•Se acabó, amor•

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Rin POV

No fueron diez pasos bien dados cuando ya había girado de vuelta a donde ese huevón.

¿Llorar pendejamente bajo una noche helada, olvidándome del amor propio y gozando de mi idiotez? Oh, vaya, gracias, ya tendría una vida entera para hacer eso. Pero él estaba allí, justo frente a mí, y no iba a perder esta ocasión.

Así que, con el rostro bien limpio y los ojos bien restregados para que no se notara mi acto de humillación, caminé, con paso firme y recto. Respiraba hondamente, pero con el oxígeno tan entrecortado que ni siquiera así podía sentirlo llenando bien mis pulmones. Ignoré el detestable apretón que se retorcía descaradamente hasta estrangularme la garganta. Llegué, y superándole en insolencia a todos esos síntomas que me nublaron, levanté gustosa mi mano.

Oh, querido, esa cara de sorpresa merece ser desfigurada.

Sus labios habían quedado entreabiertos antes de que mi palma azotara osadamente en su mejilla, provocando una marca rojiza en ella, y dejándome saber con ello que mi objetivo se había cumplido.

¿Cruel? Cruel él.

Len- Rin...¿eres...? ¿Eres tú? -preguntó balbuceando una vez me encontraba de espaldas, ya dispuesta a largarme de allí-. Ay, mierda. Rin, ¡espera!

Sonreí amargamente y, con una explosión de odio y satisfacción al mismo tiempo, sin siquiera tomarme la molestia de voltearme a verlo, le levanté mi dedo del medio, para continuar mi camino.

Adiós, Len.

Sentí su paso detrás de mí y, antes de intentar apresurarme, un agarre en mi muñeca me detuvo. Qué testarudez.

Rin- Saluda a Neru de mi parte. Y dile que gracias por dejarme en paz. Ahora, si me permites... -Arrebaté su mano de mi muñeca-. Debo irme.

Len- Rin, espera, por favor -rogó desde su posición. No se había acercado a mí, que ya había comenzado a caminar. Lo supe porque su voz se escuchaba más lejana-. Joder, deja que te explique, todo tiene una ra-

Neru- Len. Me parece que no has acabado conmigo.

La irritante y tirana voz de Neru me causó náuseas. Resoplé, chasqueé con mi lengua y giré mi rostro hacia atrás para ver a Len.

Rin- Anda, te están esperando.

Retomé mi paso, ese pacífico e inexpresivo que tan bien se me daba. Y, aunque odiase admitirlo, fue casi insoportable no sentir los pasos de Len detrás de mí una vez más. La había escogido a ella. Joder, la había escogido a ella pudiendo escogerme a mí.

A medida me alejaba, podía notar como mi espalda se jorobaba, como mi estómago se revolcaba y como mi mandíbula se tensaba. Mis ojos escocieron gradualmente, y de a poco mi dignidad y dureza se rompían. Antes de siquiera intentar impedirlo, nuevas lágrimas humedecieron mis mejillas. Y no sabía qué odiaba más, si el dolor que no se iba, o la frustración de no poder detener mi llanto.

Era tan impotente. Imaginé miles de panoramas, miles en los que intentaba darle la razón a Len, comprenderlo un poco más. Pero tal como pensé, hacer tal cosa me era imposible.

Una jodida orgullosa retorcida, eso era yo. Y quizás, ahora que lo descubría, algo celosa. No creía poseer las mejores cualidades, igual y tenía las peores, todas combinadas. ¿Pero acaso eso lo expiaba? ¿Acaso si yo estaba mal, él dejaba de estarlo?

Estar a tales horas, con la mujer que compartiste sentimientos y (más que probablemente) la cama, estando ya con alguien más, no era algo que simplemente podría aplaudirse así como así.

¡Aléjate!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora