Capítulo 28

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Kyungsoo tenía realmente poco que perder sabiendo que Jongin estaba lejos. La luz blanquecina de los pasillos le resaltaba la palidez moribunda de su cuerpo y el terror le había dejado los sentimientos tapados por una capa de cemento. Los temblores de sus manos se habían ido y habían sido reemplazados por la más neutral de sus caras y el más amargo de los sabores en la lengua. No quería robar un corazón más, pero tampoco tenía la opción de salir corriendo. Era auto programarse como una máquina de matar de nuevo, o volver a hundirse más allá de su miseria.

Supo que la hora había llegado cuando lo sacaron de la oscuridad un par hombres revestidos de negro. Entre ellos no identificó a ninguno de los hombres de Oh Sehun. Los pelos se le pusieron de punta y su primer pensamiento fue que Jongin había decidido hacer caso a sus peticiones de aquella vez en la fábrica antes de que desapareciera. Lo tomaron de los brazos como un rehén y lo llevaron como a un criminal directo a su celda. Cuando la puerta se abrió y lo arrebató de sus pensamientos, Kyungsoo se dio cuenta de que había estado contemplando la negrura del silencio con el mismo ánimo derrotado que había tenido en el departamento y antes de su escape del Norte, en la celda. Esa vez, sin embargo, no había ingresado ningún Huang ZiTao salvador ni nadie con media hogaza de pan viejo que lo salvara de morir allí dentro. No había ninguna chispa de esperanza resplandeciendo. Solo dos figuras armadas y sombrías que le confirmaron que jamás había escapado completamente de las garras de su pasado.

Caminó por los pasillos a paso acelerado, retorciéndose entre ambos de los guardias porque la manera en la que lo estrujaban hacía que los codos se le clavaran en las costillas. Allí había menos carne de la que pensaba. Sentía que su propio cuerpo acababa de convertirse en un arma letal y que sus brazos eran dos cuchillos potentes apuntándole a cada lado y condenándolo por no hacer lo que debería. Kyungsoo se vistió en el área de lavado quirúrgico del quirófano. Lo ayudaron a atarse la bata con violencia. Él mismo continuó con la tortura haciendo que el plástico que le recubría los zapatos le apretara en los tobillos y se encargó de que el barbijo apenas si le dejara tomar aire para respirar. Su gorro era tan caliente que sus neuronas podrían haberse chamuscado allí dentro. Se frotó los brazos con el ceño fruncido y sus antebrazos quedaron tan rojos como la sangre que estaba a punto de derramar.

—¿Ya lo anestesiaron? —preguntó, refiriéndose a Huang ZiTao.

—Acaban de inducirle la muerte. —Kyungsoo se volteó de inmediato en dirección a ambos guardias y luego volteó de nuevo hacia la ventanilla del cuarto. Desde el primer momento había tenido por seguro de que sería él quien, como en los viejos tiempos, efectuaría la tarea desde el primer corte en la piel hasta la última ranura que suturar. Desde donde estaba solo tenía visión de una parte del quirófano. La misma sobre la que yacía un bulto recubierto por una tela celestina, y que no mostraba señales de vida más que la ayuda de un ventilador artificial.

—Esta... Ya está muerto. —intentó preguntar. Aun así, la afirmación dejó sus labios junto a un suspiro de alivio que le aligeró la carga, le provocó una sutil sonrisa, y a su vez lo enfundo de una negrura viscosa que convirtió su mueca en una contorsión involuntaria de indignación. Se sintió disgustado consigo mismo. Como si estar en su propia piel no valiera lo suficiente como para que esa vida se hubiera perdido a costa de su independencia.

A diferencia de cuando estaba en el Norte, Kyungsoo tenía miedo de la muerte. En el pasado no tenía idea de qué era aquello que se estaba perdiendo. Pese al miedo, tanto había vivido desde su llegada a su Seúl que no podía soportar la idea de apagarse en medio de la nada una vez más. A pesar de ello, sentía que se merecía ese estado de nada absoluta en el que desde pequeño había tenido la idea que se suponía el final de la vida. Tal vez aquella había sido la razón por la que, entre la suciedad de su departamento, Kyungsoo había intentado arrebatarse ese derecho que a tantos le había quitado por defender a su familia a costa de todo lo demás.

Anatomías Incompletas [KaiSoo/KaDi] Donde viven las historias. Descúbrelo ahora