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Para: -LittleMxnster


Nunca me había sentido tan destrozado como en ese momento, cuando me enteré que mi novia me había sido infiel, por lo que parecía bastante tiempo y yo solamente era una pequeña diversión. Tal vez él es su pareja oficial y yo el otro; siendo así, el problema irradia en que yo no sabía nada y no estaba de acuerdo con ello.

Todo sucedió tan rápido, que apenas si podía procesar la información. Aquella tentativa propuesta de matrimonio me dejó en blanco, ¿Qué debo hacer ahora? La mujer que amo consciente el que otro hombre considere la idea de pedirle matrimonio.

Aquello no podía estarme sucediendo. No a mí. No a nosotros.

Salí de mi incredulidad al sentir la palma de su mano estampando contra mi mejilla. Cuando vi sus ojos cargados de desprecio pude sentir cómo se rompía algo en lo profundo de mi pecho, mi corazón. Mi corazón se hizo añicos al entender por su mirada que todo eso era verdad.

Nada me importó mi dignidad cuando la seguí dando pequeños trotes, mas antes de dar el siguiente paso, un pensamiento llegó a mi mente, haciendo que me detuviera "¿Irá a verlo a él?" un punzante dolor invadió mi pecho "¿A dónde va, si no? ¿Le explicará lo sucedido? ¿Se intentará refugiar en sus brazos como yo hacía en los suyos? ¿Tendrán una relación como debe de ser ahora que ya no me tiene ahí?".

La adrenalina, que era lo que me había mantenido en pie hasta el momento, dejó de correr por mis venas y mis piernas flaquearon; casi podía sentir el suelo golpeando de manera dolorosa mis espinillas, pero antes de que mis rodillas se doblaran, mi vista llegó a un par de ojos cafés que me observaban atentos, denotando una creciente preocupación y una calidez que me llenó con tan solo mirarlos.

Fue un impulso. No tuve tiempo de meditarlo en lo absoluto, ya que cuando me di cuenta mis piernas ya se estaban moviendo. Todo en mí me dictó que necesitaba hacerlo, así que lo hice, anhelando porque él me atrapara.

Dando un par de pasos tambaleantes llegué donde el oficial y con fuerza me aferré a él. Escondí mi rostro en el hueco entre su cuello y su hombro, sintiendo cómo un agradable aroma a cítricos comenzaba a infiltrarse por mis fosas nasales.

No puedo explicar lo bien que me sentí cuando sus fuertes brazos correspondieron mi torpe abrazo y me apegaron más contra sí.

Sus muy bien trabajados pectorales rozando contra mi delgado tórax, sus brazos fuertes protegiéndome de las miradas curiosa, amortiguando el dolor e impidiendo que me alejase, su perfume impidiéndome pensar en otra cosa. Quiero quedarme así un poco más, quiero tener esta calidez que él me provoca por mucho más tiempo, quiero quedarme entre sus brazos por el resto de mis días.

¡Un momento! ¡¿Qué demonios estoy pensando?!

La realidad regresó de golpe al escuchar la voz de Lizbeth repitiendo algo sobre mi mochila. En un rápido y bien disfrazado movimiento, alejé al policía de mí, dándome cuenta de todas las miradas curiosas de las más de veinte personas que se encontraban en el lugar, ayudándome a recordar el lugar y el momento en que me encontraba.

Es verdad... Mi novia me fue infiel...

¡Guadalupe me es infiel!

Rabia, la rabia que sentí fue extrema. ¡Lo sabía! ¡Yo lo sabía! ¡Sabía bien que esa llevaba tiempo engañándome! Pero no quise aceptarlo, no quise enfrentarla y ahora resulta que se va a casar con otro.

— ¡Agh! —exclamo preso de furia estampando mi cabeza contra la cabina de metal de aquel teléfono público.

— ¡Amigo, tranquilo! —intenta calmarme un chico de cabellos negros utilizando una extraña entonación al hablar.

Hug me, Mr. PoliceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora