D I E C I S É I S

399 46 77
                                    

Domingo

Era impresionante la capacidad que tenía una simple palabra para arruinar tu día entero. Parecía haber sido inventada por el Diablo con el único fin de amargar a la humanidad para que terminaran suicidándose y, como el suicido supuestamente era pecado, arder en el mismísimo infierno. Vale, quizá estaba exagerando, pero al menos yo lo veía así.

Y más si tenía que pasarme la tarde enterita estudiando.

La semana siguiente comenzábamos los exámenes finales, y mi madre se había encargado personalmente de amenazarme con que como no sacase en todo un puto notable que me olvidase del viaje de fin del curso por el Caribe. Ay, madres. Siempre saben tus puntos débiles.

Había llamado a Kim y Danna para que fuéramos a comprar unas patatas y hacer una ''tarde de estudio'' en mi casa. Necesitaba distraerme un poco, y más después de todo lo que me contó Carter la tarde anterior. El pobre acabó muy afectado. Jamás le había visto así; tan vulnerable, tan triste, tan distinto. Él siempre se había mostrado como una persona risueña y despreocupada, que nada le afectaba ni importaba. Qué equivocada había estado. Carter también era una persona, joder. Con miedos e inseguridades, como todos. Debería haberle visto de esa forma hace mucho tiempo. Puede que de esa manera no hubiese sido tan estúpida con él.

En parte me sentía hasta mal, yo no merecía que me contase nada. No merecía sus palabras amables ni las miradas que me echaba cuando creía que no le prestaba atención. Nada de eso, pero, se me hacía tan difícil renunciar a él... Carter me gustaba, y mucho, y ya estaba un poco cansada de tener que ocultarlo. Todavía sonreía como una idiota al recordar el día que se subió a una puta mesa del comedor para encarnar a Britney Spears, y todo por mí, para demostrarme que se la sudaba quedar mal delante de los demás. Hacía años que no hablábamos, probablemente yo ni siquiera le importase, pero aun así, tuvo los cojones de ponerse un mono de látex y dejarnos a todos con la boca abierta.

¿Dónde iba a encontrar otro chico así? Carter era único, joder. Y ya era hora de que alguien se lo hiciera saber.

Estaba a punto de prepararme para reunirme con mis amigas cuando recibí un mensaje de Danna. La muy cabrona decía que no podía venir porque había quedado con otra youtuber para grabar un vídeo muy importante. ''¿Más importante que los exámenes finales?'' Le pregunté, a lo que ella me contestó con un ''Por supuesto''. Danna no tenía remedio, siempre se escaqueaba de todo, y aun así seguro que aprobaba la tía. Ella era de esas personas que no estudiaban una mierda y a final de curso sacaban un sobresaliente hasta en matemáticas. Cómo la envidiaba... Ojalá hubiese tenido yo ese superpoder.

Resumiendo, que me había dejado sola con Kim. Y la verdad es que estaba cagadita de miedo. Todavía tenía pesadillas con que se le fuera la pinza y me confesase que sí que había visto el vídeo y que se había hecho la loca para poder asesinarme entre terribles sufrimientos. Demasiado estaba tardando en contarme algo, o demasiado estaba exagerando yo. Danna no era tan famosa como para que el vídeo hubiese llegado a tanta gente, podría ser verdad que Kim no tuviera ni idea de su existencia. De todas formas, prefería ir con pies de plomo. Tratándose de mi prima, nunca se sabía. Era experta en ocultar cosas.

-¿Compramos las patatas de cebolla o las de queso? -preguntó Kim, alzando un paquete en cada mano.

-¿No podemos comprar unas un poco más... discretas? Me gustaría no apestar mi habitación.

-¡Pero estas tienen un 50% de descuento! -justificó.

¿Cómo una persona con tanto dinero podía ser tan tacaña?

-Compra lo que quieras -suspiré, porque sabía que aunque me negase, terminaría haciendo lo que quisiera. Kim era como una niña pequeña. Me plantó un ruidoso beso en la mejilla y lanzó las dos bolsas dentro de la cesta.

The real youDonde viven las historias. Descúbrelo ahora