11. Suebre Music

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—Papá, ¿por qué la discográfica tiene un nombre tan raro?

—¿Cuál, Alejandro? ¿Suebre Music? ¿Te parece raro?

—Sí... Mucho... "Suebre" no significa nada.

—Huy, sí. Significa mucho. Pero es un secreto.

—¿Un secreto?

—Sí. ¿Crees que ya eres mayor para saberlo?

—Sí, sí, sí. Sí, papá. Soy mayor. Emmita dice que sé guardar muy bien los secretos.

—Vale, pues... Ese nombre tan raro en realidad es como un jeroglífico. Viene de dos palabras... Dos palabras que no puedes olvidar nunca. Ni Emma, ni Helga, ni tú, ¿vale?

—Sí. Pero, ¿cuáles? ¿Cuáles?

—"Sueña libre", Alejandro. Sueña alto y sé siempre libre.

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(Alejandro)

Los hermanos medianos tendemos a pasar desapercibidos, pero eso a mí nunca me ha importado, porque me dejaba libertad de movimientos para hacer lo que quisiera. Aunque, a veces, pudiera sorprender a los demás. Como el día que le pedí a papá ir a Suebre Music con él. Recordaba que, cuando había empezado a dedicarme mis ratitos de música, una de las primeras cosas que hice fue preguntarle por el nombre de la discográfica. Tengo grabado en mi memoria el brillo en los ojos de Emma cada vez que la mencionaba o que iba allí con papá.

—¿Pero por qué te hace tanta ilusión, Emmita? —le pregunté un día, mientras acababa de arreglarse los rizos para acompañar a papá a Suebre Music.

Ella me había dedicado una larga mirada pensativa, pero había acabado encogiéndose de hombros y tocándome el pelo con descuido.

—Tendrás que preguntárselo un día a papá, Alejandro. Él te lo contará, igual que me lo contó a mí.

Así que, desde entonces, siempre había tenido mucha curiosidad. Y, en cuanto encontré el momento, no lo dejé escapar. Reconozco que me sorprendió mucho, pero claro, entonces aún no comprendía tan bien a papá. Y la discográfica para mí no era más que otro trabajo de los muchos que tenía y que le absorbían tanto tiempo. Mientras que a Emma le ilusionaban todas las novedades y le encantaba ir con papá, sobre todo cuando iba a grabar algún cantante o grupo que le gustaba, a mí nunca me había llamado tanto la atención... Hasta que papá me ganó por derecho propio.

Así que le pedí ir con él a Suebre Music al poco de nuestro improvisado viaje a Pamplona. Papá me había robado el corazón, después de todo, y mi cabecita no dejaba de pensar planes que pudiera hacer con él o ideas que le gustaran. Porque él nos había demostrado cuánto nos quería, y cuánto quería a mamá. Y ahora yo quería demostrárselo también. Aunque tampoco podía negar que era una forma de ganar espacio con Helga, que últimamente estaba más pesada de lo normal. ¿Qué era esa tontería de que no quería saber nada de la música? La verdad es que yo no entendía nada.

Aun así, claramente papá no se lo esperaba, porque me miró entre confundido y extrañado.

—¿Pero estás seguro, Alejandro? Que ya sabes que los sábados suelo estar allí hasta media tarde.

Yo asentí con fuerza.

—Emma va contigo muchas veces y vuelve siempre muy contenta —le respondí, convencido.

Y eso pareció encajarle más, porque se limitó a sonreír tiernamente y a acariciarme el pelo. Ahora que lo pienso, debía tener un pelo muy suave, porque a todo el mundo le encantaba acariciármelo.

Una voz compartidaWhere stories live. Discover now