Capítulo 38: Amenaza de aborto

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Franco POV

Lo único que escuchaba era su voz. Esta, a pesar de haber despertado, sigue presente en mis oídos. Pedía que no la dejara sola y podrá sonar extraño, pero ella me llamaba papá. Nunca le conté a Azul sobre ese sueño que tuve, ya han pasado algunos meses desde entonces.

Ahora están dentro del baño, el concierto acaba de terminar hace unos momentos. Tras verla caer al suelo, mi preocupación fue inmediata. Sin embargo, estoy más tranquilo habiendo visto como pudo desenvolverse y cantar libremente. Escucharla hizo que pensara otra vez en aquel sueño extraño. Soñaba con alguien, una niña que seguro no habrá sobrepasado los once años. Ojos verdes, cabello castaño y sonrisa igual a la que seguro luciré cuando nazca Dante.

—¡Franco!—escucho gritar desde adentro. Regresa ese aterrador sentimiento alarmante, tengo miedo. Quedo petrificado imaginando cosas horribles hasta que reacciono.

Escucho sus sollozos aumentar, golpeo este pedazo de mandera denominado puerta queriendo tirarla. Tiene llave.

—¡Azul, abrime, dejame pasar!—le suplico temiendo encontrarme algo terrible del otro lado. Aunque debido al llanto, necesitaré estar preparado.

—Decime que es normal sangrar durante un embarazo—abrió finalmente dejándome tenso. Lágrimas corrían, supongo que empeoraban el estado donde se encuentra, será difícil; no obstante, debe calmarse.

—Coge tu bolso, nos vamos a la clínica—confesé articulando complejas palabras. Dante no, hemos luchado demasiado por tener algún hijo. Si perderé algo, quítenmelo. Pero jamás a mi hijo.

Pasos venían hacia nosotros, ¿habrá escuchado los chicos? Necesito que alguno esté aquí, porque tampoco quiero dejarla acá. Debo actuar rápido.

—¡Azul! ¿Qué pasó?—Maia venía corriendo, ella quiso reponderle. Y de nuevo, volvieron a oírse sollozos desconsolados—. Joder, estás sangrando—observó la sangre en algunas partes del atuendo que antes lucía sonriente.

—Llevala al doctor, date prisa—sugirió Joaquín, a lo cual asentí. Espero que no lleguemos tarde. Debemos mantener fe dentro nuestro.

—Quédense ustedes, ya vengo—aseguré saliendo apresurado. Azul gritó mi nombre, estuve a punto de regresar, pese a esto continué. Ellos corren peligro, Dante peligra, y si yo puedo salvarlo, no dudafé en hacerlo.

Corrí todos esos largos pasillos, encontrándome a Manuel y Mara. Ellos quisieron saber qué pasaba, sólo pude decirles que vayan donde el resto.

Cogí lo primero que vi y creí más importante. Teléfonos celulares, mantas, toallas, entre algunas otras cosas. Regresé de la misma forma en que salí, apresurado recorriendo pasadizos largos, los cuales justo ahora parecían no tener final alguno. Era un laberinto indescriptible, puesto que pensé estar perdido encontrándome a tan sólo unos metros. Azul intentaba calmarse, podía oír su respiración y aquella voz dulce que soñé. Aunque haya sido imposible haberla escuchado.

—¿Lista? Tengo todo aquí—asintió levantándose, traía su pequeño bolso encima suyo. Supuse que Maia y Mara habrían contribuido para que terminara rápido—. Estará bien, amor—quise garantizar con seguridad. Bastante difícil de cumplir.

—Sí, eso espero—deseó preocupada, había dejado las lágrimas pero matenía el misml semblante—. Maia, te aviso cualquier cosa—aclaró tomando mi mano.

—Joaquín está esperándolos afuera, fue a pedir un taxi—indicó ella. Si quiera tendremos donde trasladarnos, gracias. Azul y Dante tienen que estar perfectos.

—Vayan, cuidado al caminar—recomendó Mara, quien estaba junto a Manuel.

—No tenés que cantar mañana, podés hacer reposo—sonrió guardando calma. Quisiera ser más o menos así a veces, necesito mayor frialdad.

Aliados 3Where stories live. Discover now