CAPÍTULO 30:

7 2 0
                                    

“-¡Hola Ryan!

-Hola nena, ¿Qué tal?

-¿Ahora soy tu nena? -reíamos juntos hasta que el me respondió

-Escúchame Jess, me tienes que hacer un favor.

-Claro, lo que quieras.

-Dime, ¿Te seria mucho problema venirte a mi casa mañana? Me ha surgido un problema.

-¿En tu casa? Si claro, envíame la dirección cuando puedas. ¿Pero ha pasado algo?

-Vale ahora te la envió. Ehh... Se podría decir que me sería más fácil que vinieras a mi casa que si tengo que ir yo.

-¿Más fácil en tu casa? No te entiendo. -dije riendo.

-Mañana te lo explico, tranquila.

-Está bien, hasta mañana, cuídate.

-¡No te olvides la guitarra! –dijo riendo

-Si no la llevara no tendríamos nada que hacer, a no ser que tengas otra. –le dije bromeando.

-Tienes razón, pero solo tengo una guitarra.

-Tranquilo la llevó yo. Pero el chico que me enseña es más importante.

-Puede, ¿Entonces te vienes a casa?

-Sí, claro, vale, te veo mañana.

-Adiós nena. -dijo riendo.”

-¿Quién era? –dijo Adam con un tono de voz raro, creo que habría entendido mal algo escuchando solo mis respuestas, así que se lo explique bien.

-Ryan, un amigo, me va a dar clases de guitarra. Quedamos en que vendría a casa pero me ha pedido que vaya a la suya por algún motivo. Te llevarías bien con él, enserió es muy buena persona.

         Adam vacilo por un momento y giro la cara evitando mi mirada. Me incorpore un poco, y lo mire.

-¿Qué pasa? –le pregunté.

-Nada. –dijo todavía sin mirarme.

-Ah vale, ya lo entiendo.

-¿El qué? –me pregunto mirándome con cara de pocos amigos.

-Estás celoso. –dije riendo.

-Que va, solo pienso que es un poco joven para ser tu profesor. ¿No crees? –me dijo

-¡Y tu como sabes la edad que tiene! –proteste.

-Lo acabo de ver en la foto que has puesto al guardar su número. –me dijo apretando la mandíbula.

         A ver, por un lado tiene razón, es joven, pero tiene diecisiete años igual que él, no sé de qué se queja. Pero la foto que había puesto no me ayudaba mucho en estos momentos. Era del día que lo conocí en la playa con las chicas. Salíamos en bañador, y él me tenía en brazos. La foto nos la había sacado Kat, hicimos bastantes fotos ese día, y la puse porque me pareció divertida.

-Ryan es un amigo, no intentaría nada sin preguntarme antes. –dije indignada.

-¿Cómo estas tan segura, acaso de te lo ha dicho? –pregunto vacilante.

-¡Adam por favor! –dije enfadada.

-¿Qué? –pregunto bruscamente.

-No hay absolutamente nada entre él y yo. Es la mejor persona del mundo, nunca haría nada así, nunca me haría nada malo, ni cualquiera de las cosas que estés pensando.  –le explique casi que en tono de súplica pero no se dignó a contestarme.

–Vamos, Adam, ei, no quiero que te enfades. -le dije mientras me acurrucaba encima suyo.

-Lo siento, es que... -no acabó la frase pero me envolvió en un abrazo.

-Está bien, no hablemos de eso. -le pedí.

-Es tarde. ¿Quieres ir a casa? -me preguntó.

-Vale, sí. Estoy cansada. -Admití.

-Vamos. -dijo mientras se ponía en pie.

-Baja tú primero. -le pedí.

-Está bien.  -dijo mientras bajaba por la rama.

      Luego, bajé yo. Adam me cogió cuando estuvo en el tronco del árbol para ayudarme a bajar. Pero me cogió justo por el sitio que me dolía. Hize un ruido con la garganta debido al dolor, pero apenas se notó. 

-¿Pasa algo? -preguntó Adam que pareció darse cuenta.

-No tranquilo. -mentí cuando recordé el mensaje de Charlie.

-Vale, espera, bajare yo primero.

         El bajo poco a poco y cuando tocó el suelo bajé yo. Antes de poder decirle nada para que no me cogiera ya lo había hecho. Esta vez sí que me dolió y Adam se dio cuenta.

-¿Jess que te pasa? -me preguntó preocupado.

-Nada vámonos. -le pedí empezando a caminar.

-Jessica no estás bien, ¿Que te ha pasado? -me preguntó siguiéndome.

-No es nada, tranquilo. -mentí una segunda vez.

-¿Y porque te duele sí hago esto? -me preguntó apretando en el sitio de la espalda que me dolía provocando que me retorciera hacia un lado.

-¡Ah! Para. -le pedí.

-Lo siento, Jess... ¿Me lo vas a explicar? -me preguntó mientras me miraba con esos ojos verdes tan bonitos.

-Sí...Esto...«Piensa Jessica, piensa» Fue mi hermano pequeño. -le dije.

-¿Cómo te hizo tanto daño? -me preguntó con curiosidad.

-Me tiro una piedra. -mentí una vez más.

-¿Te duele mucho? -me preguntó sintiéndose culpable por haberme hecho daño.

-Sólo sí me lo tocó. -le dije.

-Lo siento... -dijo dándome un abrazo.

         Apoyé la cabeza en su pecho, y me sentí muy mal por estar mintiéndole, pero sería mucho mejor así.

-No lo sientas. -le respondí.

-Volvimos caminando por el mismo camino hasta casa dejando atrás aquel lugar.

Permíteme sacarte una sonrisaWhere stories live. Discover now