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Los días pasaba a una velocidad impresionante. Con la escuela, las tareas, ayudar a mi madre en la tienda y estudiar como loco para las ridículas pruebas que mi profesor de literatura francesa me aplicaba cada semana. No tenía mucho tiempo para pensar en la única cosa que era capaz de robarme el sueño: Joel Pimentel.

Las noches, en cambio, eran un completo martirio.
Cuando caía la noche y me acostaba entre las sábanas, lo último que quería era pensar en el, pero era inevitable. Siempre; hiciera cuanto hiciera, terminaba pensando en él.
No me había llamado, no se había comunicado y yo tampoco había hecho nada por hablar con el.

Había pasado más de un mes desde aquella fatídica noche que tanto quería olvidar y lo único que sabía del era lo que la gente del campus decía.
Tampoco me agradaba mucho lo que escuchaba. Todo era acerca de él y Ji Yong siendo algo más que amigos. Me enfermaba la idea de que tantas personas estuvieran interesadas en aquel ridículo romance. Un romance que nadie sabía si realmente existía.

—Es mierda colectiva—decia Iván cuando Yoandri despotricaba pestes contra Ji Yong y Joel.

Mierda colectiva o no, dolía. Dolía casa tanto cómo no tenerlo cerca.
Casi tanto como verlo todos los días, cruzarmelo en el pasillo y pretender que no lo conocía. El tampoco hacia nada por hablar conmigo y en cierta forma, lo agradecía.
Joel y yo perteneciamos a mundos completamente diferente.
Entonces, llegaba aquella incómoda situación en la que lo miraba en todos lados, me lo topaba en toda los pasillos, y ni siquiera lo miraba.

Éramos dos desconocidos a los ojos del mundo. Dos desconocidos que se conocían perfectamente el uno al otro. Dos desconocidos que conocían absolutamente toda los miedos del otro, por irónico que fuese.

—Entonces, ¿Qué haremos esta noche?—pregunto Seung, sentándose frente a mí en la mesa que compartía con Yoandri e Iván.

Seung se había vuelto tan parte de mis días como ellos. Se la vivía haciéndome reír, bromeando, jugueteando, molestandome e invitandome a las ridículos lugares que habían tenido la fortuna o desgracia de conocer.

—Ivan quiere ir a la inauguración del nuevo club del centro.—dijo Yoandri, con una sonrisa. Emocionado.

—Perfecto, ¿Vendrás, cierto?—pregunto Seung, mirándome con una sonrisa pintada en el rostro.

Abrí la boca para replicar pero Yoandri me atrajo, mirándome con severidad.—Ten mucho cuidado con lo que vas a decir, Erick. Tienes más de un mes revolcandote en tu propia miseria y yo tengo más de un mes permitiendolo. Tienes que ir. No está a discusión.

Frunci mi ceño y me crucé de brazos, enfurruñado, mientras miraba la sonrisa socarrona de Seung. Fue entonces cuando lancé una patada en su dirección por debajo de la mesa.

—¡Hey!, ¡Esa era mi pierna!—gruño Iván, haciendo una mueca de dolor.

Seung se soltó a reír a carcajadas mientras yo reprimia una sonrisa y me ruborizaba por completo. Yoandri rió también mientras Iván maldecia en voz baja.

Entonces, me levanté en mi lugar y golpeé a Seung en su hombro con un puño. Seung comenzó a reír aún más y yo me senté en mi lugar, indigando.

—Se supone que debe ser doloroso, ¡Masoquista!—bromeé.

Entonces, Seung recorrió su silla hasta quedar a mi lado y paso su brazo por mi hombro antes de decir con ironía.—Tus formas de demostrame tu amor me matan, Erick.

No pude evitar sonreír, mientras Yoandri e Iván reían.

—Idiota.—masculle sonriendo.

—¡También te amo, Erick!, ¡Eres maravilloso!—dijo Seung con sarcasmo.

Abrí la boca para replicar, cuando un golpe estrepitoso, me hizo girar mi cuerpo hacia atrás para observar que había ocurrido.

Joel Pimentel, se encontraba agachado en el suelo, levantando una silla. Su rostro estaba completamente rojo y su ceño estaba fruncido profundamente.
Su mirada se encontró con la mía y, por un segundo, creía que su mandíbula iba a quebrarse de tan fuerte que la apretaba.

Entonces, se irguió y salió dela cafetería.

Mi corazón latía con fuerza dentro de mi caja torácica y no pude evitar sentir satisfacción con la sola idea de que quizás. Solo quizás, Joel estuviera escuchando a Seung. La idea de Joel celoso, era algo a lo que podría aferrarme fácilmente.
Necesitaba algo a que aferrarme.



















Olatodos, como soy bien chantaje, no hay maratón hasta que Skies Exchanged llegue a las 100 vistas pk quiero y puedo, bai alb.




Blindly 2 »joerickWhere stories live. Discover now