-49: one-shot

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Tragedy and Spiritual

Uso de vocabulario vulgar y acto de suicidio

1200 palabras

JungKook no entendía lo que estaba sucediendo; veía personas llorando y sollozando a su alrededor. Tampoco explicaba el porqué le ignoraban cuando él intentaba hablar con alguien. Y mucho menos sabía porque había un ataúd en medio de su sala.

Su ser se llenó de miedo al imaginarse que dentro de esa caja de madera pudiera yacer el cuerpo de alguno de sus padres. Pero ese horrible pensamiento se desmoronó cuando vio a sus padres abrasados en frente del ataúd, mientras que lágrimas y sollozos eran dueños de su ser. Intentó ir con ellos, mas no lo hizo, pues sus pasos lo dirigieron al chico de cabellos rubios que estaba escondido en la esquina del lugar.

Su corazón latió con fuerza y una sonrisa se hizo en su boca, estaba su novio ahí; olvidándose por completo en el contexto en el que se encontraba. Caminó hacia él y se sentó a su lado, le llamó, pero su novio no le hizo caso. JungKook hizo un puchero, sin embargo, éste se desvaneció cuando vio los ojos cristalizados de su novio y oír, entre balbuceos, su nombre.

—JungKook... Kookie —un hipido se escuchó entre palabra— Mi pequeño, ¿Por qué lo hiciste?

—Hyung... —JungKook no entendía nada de lo que estaba pasando, y frunció el ceño.

Se levantó de su asiento e intento tomar de los hombros a Min, pero simplemente sus manos lo atravesaron, como si no hubiera algo.

JungKook enseguida se asustó y miró sus manos, las tocó entre sí y podía sentir claramente la textura que siempre ha tenido. Poco a poco fue dando pasos hacia atrás, volvió a estar en la sala donde sentía las miradas de todos los presentes. Entonces, volteó y vio el ataúd, donde una puerta dejaba ver al difunto, y fue ahí donde se dio cuenta de todo.

Estaba muerto.

Se tapó la boca con sus manos e intentó contener las lágrimas; ver su cuerpo dentro de esa caja, sin ningún rastro de color en sus mejillas, simplemente pálido y tieso; muerto. Verse así mismo era algo tan horrible e impactante. No lo podía creer, causando que soltara un risa incrédula.

Creyendo que solo era una pesadilla, intentó pellizcarse los brazos, más no sintió dolor, se dio cachetadas una, dos y tres veces, pero ningún contacto le hacía sentir dolor. De pronto se vio en el reflejo de un espejo, en donde pudo ver sus labios morados, marcas purpuras bajo sus ojos, su piel pálida... Parecía un muerto en vida... Claro, si lo estuviera.

Cerró los ojos y se tomó por la cabeza, respiró hondo y, al abrir los ojos, buscó con la mirada a YoonGi.
Le encontró cruzando la puerta de entrada. Corrió hacia él, viendo como de sus ojos caían gotas de lluvia, y, al estar fuera de la casa, empezó a correr a la mitad de la calle. JungKook le siguió, empezó a correr para alcanzarlo.

El viento chocaba contra los cuerpos de YoonGi y JungKook, mas el menor no sentía algo, solo era el brillo de la luna y el vapor que salía de la boca de Min conforme más pasos daba.

Corrieron alrededor de seis cuadras y detuvieron el paso al llegar a la casa de Min, en donde el mayor entró de la manera más rápida que pudo. JungKook le seguía el paso, pensando que tal vez su novio haría una estupidez.

YoonGi no podía ver bien, las lágrimas en sus ojos se lo impedían y su respiración se iba lentamente, sentía que en cualquier momento podría morir.

Min corrió hacia su habitación y se encerró en el baño integrado. JungKook miraba con temor cada una de la acciones que hacía el mayor, temiendo cada vez por su vida; lo conocía muy bien cómo para saberlo.

YoonGi al estar dentro del cuarto de baño, buscó entre sus cosas de higiene y el botiquín de primeros auxilios, vio dentro de éste pastillas para dolores, vendas, pomadas para golpes y, al final, una cuchilla. La verdad no tenía sentido alguno que hubiera un objeto punso-cortante dentro de aquella caja, pero, por alguna cosa del destino, ahí estaba.

JungKook veía con terror como YoonGi miraba con adoración aquel objeto. Jeon sentía miedo y culpa; por su culpa YoonGi iba a morir.

—¡No lo hagas! —le gritó JungKook, intentó tomar entre sus manos aquel cuchillo, pero simplemente era algo inútil.

Min cerró los ojos con fuerza y dejó ir un grito de dolor, que se escuchó por toda la calle desierta de la noche. Apretó con fuerza el mango del cuchillo, y sin abrir los ojos, cortó su antebrazo de forma vertical. Fue rápido, sin miedo y con valor.

—¡Basta! ¡Para! —gritó JungKook de nuevo, sintiendo lágrimas en sus ojos. Lo único que los oídos de YoonGi escuchaban, eran sus  propios sollozos y las gotas de sangre al caer al suelo— Por favor...

Se le quebró la voz a Jeon al ver como su novio hacía lo mismo que con su otro brazo. Un corte igual de limpio, con la misma rapidez y con el mismo sentimiento.

JungKook se sentía destrozado, y se sintió peor al ver la sonrisa que dio su novio antes de que cayera al suelo, como la cuchilla momentos antes.

Jeon gritó con dolor viendo como su novio hacía inconsciente en el suelo, con sus ropas manchadas de sangre. Y lo que le dolía más, era la sonrisa en el rostro de Min; estaba feliz por lo que había hecho.

El menor, al notar como poco a poco la vida de su novio se iba yendo por esas cortadas, decidió ir afuera en busca de ayuda. Sonaba totalmente absurdo, pero él no podía permitir que su novio muriera, olvidándose por un momento que estaba muerto.

Bajó las escaleras lo mas rápido posible y salió de la casa Min, se fue a la mitad de la calle y empezó a gritar por ayuda; pareciera como si no estuviera nadie en el planeta más que él.

JungKook gritaba con todas sus fuerza hasta el punto en el que cayó de rodillas en mitad de la calle, y se dio por vencido. Sin embargo, levantó la mirada al escuchar la voz que tanto amaba.

—JungKook... —su voz sonó ronca y pesada, como si no supiera que estaba pasando.

Jeon se levantó en seguida y se cruzó con la mirada gatuna de su amado, quién lo miraba con preocupación. JungKook no lo pudo soportar más, corrió hacia él y lo abrazó con todas sus fuerzas, mientras escondía su cabeza en el cuello y hombro de YoonGi.

—¿Por qué lo hiciste? —preguntó en un susurro el menor, al momento que hacía sus manos puño.

—No sé de que... —le interrumpió el menor.

—De esto —JungKook tomó las muñecas de YoonGi y se las mostró, así dejando ver cicatrices profundas.

YoonGi, cuando vio las cicatrices, recordó como había muerto y, entonces, sonrió de nuevo. Ya tenía la respuesta.

—Porque no puedo vivir sin ti —dijo con alegría antes de darle un beso en los labios a su novio.

Ahora nada ni nadie lo podría separar... Ni siquiera la muerte lo podría hacerlo.

small worlds | yoonkookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora