O N C E

492 42 87
                                    

Nuestro tutor, el señor Howard, nos acababa de anunciar que nuestro viaje de fin de curso sería un maravilloso crucero por el Caribe. Toda la clase estaba celebrándolo, aplaudían y gritaban como unos locos, y yo también debería haber hecho lo mismo, pero no tenía demasiadas ganas. Llevaba más de una semana con los ánimos por los suelos. Al principio pensé que sería por la regla, pero ningún dolor menstrual te hace estar de bajona durante tanto tiempo, era verdaderamente extraño. También había notado que mi rendimiento en clase estaba cayendo en picado. Nunca había sido una estudiante de dieces, pero jamás había bajado del siete y, ayer, por primera vez en toda mi vida, recibí un suspenso.

Y no, no fue con un simple cuatro, sino con un dos y medio.

Cuando vi la nota se me aguaron los ojos, pero tuve que tragarme la angustia y fingir que no me había afectado. No quería que nadie me viera montar un berrinche en mitad de clase por un suspenso, ya era mayorcita para llorar por cosas así. Además, tenía problemas más importantes en la cabeza.

Como por ejemplo, descubrir qué narices pasaba entre Carter y Kim.

Se habían besado, eso era un hecho. Pero, ¿cómo? ¿por qué? ¿cuándo? Carter y yo nos pasamos prácticamente toda la fiesta juntos, era imposible. Bueno, nos separamos cuando Austin vino a hablar conmigo, pero aun así, no fue tanto tiempo como para que les diera tiempo a enrrollarse, joder.

¿Y por qué coño me importaba tanto? Mi prima podía besarse con quien le diera la gana, siempre lo había hecho, pero Carter...

No me esperaba que fuera a conseguir algo con él.

—Lo primero que haré en cuanto embarquemos será imitar la mítica escena de Titanic —escuché explicar a Danna, con un entusiasmo todavía mayor que el de mis compañeros. Yo hacía ver que la escuchaba mientras intentaba fatalmente poner la combinación de mi taquilla.

—Yo no sé si iré —respondió triste mi prima, abrazándose a su libro de historia—. Los barcos me dan náuseas y no sé si estoy preparada para un crucero de tantas horas.

—¡Tienes que ir! No puedes perderte una experiencia así, es una vez en la vida —intentó convencerla mi amiga—. Además, será el primer viaje que hagamos las tres juntas.

Nos pasó un brazo por encima a cada una y nos abrazó. Pese a mi mal humor, forcé una sonrisa de labios cerrados y palmeé su espalda. Tenía razón, iba a ser el primer viaje que haríamos juntas, y estaba segura de que sería una pasada.

—Tendrás que hacer un esfuerzo, Kim —intenté convencerla yo también—. Sino iremos hasta tu casa y te sacaremos a la fuerza. Tú decides.

Mi prima bajó la mirada y la dejó estancada en sus pies, después se encogió de hombros.

—Mira, ¿Tienes idea de la cantidad de tíos buenos que conoceremos en el barco? —Probó una última vez Danna, sacándole el tema que más le gustaba—. El señor Howard me chivó que irían otros institutos. ¿De verdad vas a perder la oportunidad de tener una noche loca?

—No quiero tener una noche loca —se negó en rotundo, dejándonos a Danna y a mí con la boca abierta—. Ya tengo a alguien.

Mi corazón sufrió un leve paro cardíaco. Un golpe seco y rápido. No podía ser, ¿Acaso ella y Carter...? No, ni de coña. Era imposible.

—¿Cómooooo? ¿Estás saliendo con alguien, so perra? —la insultó Danna, obviamente en coña. Después se dirigió a mí—. Y la tía sin decirnos nada. Menuda vergüenza.

—Nono, no estamos saliendo, pero... —Lo cierto es que no escuché lo que dijo después, el alivio que sentí fue tan grande que creí quedarme sorda por un par de segundos. Aunque mi cuerpo no tardó en volver a tensarse, pues lo que estaba sintiendo no me hacía ninguna gracia.

The real youWhere stories live. Discover now