Capítulo 3: ¿Qué pasó?

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El sonido incesante de la alarma me despertó. Oficialmente, odio ésta canción, y pensar que alguna vez me gustó. Me desperezo como la propia muerta viviente que soy todas las mañanas. Arrastro los pies hasta el baño, me veo con horror y asco. Mi pelo parece un trapeador seco, mientas que mis ojeras son extremadamente profundas. Nada que no se pueda arreglar con un poco de maquillaje aunque lo odie. Me lavo la cara, me desenredo el pelo, me cepillo los dientes y reviso los mensajes de mis clientes. Todo a la vez.

Alguien está aporreando la puerta. ¿Es que no me puedo cepillar, arreglar el nido que tengo por cabello y trabajar desde el baño; en paz? Escupo y me reviso por última vez, lo único asqueroso son mis ojeras así que bajo para abrir la puerta. Antes de abrir escucho el grito de Johanna. Entra con nada de delicadeza y despierta a Gloss quién gruñó por lo bajo, por la discusión que está teniendo con Finnick.

—¡Eres un imbécil! —grita Johanna..., no sé ustedes pero yo ya la extrañaba. Me abalanzo a abrazarla y ella me responde con el mismo cariño. No nos veíamos en persona desde el verano pasado.

—¿Por qué no me avisaste y te iba a recoger al aeropuerto? —pregunté tomadola por los hombros.

Johanna cambió desde que me fui del país. Ahora su pelo es totalmente negro natural, se quitó su extensión roja, lo tiene largo, tanto, que casi le llega a la cintura. Lo mantiene ondulado y suelto. Su forma de vestir no cambió ni un poco. Hoy lleva unos jeans, camiseta púrpura, bufanda gris, chaqueta de mezclilla y unas botas negras. Sin duda, es ropa cómoda para un viaje tan largo. Con el pasar de los años su figura se volvió más esbelta y voluminosa en las partes adecuadas.

Ella dejó su obsesión por ser cantante. Quiero decir, lo intentó pero luego la demandaron- ¿a qué no saben quién la defendió? ¡Exacto! Ésta nena- tantas veces por su nada apropiado comportamiento y vocabulario que lo apartó a un lado para ser tanto productora como representante y decirle a los jóvenes aspirantes a la música que no tendrán vida, privacidad al igual que la felicidad o cosas así... Ella solo lo hace para quedarse con los que tienen talento y perseverancia para así conseguir patrocinadores que paguen por publicidad lo que a fin de cuentas es atención y si tienen atención ella tendrá dinero.

—No quería que mataras a alguien manejando dormida... ¿A qué hora llegaste anoche? —dice a la vez que se quita la bufanda con la chaqueta, la pone en el perchero y su cartera la mantiene en su muñeca.

Me mira preocupada con la intención de amarrarme y encerrarme en mi propia casa para que no se me ocurra ir a trabajar. Sabiendo que no iré de todas formas. Confieso que eso si sucedió una vez.

—Llegó a las diez y media, pero se durmió como a las once o así. —habló Gloss desde el sofá aún sin abrir los ojos. Johanna me miró con rabia propia de una madre para luego irse a saludar a Gloss. Finnick se me acerca.

—¿Cómo está? —pregunto antes de que me pueda saludar. Frunce los labios, luego suelta un largo suspiro.

—Bien, de hecho él... —comenzó a decir más lo ignoré y lo abracé con amor fraternal.

—Espero que las cosas estén bien entre tú y Johanna.

Últimamente, discuten, más de lo normal. Por cosas pequeñas e insignificantes. Finnick es publicista lo que le quita tiempo de estar con Johanna. Ella me ha contado que la hace a un lado de su trabajo, está totalmente segura de que Finnick va a dejarla en cualquier momento. Porque lo suyo fue solo un romance de universidad. Yo solo pienso que Finnick recibe mucha presión, Johanna igual. Sin embargo, lo disimula. No quiere que su novio se preocupe.

—Estamos bien, es sólo... lo usual. —me sonríe forzadamente a la vez nos dirigimos a la cocina donde Johanna está acosando a Prim para que le explique como hacer ese plato de comida.

¡Cambié! (¿CBOCM? #2)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora