Diecinueve

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Unos cabellos teñidos de rojo cubrían el rostro triste de mi amiga. Tenía los ojos llorosos, la mirada perdida y la nariz tornada de un carmesí leve. Estaba sentada en mi cama con la sábana cubriendo sus pies, yo había ido en busca de algo para darle de comer. Nadie lo había hecho, Sam había manejado a lo que era el antiguo empleo de Hayley y la trajimos porque era un mar de llantos en cuanto se subió al automóvil. 

Al entrar a la habitación ella movió su cabeza y yo le tendí un tazón con palomitas. 

Era un fiasco con los invitados pero al menos sabía que las palomitas de maíz era algo que podía comer por el momento y además le gustaba. 

No tenía idea de qué preguntar o si debía hablar. 

—No puedo volver ahí.

—¿Qué pasó exactamente? 

Ella dejó el tazón de lado, se encogió en su lugar y abrazó sus rodillas. 

—Un niño mordió a otro cuando lo estaban buscando para irse de ahí. Yo realmente no lo ví, tampoco pude evitarlo y como soy la que tiene menos edad me echaron la culpa sin siquiera saber lo que había sucedido. Me gritaron, me humillaron, la mamá no estuvo conforme hasta que vió cómo me despedían de la peor manera. Nunca creí que esto me pasaría, ellos sabían que necesito el trabajo desesperadamente. 

Una vez más se soltó a llorar. Odiaba verla así y sin poder hacer mucho.

—Tienes razón, nunca volverás ahí.

Me acerqué a ella y la envolví entre mis brazos, se veía tan frágil y tuve como un especie de dejavu así que me permití abrazarla más fuerte para que no se sintiera sola. Le había agarrado mucho cariño a Hayley, ahora más que nunca nos necesitaba a los tres, a Mikey, Steven y a mí, porque sé que nos habíamos convertido en grandes amigos y los amigos siempre encontraban la manera para ayudarte. 

—Mis padres querían que dejase de trabajar para enfocarme mejor en la carrera, dijeron que ya tenían todo controlado pero ¿quién sabe? —de sorbió la nariz. —De verdad que no quiero ser una carga para ellos. 

—No lo eres, tú nunca podrías ser una carga —acomodé mi mentón sobre su cabeza y dejé un beso en su coronilla. —Te ayudaremos a conseguir un nuevo trabajo ¿okay? Le hablaré a los chicos para que esto sea más rápido.

—Frank, no...

Lasciami aiutarti Hayley, ti prometto che usciremo da questo (Déjame ayudarte Hayley, te prometo que saldremos de esto.)

La pelirroja alzó la mirada y una sonrisa triste emergió de su rostro. 

—Cuando hablas en italiano todo es más bonito. 

También reí pero negué. 

—Creeme que no siempre. 

Me daba gusto saber que estaba aprendiendo mi idioma con mi ayuda y con internet quizás, porque así podía decir algunas cosas y ella ya podía entenderme. Le faltaba saber pronunciar pero podía entenderme... 

—¿Quieres ver una película? 

—Éstas palomitas no se comerán solas.

 Así pasamos el resto de la tarde, escogiendo algo que ver para que al final nos quedáramos con algo de comedia y reímos sin parar durante ese tiempo. Aunque con algunas excepciones pues había cosas que no entendí al instante. 

Hayley tuvo que pausar y explicarlas. 

De pronto sentí que mi teléfono vibraba y me levanté para caminar cerca de la puerta. Hayley seguía con la vista en la computadora que Sam nos prestó.

American Boy |Frerard| °Pausada°Where stories live. Discover now