𝐀𝐆𝐆𝐑𝐄𝐒𝐒𝐈𝐕𝐄
❝ estoy intentando arreglarlo
y tú lo único que haces es evitarme.
y no entiendo por qué... ❞
❝ porque a pesar de que quería
odiarte, no podía ❞
Hace noventa y siete años desde que una hecatombe nuclear acabó con lo que quedaba...
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Asteria solía disfrutar el silencio. Cuando sus padres trabajaban y ella se quedaba sola en casa, se dedicaba a disfrutar en silencio. El silencio le permitía concentrarse y pensar y eso era algo que le encantaba hacer.
Asteria adoraba el silencio sí, pero disfrutaba aún más cuando sus padres llegaban y le contaban como les había ido el día. Disfrutaba aún más cuando su padre le contaba las vidas que salvaba, disfrutaba aún más cuando su madre le cantaba.
Cuando detuvieron a su padre, su madre se sumió en un silencio eterno. No hablaba, no dormía y no comía.
Y Asteria no podía entender como podían arrestar a alguien por salvar una vida.
Claro que, para el Arca, eso era desperdicio de recursos.
A Asteria ya no le gustaba el silencio.
Fue peor cuando un guardia acudió ese día a su casa y les informó de que flotarían a su padre y que tenían la oportunidad de despedirse.
¿Cómo te despides de una de las personas que más quieres en la vida?. ¿Cómo superas eso?.
Asteria recordaba al Canciller tirando de la palanca, recordaba ver la sonrisa de su padre mientras, con lágrimas en los ojos, acariciaba el cristal que lo mantenía encerrado. Recordaba ver el cuerpo de su padre salir despedido y perderse en el espacio. Es más, estaba segura de no poder olvidarlo. Al menos sus pesadillas se lo recordaban constantemente.
También recordaba como su madre apenas emitió sonido, demasiado ocupada en llorar. Ni siquiera sollozaba, solo lloraba sin emitir ninguna clase de sonido y sin moverse. Apenas pudo reaccionar al ver al amor de su vida morir.
Asteria sí reaccionó, y tanto que lo hizo. Había salido corriendo, intentando liberar a su padre cuando un guardia la sostuvo.
Tal vez no pensó, o tal vez si lo hizo y le dio igual pero, un par de puñetazos después, el guardia la había soltado y ella se dirigía de nuevo a la cápsula ya vacía.
Recordaba a los guardias decirle que se tranquilizara, recordaba como le decían que parara. Recordaba a el Canciller caminar lejos de allí, como si no acabara de quitar una vida. Una vida inocente.
Después de eso no recordaba mucho más, solo un profundo sentimiento de ira que la había recorrido desde la cabeza hasta la punta de los pies.
Y, todo lo que hizo a continuación fueron actos impulsivos. Es más bien algo borroso.
