de hombros ocasionando una ligera carcajada de mí. Lo sabía, no puede haber tanta amabilidad—. Estaré en el Vivero Bar por si me necesitas aunque veo que estarás algo ocupado.

Por último, Valentín abandona el hotel dejándonos solos. Joaquín y yo mirándonos en silencio sin saber cómo empezar la conversación que nos debemos, porque necesitamos hablar sobre nosotros. ¿Qué pasará ahora? ¿Está de novio con Gala? ¿Ella también vendrá? Desafortunadamente, esas preguntas serán respondidas sólo por él, es la única persona que sabe lo ocurrido en este año. No obstante, espero tener una oportunidad en su vida, sigo enamorada de Joaquín a pesar de que no lo esté gritando a los cuatro vientos, eso nunca fue lo mío.

—¿Podemos hablar?—inicia él rompiendo la tensión acumulada en nosotros.

—Nos lo debemos—se lo recuerdo. Antes de irse en busca de la verdadera Gala las cosas entre los dos terminaron algo confusas, y eso puede traernos problemas. Por lo tanto, prefiero dejarlo todo en claro ahora, aun así salga yo lastimada tengo que aceptar la realidad—. ¿Por dónde querés empezar?

—Primero quiero desempacar, darme una ducha y después hablamos con calma, ¿de cuerdo? Estoy muy cansado, fue un viaje a escalas y no duermo bien en los aviones—lo observé no tan convencida, ¿quería postergar la charla? Sea como sea, pasará tarde o temprano y mejor que lo sepa; sin embargo, asentí.

—¿Quién más sabe que llegaste?—inquirí con curiosidad. Si no lo sabe nadie, van a llevarse una gran sorpresa cuando vengan aquí.

—Vos, Joaquín, Devi, Mary y Taylor—respondió sonriendo—. Es que me los encontré al venir, después de ellos nadie pero cenaré acá con ustedes. ¿Te quedas?

—Bueno, hoy no tengo otra cosa que hacer—le contesto con simpleza. Joaquín borra su sonrisa, toma sus maletas, se despide brevemente de mí y sube las escaleras dispuesto a buscar una habitación en la cual dormir esta noche.

¿Hice mal en ser indiferente? Sólo no quiero ilusionarme para terminar con el corazón roto por un chico.

¿Hice mal en ser indiferente? Sólo no quiero ilusionarme para terminar con el corazón roto por un chico

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