2. El buen amigo Zach

10 1 0
                                    

Heather

Durante todo el almuerzo (me propuse ser normal y comer en la cafetería) me sentí observada. No podía concentrarme en mi libro debido a eso, y eso era lo peor que podía pasarme.

No, lo peor que podría pasarme era que se me perdiera un libro. Porque ya no tengo dinero para comprar más.

Qué triste es mi vida.

Estaba a punto de llorar cuando vi que sólo me quedaban cuatro páginas para acabar con mi libro, el cual comencé hace tres días.

Esto no puede terminar, ¿Qué se supone que haga después? ¿Leer otro libro? Por supuesto.

Ay Dios, ay Dios. Necesito un Garret Graham en mi vida, Dios, mándamelo.

—Hola, tú —Dios, pensé que tenías buen gusto.

Dios: pides imposibles nena.

Traté de ignorar al imbécil de Justin Miller leyendo. Este chico es el peor, se cree la última gota de agua en el desierto y cree que todos lo desean. Bueno, todos sí lo desean, menos yo, y eso parece molestarlo, pero ¿Qué quiere que haga? No me gusta, es que no me gusta, ni que fuera Christian Grey o algo.

—Te estoy hablando —¡me vale madres we!

—Felicidades —vociferé apartando mi vista del libro para verlo, sonriendo mordaz.

—¿Por qué eres así? —parecía estar tratando de controlarse, seguro quiere matarme ahora mismo.

—¿Así cómo? —pregunté bruscamente.

—Asocial, torpe y rara —¿y ese wey qué? ¿Quién madres le dio derecho de opinar sobre mí?

—Me llamas rara, y tú eres el que se molesta porque una persona no lo desea —bromeé sin poder evitarlo. Me miraba enojado.

—Morirás sola con todos tus libros —masculló tratando de herirme, que gracioso.

—Entonces no moriré sola —le guiñé un ojo riendo.

—Eres insoportable —espetó.

—Podría decir lo mismo de ti —repliqué tomando mi libro y dándome la vuelta, moviendo mi pelo como una diva esperando que le haya golpeado la cara. Salí de la cafetería y me encaminé a mi casillero, todavía riendo de lo que acababa de pasar.

O sea, por el Ángel. Que chico más idiota.

Raziel: ni que lo digas amix.

Fui a mi casillero para dejar el libro ya terminado. Con melancolía lo dejé apilado junto con los otros y cerré mi casillero aguantando las lágrimas.

Supongo que hoy haré algo productivo y normal.

Con una sonrisa me encaminé a la biblioteca y me senté en una de las mesas solas, me quedé un rato pensando antes de ir por un libro.

Bendito sea el chico que se casará conmigo.

—¡Hola! —volteé asustada ante la voz masculina detrás de mí. Era Zach Wettels, el mejor amigo de mi ahora peor enemigo. Estoy segurísima de que viene a hablar de Justin.

—¿Qué onda? —saludé observando un libro de la repisa. Lo saqué y miré la portada "Lo que todo gato quiere, miau". Necesito esto.

—Seguro conoces a mi amigo Justin... —lo miré por un momento, gritando en mi mente "¡lo sabía!". Leí la descripción del libro mientras le asentía a Zach.

—Claro, el que tiene los humitos muy arriba —contesté y él rió.

¿Chicos guapos que se convierten en vampiros? Vamos, ¡eso ya pasó de moda! Además, realmente no creo que alguien sea guapo lleno de sangre. ¡Puaj!

Sí, definitivamente me robaré este libro.

—Bueno, él dice que te odia por haberlo ignorado —reí sin poder evitarlo mientras me felicito mentalmente—. Así qué, si no lo quieres detrás de ti cada día de la semana, será mejor que vayas con él y le digas; "Hey, eres genial. Te amo"

—Primero muerta —repliqué volviendo a leer, Zach bufó.

¿Chicos fuertes que se convierten en lobos? Táchalo. ¿Sexys demonios? ¿Encantadores ángeles? ¿Qué es esto? ¿Una loca película épica? No, mejor sal a pasear, y quizá te encuentres con un gato, que te cambie la vida.

—Yo te lo advertí —rodé los ojos al ver que todavía no se había ido. Intenté irme yo, pero él me lo impidió poniendo una mano en mi hombro—. ¿Quieres formar parte del grupo "Odiamos a Justin Miller"? —preguntó con una rapidez inconfundible, este es pariente de Flash señores.

—¿Qué? —murmuré y él se puso tan rojo como un rábano en insolación.

Ron Weasley: ¡plagio!

—Es que no sabía que decir para que te quedaras —confesó.

—Mira niño bonito —él sonrió—. Si esto es una apuesta para ver quien se tira primero a la virgen te juro Zach Wettels, que te parto la madre.

—¡No es una apuesta! —exclamó indignado, la bibliotecaria le hizo el típico "shhhhhhhhh"— Lo siento.

—¿Entonces? ¿Por qué Zach Wettels y Justin Miller de pronto saben que existo? He leído libros como esto Zach, y no terminará siendo el estúpido cliché de yo estando perdidamente enamorada de uno de ustedes, no señor.

—Okay, me estás dando miedo —sonreí con fingida inocencia, él fingió un escalofrío—. No es una apuesta niña, es sólo que me llamó la atención que Justin estuviera tan molesto por una chica, y quise conocerte.

—Se nota que eres un buen amigo —repliqué con sarcasmo haciendo que rodara los ojos. Lo miré fijamente, buscando alguna pizca de maldad en sus ojos, pero no había nada—. Te voy a creer Wettels, pero estaré vigilándote —le hice la clásica seña de los dedos, él rió cuando mis dedos chocaron con mis lentes penosamente.

La Chica de los Libros.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora