Treinta y seis

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Frank:

—¿Y tú por qué querrías ir a una protesta sobre el petróleo? —pregunté mientras Peython pintaba una cartulina.

Mi reloj biológico me hacía despertar a las ocho de la mañana los fines de semana, mi alarma de las seis de encargaba el resto de los días. Aún me seguía apareciendo una sonrisa en el rostro cuando Gerard me mandaba un mensaje preguntándome cómo había amanecido, me mandaba un corazón y el mío palpitaba con fuerza.

Éste día no era la excepción así que le respondí y guardé el aparato en mi pans para seguir escuchando a Pey.

—Porque es uno de los mayores contaminantes del mundo, las industrias generan tanto daño que el cambio climático va a tener un efecto drástico en nuestro futuro —dijo limpiándose el sudor de la frente y levantándose para dejar su cartel en la mesa. —De hecho está sucediendo ahora y no es por sonar alarmista. Ojalá sólo fuese eso.

Sonreí cruzándome de brazos.

—Ha estado hablando mucho con Hayley ¿No?

Me acerqué para leer lo que había puesto y él se colocó a un lado, ambos mirábamos al mismo lugar. Me enorgullecía mucho lo que la pelirroja lograba causar en los demás, incluso me aplaudía mi hábito alimenticio (si se le puede llamar así) y yo sólo mostraba los dientes para luego cambiar de tema.

—¿Y bien, qué te parece?

Ladeé la cabeza, Peython infló su pecho con aires de grandeza.

—La e está al revés.

—Lo hice a propósito, es la idea de mi cartel revolucionario.

Reí, todo estaba en orden.

—¿A qué hora se irán al hotel?

Caminé hacia la cocina por algo de jugo, me serví en lo que él sacaba algunas cosas de la alacena. Era algo rutinario que desayunara cereal y sólo por él habían tres cajas de distintos sabores o formas, todavía seguía siendo un niño.

—Nos quedamos de ver en el parque que está cerca a las once, de ahí nos iremos y la verdad no sé qué tanto vaya a tardar.

Asentí y recordé que también saldría con Gerard, mis tíos seguían durmiendo y Sam estaba en su habitación.

—Okay, yo también iré a hacer algunas cosas.

El pelinegro se sentó en frente de mí, comió una cucharada y me quedó viendo fijamente unos segundos.

—¿Qué? —pregunté algo incómodo.

—Aún sigo asimilando que tu, pequeña rata, y Gerard son novios.

Sonrió. No de una forma burlona, más bien parecía fascinado pero eso no era lo que me causaba intriga, era que estaba interesado en cómo era conmigo y bueno, todo eso.

Me estaba ¿Protegiendo?

No lo sé, nunca había tenido un hermano mayor.

—Bueno, ya te dije que eso sólo pasó y Sam le ayudó a realizar su plan cursi.

Asintió.

—¿Y cuánto llevan hasta ahora?

—Uh... No es como si estuviese contando todos los días, sólo trato de sobrellevar esto que es tan nuevo para mi —dije escudándome en mi vaso, el oji-azul alzó una ceja. —Dos semanas.

Soltó una carcajada y siguió comiendo.

°~°~°~°~°

Gerard traía una playera bastante floja, roja, combinaba a perfección con su piel blanquecina y su cabello desordenado. Sus típicos lentes negros cubrían sus bellos ojos, estaba recargado en la banca mirando y tecleando en su móvil.

American Boy |Frerard| °Pausada°Where stories live. Discover now