60: El sacrificio

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Me levanté de la cama de un brinco y me puse las botas.

- ¿¡Qué está pasando!? - le chillé a Ansel.

- Mortífagos.

El arma. La querían para evitar que venciésemos a Voldemort. Había que mantenerla a salvo. ¿¡Quién demonios tenía el arma!? Cogí a Peter de la mano y corrí fuera de la tienda. Era horrible. El campamento estaba ardiendo, y los mortífagos lanzaban hechizos a diestro y siniestro. Fue entonces cuando localicé a Hermione, escondida tras unos árboles, guardando el arma en su bolso. Después, se desapareció. Vi a Levi. Me miró y corrió hacia mí.

- Vete. - le ordené a Peter.

- No te abandonaré.

- ¡Vete! - volví a gritarle. Apretó mi mano con fuerza.

- No.

Ambos corrimos lejos de allí. A nuestra carrera se unieron Ansel y Daniel. No vi a Riley por ninguna parte. Recé porque no lo hubiera pasado nada. Por fin alcanzamos el bosque. Un lugar para escondernos y alejarnos del fuego. Sin embargo, un grupo de mortífagos nos esperaba en la linde. Miré a Peter con desesperación.

- Atabraquium - dijo uno de ellos.

Me vi sentada en el suelo, con las manos tras la espalda y rodeada de altas figuras con túnicas y máscaras. Levi llegó hasta nosotros y me cogió de la chaqueta, levantándome del suelo. Luego miró a sus compañeros.

- No tenemos el arma. Pero nos la darán en cuanto sepan que la tenemos a ella.

Desaparecimos de allí. Vomité al llegar a nuestro nuevo paradero. Era otro campamento, con tiendas de color negro, perfectamente ordenadas  Peter no había soltado mi mano en todo el trayecto. Los mortífagos nos separaron. Levi agarró a Daniel del cuello y lo arrastró con él hacia una de las tiendas. Al resto nos arrastraron hasta otra, con aspecto de salón, lanzaron un hechizo de protección a la entrada, nos quitaron nuestras varitas y se marcharon. Ansel comenzó a moverse como un loco.

- Así no conseguirás nada. - le dijo Peter. - Son nudos hechos con magia. Puedes quemar la cuerda o cortarla, pero no desatarla.

Ansel se detuvo, frustrado.

- El mal nunca va a morir del todo. - murmuró. Entonces quedamos en silencio. Cientos de preguntas comenzaron a rondarme por la cabeza. ¿Nos estarían buscando? Aún tenían el arma. Pero aún me necesitaban. ¿Para qué nos querían los mortífagos? ¿Donde estaba Daniel? Mi mente no dejaba de crear escenarios macabros en los que Levi lo torturaba hasta dejarlo al borde de la muerte. El sonido de alguien entrando me sacó de mis pensamientos. No pude evitar abrir la boca. Estaba allí, frente a nosotros. Lord Voldemort. Era aún más feo de lo que me imaginaba. Su piel grisácea y arrugada era muy desagradable. Se acercó a Ansel y le levantó la barbilla. Le giró la cara mientras lo observaba.

- En mi juventud fui atractivo, como tú. Sin embargo, toda magia oscura conlleva su precio.

Se le acercó mucho a la cara, e inspiró. Ansel no mostraba símbolos de cobardía. Lo miraba desafiante.

- Mestizo. - dijo entonces el Lord Tenebroso. Se levantó y sacó la varita. Me miró por una milésima de segundo y, de repente, lo hizo. - ¡Avada Kedavra!

Chillé y comencé a llorar. Observé el cuerpo inmóvil y sin vida de Ansel. Lo había matado como si no fuera nadie. Como un simple muñeco de trapo.  Después el sin nariz se acercó a Peter.

- ¡No te atrevas a tocarlo! - le espeté retorciéndome. Me miró casi sonriendo y se acercó a Peter. Lo olisqueó unos segundos.

- Sangre pura.

Yo... ¿En Hogwarts?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora