capítulo 10

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— ¿Entonces cenamos primero los cuatro y luego vienen los demás para tomar algo? —sonaba Agoney al otro lado de la línea.

— A tomar algo no Agoney, a emborracharse, vamos a llamar a las cosas por su nombre, y sí, cenamos los cuatro, pedimos cualquier tontería y ya está.

Vale pues a las 21:00 estamos allí, ¿llevamos algo?

— Si tenéis alcohol traedlo, no creo que tengamos suficiente con lo que tenemos Mimi y yo aquí, que viene Amaia... —ambos chicos rieron.

Vale, pasaremos a comprar algo.

Se despidieron, y cortaron la llamada.

Hacía ya dos días desde que llegaron a Madrid del concierto en Pineda, y como bien pensó Ricky, la fiesta se tenía que hacer y se iba a hacer en su casa. Así, si se cogía una cogorza muy gorda, la cama no le pillaba muy lejos.

Tanto el mallorquín como el canario, planearon hacer una cena antes, una cena en la que solo estuvieran ambos chicos, Mimi y Miriam. Para tantear un poco como estaban las cosas entre ellas y ver si podían mediar entre las rubias para acercarlas un poco y que solucionaran su ¿malentendido?

Es que ni Ricky, ni Agoney, sabían muy bien que les pasaba pues había sido todo muy extraño, es decir, sabían que Mimi le había confesado a Miriam que sentía algo por ella, pero que eso las llevase a dejar de hablarse era algo que ninguno de los dos entendía.

Así que por eso decidieron planear el hecho de cenar los cuatro antes, aunque ambas rubias no fueran conscientes de ese plan, en principio se suponía que iban a cenar todos, Amaia, Aitana, Ana, Roi, Cepeda, Raoul, Agoney, Ricky y ellas, pero no, los demás se unirían luego, solamente para la fiesta.

A decir verdad Ricky tenía todas sus esperanzas en que aquello saliese bien, rezaba para que aquello saliese bien.
No le era plato de buen gusto ver a Mimi tan apagada y cabreada a la vez. Para Ricky era como su hermana, siempre lo fue, la conexión entre esos dos era algo inquebrantable y bien forjado, eran almas gemelas, y si no se hubiesen encontrado en la academia, ambos estaban seguros de que lo hubiesen hecho en cualquier otro sitio.

Al llegar la tarde, Mimi llegó a casa, tuvo la mañana ocupada con reuniones junto a Magí, su manager, para lo que iba a ser su posible participación en Tu Cara Me Suena.
Ricky le habló del plan de esa noche, y la granadina aceptó con gusto, siempre le apetecía bastante el hecho de reunirse con sus compañeros. También dijo que sí a la cena, claro que Ricky olvidó comentarle quienes iban a ser los que la integrasen. Pero el mallorquín sabía, que cuando llegase el momento, Mimi tampoco le reprocharía el hecho de no habérselo concretado.

Cuando los amigos terminaron de hablar sobre el plan de esa noche, Mimi se retiró a echarse la siesta, aunque a penas la fuese a disfrutar dos horas, pero bueno, algo es algo y debía reponer fuerzas para esa noche, quería pasárselo bien, necesitaba pasárselo bien.

Llegadas las siete y media de esa tarde, Ricky despertó a la granadina, a la que le costó, como siempre, más de veinte minutos levantarse, y es que ella juraría que solo llevaba dormida diez minutos, pero debido a la insistencia del mallorquín, se decidió por levantarse y comenzar a prepararse.

Tras una ducha rápida, para quitarse la cara de ensoñación, la granadina no tardó mucho en arreglarse, porque tampoco se esmeró demasiado en hacerlo, no lo veía necesario, pues parar estar en su casa, no se iba a poner unos taconazos sinceramente. Así que se decidió por un top negro, a juego de unos pantalones de cintura alta bastante holgados, que le daban más libertad a la hora de bailar, y unos zapatos de plataforma del mismo color. Se onduló el pelo, para cambiar su habitual peinado y darle volumen, y el toque de color del look lo llevaban sus labios con un rojo carmín. De maquillaje, a parte de eso, no llevaba más que el eyeliner bien marcado, y un poco de sombra oscura en los párpados.

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