Capítulo 4.

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Avery.

A la mañana siguiente, me levanté con los ánimos por el piso. Más bien, por el subsuelo. Me puse lo primero que ví en mi armario, y salí directo a la universidad. Mi mente estaba fijada en la pregunta que la señorita Miller me había planteado, creo que me olvidé hasta de desayunar. Miré mi horario, sin ganas, y comencé a buscar el aula de Artes, me paré en seco en cuanto empecé a sentir que me seguían. Me volteé con molestia, pero no había nadie, solo la soledad de los pasillos vacíos, se suponía que desde hacía unos minutos atrás debí de encontrar el salón de Artes, pero llegué tarde, y a parte de eso, no fui capaz de preguntarle a algún estudiante que deambulara. Luego de asegurarme de que definitivamente nadie me seguía, me giré y seguí buscando el aula. Paré en un desvío de pasillos, pensando en donde entrar, entonces a lo lejos divisé una puerta doble, oía ruido, debía ser ahí. Caminé con pasos rápidos, el bullicio se escuchaba cada vez más fuerte conjunto a me iba acercando, cuando llegué, me puse de puntillas intentando ver a través del cristal, salté, y entonces me quedé estática en mi sitio: no había nadie. Absolutamente nadie, y estaba segura de que había oído la bulla, cuando intenté abrir la puerta, estaba cerrada con llave, entonces me alejé unos pasos, luego, una mano pálida, algo traslúcida se estrelló contra el vidrio de la puerta, ahogué un grito, la mano de deslizaba lentamente. Corrí de regreso a ella y puse mi mano sobre el cristal, la tocaba y podía sentir el frío de ella.

—¿Quién está ahí? —Grité, no obtuve respuesta, en lugar de eso, la mano comenzó a palpar el vidrio con desesperación, estaba asustada.

Luego, la mano traspasó el vidrio, tomó la mía con fuerza y comenzó a jalarme dentro a través del vidrio, los cristales se incrustaron en mi antebrazo, grité desesperada; era como si nadie más estuviera dentro del edificio, la pálida mano seguía aferrada a mi brazo, yo con la otra mano intenté jalar mi brazo, y zafarme de su agarre, pero fue casi imposible, entonces ya no era sólo una mano, el inicio de un cabello lacio y azabache se comenzó a ver en el inicio del vidrio roto, yo seguía gritando, pero era en vano, era la única que estaba ahí.

—¡Ayuda! —Grité— ¡Adonis! ¡Alguien, ayuda!

Las lágrimas se resbalaban por mis mejillas, no quería mirar, pero entonces sentía como mi cabeza se giraba hacia ella casi involuntariamente, la chica frente a mí tenía el rostro cubierto por su cabello, su cabeza estaba gacha, su mirada estaba clavada en el piso, entonces me asusté más, pues su aspecto me daba a entender que no tenía nada de un humano normal. El silencio poco después fue suplantado por risas maquiavelicas.

—¡Suéltame, por favor! —Chillé.

Entonces, cuando mi cuerpo estaba invadido por el miedo completamente, solo un nombre desconocido vino a mi mente, mi lengua ardió por gritarlo, y lo hice.

—¡Bloody!

En cuestión de segundos, la chica me soltó. Caí directo al suelo, y miré horrorizada mi brazo, estaba sangrando, lo presioné contra la tela se mi camiseta, y miré a todos lados en busca de alguna persona viva.

—¡Avery! —Escuché. Me giré hacia el final del pasillo y vi a Adonis corriendo hacia mí, su cabello se movía con ferocidad, y entonces no había rastro alguno en él de inocencia o ternura. Detrás de él, venían Hayes, Tánes, Tristán, y Amon.

Adonis se arrodilló y me ayudó a levantarme.

—Yo, mi brazo... —Balbuceé, alcé mi brazo, y ahogué un grito: mi brazo estaba intacto, no había ni un rastro de sangre, ni tampoco rasguños. Me giré y vi el vidrio en perfecto estado, no habían restos tirados en el suelo ni nada, como si nunca hubiera pasado.

ASMODEUS © [S.S #02].Donde viven las historias. Descúbrelo ahora