Capítulo 1. La mitad de ella. Recuento de su vida.

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"La noche gritaba desde la ventana, queriendo colarse en la cocina.

El aire era espeso. Turbio y caliente.

Un suave suspiro despedía el humo del cigarro, sostenido por los dedos temblorosos."


Capítulo 1. La mitad de ella. Recuento de su vida.

El abrazo. Ese profundo abrazo.

El de su padre, que le susurraba al oído "Nunca dejes de confiar en Dios, hija".

El halo de luz del fondo se hizo más intenso, hasta provocarle dolor.

Podía sentir en su cuerpo la calidez, la sensación de seguridad, el amor de su padre. Todo estaría bien ¿verdad?

"¿Verdad? " preguntó en un grito aferrándose a los brazos de su progenitor. Y mientras el temor se transformaba en tristeza, el blanco resplandor los hizo desaparecer a ambos, como en la última escena de un drama teatral.

Entonces abrió los ojos.

Algo sobresaltada se sentó en la cama, y mirando alrededor, vio que aún era de madrugada.

Los primeros rayos del sol se esmeraban por levantarse desde el horizonte.

Todos dormían. Todos en este mundo aún se hallaban cautivos del hechizo de Morfeo, salvo Roni.

Fue un sueño, pensó. Y volvió a desplomarse sobre el colchón, para dormir unas horas más.

- ¡Eu!- sintió a Alejandro, empujando insistente su rodilla destapada.

Se sentó a su lado, alistando un pequeño termo, y sacudió un poco la yerba dentro del mate antes de ponerle el agua.

-¿Qué hora es?- preguntó Roni, refregándose los ojos.

-Las 10.30

-Dormí tan mal -dijo ella, entrecortando un bostezo.

-Tuviste pesadillas, no paraste de moverte en toda la noche.

-Algo así, solo recuerdo el final -Se sentó en la cama y juntando los apretados rizos se ató un rodete.

El mate matinal desprendía un ligero vapor perfumado a tierra misionera.

La mañana entraba impaciente por las rejas llenando la casa de claros destellos.

"Roni", como apodaban a Verónica, estiraba las piernas y alzaba los brazos mientras bostezaba de nuevo.

-Yo ya me voy -dijo Alejandro acomodándose la camisa dentro del pantalón.

-Okey.

-¡Mamiii! -una criaturilla de bucles claros y ojos gigantes entró al cuarto corriendo.

-Dile adiós a papá -mencionó Roni, saludando de la cama.

-¡Adiós papi!

-Adiós. -Alejandro salió del cuarto y Roni se asomó a la ventana con Victoria en los brazos, para verlo cruzar el patio frontal camino a la parada de la esquina.

-Mmmm... ¡Estamos solas!

-¡Si! -exclamó sonriente la niña.

Ambas fueron a la cocina, y Roni preparó el desayuno de Victoria, de 3 años, quien improvisaba como ponerse su disfraz de princesa.

La madre dispuso una taza de leche con forma de osito sobre la mesa y algunas galletas.

La pequeña vino al trote como un cachorro hambriento.

ENCANTADOR DE ALMASWhere stories live. Discover now