Durante varios años JA'FAR a sido el mejor amigo, compañero y asesor de Sinbad; el rey de recién fundado Sindria.
Una Noche recibieron un mensaje de auxilio de tierras distantes en los océanos del Norte.
El rey acompañado de sus generales llegó a es...
Habían pasado días... Quizás semanas desde el ataque de Judal así como las preguntas que me hacía a diario sobre (T/N) que todas las noches me la pasaba encerrado en la Biblioteca; tenía algunas notas pero se que la información que busco va más alla de nuestro tiempo.
—“No entiendo, este es otro idioma... Una lengua muerta... De nuevo estoy estancado”—
Me deje caer sobre la mesa frotando mi cara con ambas manos, estaba desesperado y cansado que hasta mis párpados parecían tener más y más peso hasta caer dormido.
—“Anda despierta... Ja'far... No puedes quedarte dormido ahora...”—
Escuchaba a la lejos una voz conocida, la verdad me era muy familiar. Sentí una fuerte luz y cuando menos veía estaba en un barco navegando tranquilo por el mar.
—“Q-Qué? Cómo? Dónde?”— me pregunté varas veces mirando a mi alrededor. Era un barco; mire las velas, era nuestro...
—“Vaya hasta que despiertas por fin! Rurumu se enojara si te ve dormido durante tu tarea”— Esa voz... Era.. De...
Me gire hacia atrás notando a AMÈLIA! Pero era imposible; ella había muerto... Aunque se veía más joven y claramente la tenía delante mío con su típico gesto de molestia y sus manos colocadas en sus caderas. Aunque verla era como ver a (T/N); se parecía a su madre.
—“Am yo... Me quedé dormido?”—
—“Si, incluso hablabas dormido... Hay algo que te preocupa?”—
Yo me quedé pensativo un momento mientras ella se sentaba a un lado de mi. No sabía si preguntarle o no; quizás era mi única oportunidad de saber algo más acerca de Souville y el porque los habían atacado.
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—“Quizás si... Rouhem y tu son de Souville; tienen una gran historia... Y bueno; leí una vez acerca de... De... Algo, sobre... Un secreto...”—
Mi boca se secaba, estaba nervioso, pero debía hacerlo. Tenía que saber aún más.
—“Secreto?...”—
—“Los guardianes de Sheba, te suena familiar?”—
La mire finalmente a sus ojos; ella tenía la mirada baja como misteriosa en un umbral. No contestó y creí que había hecho algo mal;
—“Amèlia yo...”—
Pero antes de que dijera algo ella me tomo de la mano y me metió corriendo abajo del barco. Cruzamos las cajas y los barriles hasta llegar a su habitación y la de Rouhem; el estaba allí... Sentado, muy serio mientras revisaba unos contratos de Sindria y Souville hasta que el portazo lo distrajo de su lectura.
—“Que pasa? Están pálidos, acaso se sienten bien?”—
—“Bueno yo si estoy bien... Muy bien, perfectamente bien...”— respondí nervioso hasta que una caja golpeó el rostro de Rouhem y lo hizo caer.
