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Me  estiré todo lo que mi cuerpo me   permitía, con la placentera sensación de ser acariciada por la suave y delicada seda que cubría la amplia cama, todo era satisfactorio hasta que a mi cerebro llegó el último recuerdo de la noche anterior. ¿Todo fué un sueño?, Me atreví a abrir los ojos y las paredes pintadas en tonos negros y azules me advirtió que esa no era mi habitación. Estiré mi mano tanteando el otro extremo de la cama, aunque en realidad no tuve necesidad de hacer mucho esfuerzo ya que cierto personaje estaba demasiado cerca, de hecho yo estaba prácticamente sobre él y este abrazaba mi cintura.

--vuelve a dormir, aún es temprano-- la voz ronca de Darien me traspasó la piel, era sin duda lo más sexy que podía escuchar, eso y el hecho que el acariciaba mi muslo desnudo, tratando de que yo conciliara el sueño de nuevo.

--¿Qué hago aquí?-- susurré.

--¿mmm? Esta es tu habitación, estamos descansando, o eso trato, vuelve a cerrar tus ojos y descansemos un rato-- aún ni hacia el intento de abrir los ojos para verme

Fué una noche algo agitada donde a penas acababa de conciliar el sueño, tratando de solucionar su lío mental

--e-está bien-- le di  la espalda pero este enseguida me abrazó por la cintura quedando ambos como cucharita.  Me obligué a calmarme, esto se sentía tan bien que estaba segura que era uno de mis sueños habituales, así que volvi a caer en los brazos de Morfeo.

Un par de horas más tarde sentí mi estómago revólverse, estaba a punto de devolver todo y se sentia horrible, prácticamente le pasé por encima a Darien para encerrarme en el baño.

--¡serena!--  se levantó de un brinco y corrió tras de mí, encontrandome de rodillas frente al inodoro dejando en el parte de mi alma. --pequeña-- recogió mis largos cabellos rubios y acarició mi espalda, luego bajó la cadena y me sentó en lavamanos ayudándome a lavarme el rostro y los dientes.

--¿Te sientes mejor?-- acarició mi rostro.

--si.

--Supongo que es algo normal, debo acostumbrarme-- intenté bajar del lavamanos pero Darien me levantó en sus brazos.

--Estás débil, puedes caerte, y hablaremos con Diamante, debe existir algo que te ayude a sobrellevar los síntomas de mejor forma-- me dejó sobre la cama --pedirè a Mina que prepare un desayuno suave ¿Avena estaría bien?.

--estará bien, y algo de fresas, algo, muchas-- Me  sonrió.

--¿Antojos?-- levantó el teléfono. Y  sonrojada y me escondí bajo las sábanas haciendo reír al azabache, podía jurar que ya podría morir en paz, él se veía feliz y sobre todo tranquilo.

Darien terminó de hablar con Mina y se sentó en el borde de la cama, tirando suavemente de la sábana que me cubría --ey, es normal que tengas antojos, de echo todo lo que desees te será consedido. Ahora deja la vergüenza y hablemos de algunas cosas-- me tensé  de inmediato y me senté como un resorte en la cama sin decir nada, él acomodó un mechón de cabello dorado tras mi oreja.

--Mira, es normal que tengas muchas dudas, solo déjame hablar hasta el final por favor.

--está bien.

--bien-- Darien suspiró --queria evitar esto, este tipo de compromiso, de obligación, no era algo que yo realmente quisiera, por eso el trato y esas cosas-- miró hacia la ventana --yo pensé que todo esto sería más sencillo, que sería algo práctico, pero ahora tú tienes sentimientos hacia mí y es algo que no me esperaba ya que sé que no soy un hombre romántico y nunca he hecho nada para merecer tu amor-- volvió la mirada hacia mi que estaba a punto de llorar --ahora, iba a terminar con todo esto ¿En qué estaba pensando? Debo estar realmente loco para maquinar un plan de semejante magnitud y sobre todo creer que daría resultado-- rió con ironía --Luego te dejé en la cama y quité tu ropa y te puse mi camisa de pijama, sin duda eres hermosa, luego me acosté a tu lado y enseguida buscaste mi calor y pensé que eso no se sentía tan mal, de hecho me acostumbré rapidamente a esa sensación, a encontrarte al llegar, a tú sumisión, a tu cuerpo, tus caricias, incluso, me siento esclavo de tus deseos-- Me sonrojé y él volvió a reír --Es como si a tu lado pudiera ser yo mismo, eres la calma en medio de la tormenta, el alivio después de un día agotador y eres la futura madre de mi hijo, Serena.  No sé si esto es amor, pero puse el peso de perderte en una balanza y él que te quedes a mi lado en otra y sin duda quiero que te quedes aquí, no se hasta cuándo, no sé si te amo o no, pero sin duda, solo, no te vayas a ninguna parte a menos que sea conmigo-- a esta altura las lágrimas corrían por mis mejillas  como carros de fórmula uno.

--¿y-y el tra-trato?-- preguntó en medio de sollozos audibles

--Hagamos un nuevo trato, empecemos de nuevo ¿Está bien?.

--acepto-- y se lanzó a sus brazos en un beso lleno de libertad, sin tener que aparentar, un beso cargado de sentimientos, sin duda les falta un largo camino de aclaraciones y costumbres ... Pero era un nuevo trato y ambos eran leales a sus palabras...

                             

Hagamos un trato Donde viven las historias. Descúbrelo ahora