Gustavo Hernandez.

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Y la tomé como un libro,
le abrí en dos y contemplé
maravillado su contenido,
era muy profunda,
sus líneas eran tan perfectas,
tan lisas,
tan incitantes a querer leerla,
tenerla,
olerla,
y así lo hice:
inhalé y exhalé tantas veces como deseé
para grabarme por siempre su aroma a celo,
a libro nuevo,
el cual vibraba y eyacu-laba letras.

Al no poder más,
me introduje en su narración tantas
veces como me fue posible,
inundándola con mi poesía lírica.
La deshojé,
la devoré...
todo en una sola noche.

Al terminar de leerla,
en su último párrafo,
en su punto final,
le agregué dos puntos más
para dejarla suspensivos,
pues sabía que desde ese momento
se desarraigaría la saga de un placer interminable.

—Nunca dejes de leerme —me dijo
antes de irme.

Y no he dejado de hacerlo.
Ahora soy poeta.

-Gustavo Hernandez
Libro| Mi Poesía Sucia

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