Capítulo 2. Final de un día. Comienzo de una noche.

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Capítulo 2. Final de un día. Comienzo de una noche.

-¡Maaaamiiiii!-

Un golpe seco dejó la mejilla de Roni picando.

-¡Que mier...! Victoria ¿es este modo de despertar a mami? -dijo, subiendo a la pequeña a la cama.

Roni se había quedado dormida. Afuera la tarde caía, apagando el sol .

Alejandro llegaba a casa y los tres se sentaban en la cama matrimonial para cenar unos sándwiches viendo la tv.

-¿Qué tal tu día? -interrogó el.

-Bien ¿el tuyo?

-Cansador. Y ¿ya sabes que es lo que soñaste?

-¿Por qué todos quieren saber lo que soñé?

-No lo sé. Tal vez sea como una especie de visión. A decir verdad siempre pensé que eras una bruja.

-De serlo no dudaría en liquidarte.

-Lo se mi amor, por eso me alegra que solo seas tú. -y sonrió socarrón, acariciándole la rodilla.

-Sabes que te prenderia fuego- insistió Roni.

-Estoy seguro que de niña dabas mucho miedo. ..dejame decirte. ..si me haces algo volveré del infierno para atormentarte.

-¿Aun mas?

-Por siempre jamás-contestó Alejandro.

Ambos se miraron con mueca graciosa y cierto aire de ironía.

Roni no tenía ninguna intención de complicarse por algo tan idiota como un sueño. Buscando respuestas extrañas a preguntas que siquiera se hacía.

Se conformaba con hacer de su rutina el no causarle mal a nadie. El ser una buena persona, un día a la vez. Aplicar todo aquello que la vida le había enseñado callendo, y levantandose para no volver a errar.

Se sabía sí , conciente de su capacidad de herir o destruir, facultad que todo ser humano posee. Y al contrario de Alejandro, trataba de lidiar con sus defectos y la oscuridad que había en ella.

Los años con Alejandro la habían vuelto sumisa. Pero aún así poseía un pésimo humor. Era rencorosa, capaz de estallar y decir las cosas mas horribles. Sumamente impaciente.

Tenia también la manía incontrolable de deambular por la casa en la noche, al no poder dormir.

Roni llevó las cosas a la cocina, dejandolas en el fregadero.

-Ven a la cama-oyó desde la habitación, y suspiró.

Con las luces apagadas , vencida por el silencio , hizo de la helada porcelana de su piel una coraza para cualquier emoción, para prohibirse sentir, frente al abance de Alejandro sobre ella.

-¿Ya te vas?-preguntó él luego de concretar el acto sexual, cubriendose hasta la cintura con una sabana.

-Si, no podre dormir. Voy a hacerme un te y a esperar que me dé sueño.

Fue directo a prender la ornalla. Puso la pava. Se colocó los auriculares para escuchar música un rato . Todo sin prender una sola luz.

Una inusitada tristeza le latió en el pecho. No le gustaba que él la toque. Pero no podía negarse. Siempre terminaba por sentirse igual.

Hacia tiempo se había resignado a pagar su cuota en este mundo. Tampoco era tan horrible. Tenía una vida promedio. Y la tenía a Victoria.

Fue sigilosamente a ver que esta durmiera. Tomo una manta, y la arropó con todo el amor que jamás podría sentir por nadie más.

Volvió por la pava, y al ritmo de alguna canción , se puso a caminotear por la sala con la taza en la mano.

La noche era densa. Ese era el momento del día que mas disfrutaba. Cuando al fin estaba sola con sus pensamientos.

Un vendaval parecía azotar las ramas en el exterior y algun que otro relámpago iluminaba todo por momentos. Roni divago sin rumbo hasta las 2 de la mañana, mirando por instantes de reojo a la tormenta que se avecinaba, inmersa en la música. El agua no tardaría en llegar.

De pronto la clara luz de un rayo se dibujó irregular en el cielo, y el viento soplo con fuerza imperiosa hacia la casa, volando al tope la cortina.

Tras la ventana, la distraída Roni creyó ver una silueta. Un hombre; se ojos tan claros que parecían blancos. Muy alto. Hasta se percibía buen mozo. Con una siniestra sonrisa.

Su cuerpo se paralizó.

Cada bello de su cuerpo se erizó a la par. Su corazón golpeó con fuerza y su piel empalidecio.

La cortina se cerró, e inmediatamente, una lluvia torrencial se desplomó con gran poder.

Roni se quitó los auriculares de un tirón. Se decidió a tomar las llaves y salir. Si había alguien allí, lo hecharia a golpes, a pesar de tener un miedo espantoso.

Giró las llaves. El último "clic" fue una agonía. Se propuso abrir la puerta intempestivamente para sorprender al invasor.

Así lo hizo. Y salió frenética, tratando de lucir muy mala, para notar , anonadada , que no había nadie.

Rápidamente su cuerpo se empapó con la tibia lluvia. Su respiración agitada fue mermando de a poco. De verdad no había nadie allí. Observó por todas partes. Incluso salió a la vereda.

Nada.

El rodete en su pelo se desarmó por el peso del agua. Sus pies la llevaron raudamente a la puerta de entrada, pero antes de que pudiera poner uno de ellos dentro de la cocina, oyó una voz masculina y sensual decir en tono imperativo : "ponte a trabajar" y luego reir.

Roni giró sobre si con los ojos desorbitados. Viendo que la adrenalina ya la hacía temblar se metió a la casa y cerró, apoyando la espalda en la puerta.

Trató de calmarse, pero sus piernas no paraban de tiritar.

"Fue solo la tormenta, Roni, vamos"... corrió al baño y tomo una toalla. Luego se envolvió con ella e hizo algo que jamás creería sería capaz de hacer ; se metió a la cama de un salto y abrazo a Alejandro, escondiendo la cabeza en su pecho.

-Mmmm...estas mojada-balbuceo él, y siguió durmiendo tirándole una pierna encima.

Entonces Roni pudo respirar.

Tras analizarlo muchas veces , ya casi rendida por el sueño, se determinó a pensar que todo sería fruto de su cansancio y magia de la tormenta.

No estaba muy convencida, pero había sentido tal temor, que no quería creer en ninguna otra explicación. Hasta sintió gracia luego de un rato , de su absurda reacción, y se río en silencio, para al fin, quedarse dormida.


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