Capítulo 9

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Narra Deadpool

Había dormido bien, me sentía enérgico y jovial. Decidí salir a dar una vuelta, y quizás comprar algo de comer.

Al se encontraba frente al televisor. Se levantaba siempre temprano, tratando de no perderse nada de la teletienda.

-Al, voy a salir. ¿Quieres algo?

-Que te atropellen.

-...

-Y vino de cocinar. No queda.

-No hay palabras para expresar lo mucho que te quiero.

Salí a la calle, en busca de aquel vino. Me fijé en que era la hora de entrada a la universidad. Deseaba cruzarme con Peter.

Pero no ocurrió.

En su lugar, me crucé con el tal Eddie. Parecía pensativo. Ni siquiera se dio cuenta de que yo estaba allí. O quizás no me reconocía.

Tenía en las manos una carpeta con el logo de la Fundación Vida. Siempre me había preguntado que hacían allí. La gente rumoreaba cosas horribles, y me daba curiosidad.

Traté de llamarlo, pero ví que se encontraba con Ally, y pasé de largo.

Aunque, por alguna razón, Ally se veía algo distinta... Como más ¿amigable? ¿simpática? Llevaba un vestido rosa pastel, que no pegaba nada con su personalidad. Quizás le había pasado algo realmente bueno.

Me alegré por ella. A lo mejor así se convertía en una buena persona, y todo.

Narra Spiderman

Llegaba tarde, para variar. Había olvidado una asignatura en casa y había tenido que regresar a casa a por ella.

El camino hacia la universidad traté de hacerlo corriendo.

Tropecé.

Me caí.

Hice el ridículo.

Aún encima, raspé el pantalón, haciéndole un agujero a la altura de la rodilla. También me había herido en dicha rodilla y en las palmas de las manos. Empezaba a sangrar, y todo me escocía demasiado como para recoger los papeles desperdigados.

-¿Estás bien?

Una mano empezó a recoger los papeles. Esa piel la reconocería en cualquier sitio.

-Gracias, Wade.

-¿No llegas tarde? Hace un rato vi a Ally con su primo...

-Ya... Pero no puedo ir así...

Resoplé. Había ido a por los materiales para nada; total, me iba a perder la clase.

Wade me ayudó a levantarme, tratando de no tocarme las manos, ni de forzar mi rodilla.

-Mi casa está ahí al lado, si quieres puedes ir para tratarte las heridas.

-No yo... No quiero molestar...

-No es molestia, en serio. Así mientras, puedes hablarme de tí.

-Bueno... De acuerdo...

Metió los papeles esparcidos en la mochila, y se la colgó a la espalda.

Traté de caminar, pero me dio una punzada en la rodilla.

Antes de que pudiese quejarme, Wade me había cargado estilo princesa, y me llevaba a lo largo de la calle bajo la atenta mirada de todos.

Yo trataba de taparme la cara sin rozar con las palmas de las manos.

-Wade... Esto es vergonzoso.

-He hecho muchas cosas vergonzosas en mi vida... Esta no está ni en el top 100.

Llegamos a su casa bastante rápido.

Me bajó al suelo. Se paró frente a la puerta, buscando las llaves.

-Trata de no hacer ruído, probablemente Al esté durmiendo.

Por un momento, había pensado que se había echado otra novia. Pero nada más abrir la puerta, aquella señora se hizo visible.

Wade puso su dedo índice sobre los labios, en señal de que no hiciese ruído.

Colocó mi brazo sobre sus hombros, para que pudiese apoyarme en él. Posó la mano sobre mi cintura, sobresaltándome.

Me llevó a lo que parecía su habitación, y me sentó con cuidado en la cama.

Se acercó a mí. Cada vez se inclinaba más y más. Faltaban unos centímetros para que nuestros labios se rozasen.

Como acto reflejo, entreabrí los labios y cerré los ojos.

Se inclinó un poco más, y pude notar su aliento en mi oreja.

-Espera aquí, ahora vuelvo.

Se irguió, se dio la vuelta, y salió por la puerta, tratando de no hacer ruído.

El corazón me latía a mil. ¿En qué estaba pensando? Apenas lo conocía... ¡Y era hombre! ¿Qué hubiese pensado si se hubiese dado cuenta de mis actos?

Inspiré y suspiré con fuerza, tratando de calmarme.

Wade apareció de nuevo, cargando una caja blanca que parecía de metal.

Se sentó en el suelo, y sacó de la caja un bote y algodón.

-Va a escocerte un poco.

Echó lo que parecía alcohol en el algodón, y empezó a limpiarme la herida de la rodilla.

¿Escocer? Notaba como me ardía. No me quejé, ni siquiera emití sonido alguno. Me avergonzaría de mi mismo.

-Bien, esto ya está...

Sacó una tirita cuadrada enorme, y me la puso sobre la herida.

-Enséñame las manos.

Coloqué las manos con las palmas hacia arriba, e hizo el mismo proceso.

Al acabar, casi no sentía mis propias manos.

-¿Mejor?

Sentía la necesidad de decirle que no, pero su sonrisa amable, me hizo cambiar de opinión.

-Sí, muchas gracias.

-Me alegro... Por cierto, no tengo tu teléfono.

-Ya, ni yo el tuyo. Bueno, tengo que irme a la universidad. Gracias por todo.

No sabía por qué, pero aquello me puso nervioso.

Cogí la mochila, sintiendo punzadas en la mano, y me fui.

Se quedó perplejo, mientras me veía marchar.

Narra Deadpool

-¿Eh?

Spideypool "Ven conmigo"Onde histórias criam vida. Descubra agora