Capítulo 3.

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Cuando llegué hice la rutina de siempre, me senté en la barra de espaldas a la mesa de Chūya con una chaqueta con capucha, y pedí un vaso de vodzka en apenas un susurro audible así pasando el dinero por la barra.

Se podía sentir un ambiente muy cargado, seguramente un día ajetreado, y con solo escuchar tu voz podía sentir lo cansado que estabas. Por dios, pero Chūya, ¿cuando has estado durmiendo últimamente? Llevas días así. Me dedicaba a escuchar tu voz, no prestaba atención de lo que hablabáis ya que notaba que no era muy importante.

Estoy muy preocupado de que haya pasado algo, aunque no me extrañaría de siendo la mafia, o tal vez una banda enemiga se haya vuelto a meter con tu estatura, no sería raro que del enfado se haya tomado tiempo de hacerlos sufrir un par de días.

Pero hoy ha sido diferente, hoy has bebido hasta el triple de lo habitual, y ya de por si, bebes mucho, pero cuando me di cuenta ya te habías desmayado. Así que Tanizaki te cogió en brazos para salir del bar no sin antes dejar propina, yo me quede un rato más en la misma posición para que se fueran sin verme. Cuando ya estaba seguro de que se habían ido me levantó de la silla y cuando me giro me encuentro con la gabardina de Chūya.

–Mh… Me la quedaré por ahora y cuando nos volvamos a ver se la dare diciéndole que estaba en medio de la calle.–Susurraba pero de repente Sonreí de oreja a oreja de forma traviesa.–Será divertido.—Definitivamente con esto se distraera.

{Seisei arukōru} «Soukoku»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora