capítulo 5

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El reloj marcaba las 4:13 de la mañana.

La tensión en Mimi ya había disminuido, gracias al alcohol y a que se distrajo bastante dándolo todo junto a Agoney, Ana y Ricky. Bueno... Ricky ya no, es que era la hora de su escapadita con Kibo, pero vamos que en una hora más o menos estaría de vuelta.

Miriam seguía con... su ¿follamigo?

Sí, vamos a ponerle ese nombre, al fin y al cabo entre ellos no había nada mas allá que algún que otro encuentro sexual fortuito.
La verdad es que no se habían separado en toda la noche, cualquiera que no les conociera seguramente pensaría que eran pareja, pero bueno, la gallega se estaba divirtiendo bailando con él que era lo importante, aunque eso sí, a diferencia del inicio de la noche ella también había acabado abusando lo que viene a ser un poco bastante del alcohol.

— ¿Qué es ese barullo? —preguntaba Mimi frunciendo el ceño al ver a toda la gente del reservado agrupada cerca de la terraza.

— No tengo ni idea... —respondía Ana.

— A Raoul se le ve preocupado. —se sorprendía Agoney cuando veía al catalán acercarse y comenzar a perder los nervios.

— ¿Y Miriam? ¿Dónde está Miriam? —todos empezaron a buscarla desde lejos, pero no dieron con ella— Mierda... —susurró Mimi instantes antes de salir disparada hacía aquel cúmulo de gente— A ver quitad, ¡dejadme pasar coño! —gritaba haciéndose hueco entre los invitados.

Blanca.

Así es como se quedó Mimi, al ver a Miriam tendida en el suelo, y aparentemente inconsciente.

— ¿Qué coño ha pasado? —le reprochaba Mimi al acompañante de la gallega.

— No sé, estabámos bailando y de repente se ha desmayado.

— ¿Qué habéis hecho en el baño? ¿La has drogado cabrón? —preguntaba de mala hostia mientras llevaba la cabeza de Miriam contra su pecho.

— No, no, por dios... Simplemente creo que ha bebido bastante a lo largo de la noche...

— ¿Y no eres capaz de decirle que pare? ¿Eres imbécil o qué? —le decía al chico mientras se pasaba el brazo de Miriam alrededor de su cuello para levantarla.

Con delicadeza y cuidado, la granadina desplazó a Miriam hacia la terraza exterior y la sentó despacio en uno de los acolchados asientos, sintiendo como el chico aún sin nombre, venía detrás.

— Creía que lo estaba controlando, como las demás noches. —apuntaba el chico asustado viendo como Miriam, aunque ya con mejor color, aún no parecía poder abrir los ojos.

— Como las demás noches... —chistaba la granadina bastante asqueada— Claro... Tú solo esperabas a que se pusiera hasta las cejas para luego follártela sin problemas ¿no?

— Te estás equivocando... —hablaba el chico algo intimidado por la hostil actitud de la granadina—Miriam y yo nunca hemos llegado más allá de los besos, excepto una vez la cual fue por la mañana al despertarnos en la misma cama, por lo que ella era totalmente consciente.

— Claro, y antes en el baño solo habéis echado una partidita al parchís ¿no?

— Pues casi. Joder, de verdad que siempre que vamos al baño solo es para liamos pues le da corte hacerlo delante de toda la gente, no llegamos a nada más.

Vale, eso era algo que a Mimi le cuadraba viniendo de Miriam, pues la gallega siempre había sido muy pudorosa para mostrarse en esas tesituras.

— ¿Y aquella vez que os fuisteis tú y otro chaval con ella al baño tampoco hicisteis nada? —le recriminaba.

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