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Capítulo 16. Mi perdición.

Crowns: Mi perdición.

Roxy cerró con un poco de fuerza la puerta de su taquilla, se dio la media vuelta y se recargó sobre estos dando un suspiro. Estaba demasiado cansada, la noche anterior apenas y pudo pegar un ojo. La charla con su hermano sobre el hechizo de amor que Mal había puesto en el príncipe le dio mucho de que pensar. La hija de Maléfica le había dado un galleta, hechizada, un hechizo de amor estaba puesto en esa combinación de masa, azúcar, harina y chocolate. ¿Era enserio que Mal había hecho eso porque estaba enamorada del heredero? ¿Realmente la pelimorada sintió la necesidad de hechizar a su hermano solo para que éste se fijara en ella?

Más encima, Ben había decidido seguirle el juego a Mal, solo porque éste también sentía lo mismo.

Eso del amor si que era algo idiota.

El primer amor de Roxy, o lo que ella pensó que era su primer amor, había sido Chad Charming. El apuesto pero tonto y mimado hijo de Cenicienta había logrado llamar la atención de la princesa hace algunos años, antes de entrar a la preparatoria Auradon. Ahora, con sus diecisiete años, Roxy se daba cuenta de que lo qué pasó con el rubio no había sido un primer amor, ni un enamoramiento. Había sido la necesidad del sentimiento de amor. Cuando conoció a Chad, éste había sido amable, tierno y cariñoso con ella, eso la había hecho sentir especial, y la heredera quería seguir sintiéndose así.

No había sido un enamoramiento.

Solo un tonto capricho por parte de una princesita puberta que no tenía ni idea de lo que era el mundo del amor, así la había llamado el hijo de Cenicienta. Y tenía razón.

Desde ese día en adelante, Roxy se dijo así misma que en cuanto a temas del amor, ella no quería verse involucrada. Decidió solo concentrarse en prepararse para ser reina, y eso de los herederos lo dejaría en manos de su hermano, pues ella no quería estar con un príncipe.

Cuando le contó esto a su madre, Belle simplemente le dijo que dentro de algunos años, cuando conociera a la persona con quien estaba destinada a estar, todas esas ideas que tenía sobre el amor se esfumarían, pues se enamoraría aunque no quisiera.

Y Roxy quedó aún más confundida.

¿Ella? ¿Enamorarse? ¿Por qué y para que? ¿Cuál era fin? Si ella nunca había sentido algo que fuera verdadero por nadie, de sus labios nunca había salido o siquiera escapado un «te amo» o alguna estupidez romántica. Roxy ya se conocía a la perfección.

El día que diga eso, será mi perdición. Pensó la princesa mientras caminaba a una de sus clases preferidas. Arte Libre. Roxy amaba dibujar y pintar, pues eso la hacía liberarse de todo. Incluso de sus sentimientos.

Pero entonces, a su mente volvió todo lo que sentía cada vez que hablaba o siquiera miraba a Evie. Se ponía nerviosa, sus manos sudaban, tartamudeaba, su corazón se aceleraba y no pensaba en otra cosa que no fuera tener cerca a la hija de la Reina Malvada, ¿sería eso a lo que su madre se había referido?, ¿se estaría enamorando aunque no quisiera?

Es que no, no y no. No podía ser posible ¡que se estuviera enamorando de una chica villana! Y lo que le molestaba no era el hecho de que Evie viniera de la isla, estaba molesta consigo misma. Sentía que estaba traicionando al reino, a sus padres, a Blanca Nieves, quien era como una segunda madre para ella, y sobretodo, sentía que traicionaba a su mejor amiga.

—Hola Beast.— Y hablando de su mejor amiga...

—Hola Snow.— Saludó la castaña-rubia con la voz pesada.

—¿Estas bien?— Preguntó acercándose más a ella. Miró su rostro, como tratando de descifrar lo que le ocurría. La postura de la princesa no era normal, y se veía inquieta, como preocupada por algo terriblemente mal.—Te ves algo... estresada, cansada.