43.

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Era todo, no había podido lograrlo, no sabía cómo regresar, o si de verdad lo deseaba profundamente. Todos se habían hecho tanto a la idea de que iba a irme que dudaba en si de verdad debía quedarme.

Quería ver a papá, para apoyarlo porque él ahora más que nadie estaba solo. A mamá porque, por más que te enojes o pelees con tu madre, siempre será el ser que te trajo a la vida. También estaba Nathan... la persona a la que quería.

Pero tal vez estaba mejor así, irme para dejar de causarles daño.

Aníbal aparecería, lo haría y pagaría por todo.

Una enfermera entró y me miró en camilla. Se acercó a mi y se sentó a mi lado.

—Tu familia viene para despedirse. Espero descanses en paz —me dijo sonriendo tristemente—. Sé tu historia, todos la sabrán.

Tantas cosas habían pasado en estos días que irme sería otra mala. Hace nada papá perdió nuestra casa, mamá lo dejo... eran muchos golpes para él en tan poco tiempo que me impresionaba que siguiera de pie.

Aunque bueno, fue Nathan quien lo ayudó a sostenerse.

Tocaron la puerta y tragué saliva.

Apenas vi la cabeza de Nathan asomarse, las lágrimas y miedo comenzaron a surgir de mi. Él entró tímidamente seguido de mi padre y después cerraron la puerta. La enfermera que me atendió desde que llegué les asintió con la cabeza y se levantó para irse y dejarnos a solas.

—Bien Nathan... el doctor vendrá en cuanto acabemos, así que... lo que quieras decirle es buen momento.

Nathan tomó aire y después suspiró.

—Su hija hizo sacar lo mejor de mí en todo momento —comenzó y papá sonrió—. Le debo todo, le debo mi vida —apretó los puños—. Alissa... eres, fuiste y siempre serás lo mejor que me ha pasado en la vida —bufó—. Mi primer amor y el amor de mi vida.

Papá se acercó. Negué con la cabeza.

Por favor... no...

—Te amo —tragué saliva al escuchar esas palabras salir de él—. Si te fallé discúlpame, eres uno de mis pilares, te irás pero... siempre estarás en mi corazón, en mi mente —comenzó a derramar lágrimas—. Claro que me siento impotente hija, me siento inútil pero nunca olvides lo mucho que siempre te amaré, siempre, siempre —se limpió las lágrimas antes de terminar—. Solo cuídense entre ambas... Tu hermana y tú.

La puerta se escuchó, era el doctor, él que iba a dejar que me fuera de este mundo, el que lucho por mi en todo momento. Ellos también valen mucho.

—Señor...

—Lo sé —asintió papá. Nathan giró a ver la pared negando con la cabeza—... yo bueno, lo entiendo...

El doctor avanzó hacia a mi con cautela. Nathan giró a ver mi cuerpo inspirando hondo y con dolor en su rostro.

—Adiós Alissa... —fue lo último que escuché decir de él.

Miré mis manos, estaban desapareciendo, todo yo. Caí de rodillas y vi en el monitor una fina línea que indicaba que, no tenía pulso. Que había terminado.

Y después llanto.

Y después nada.

En el comaWhere stories live. Discover now