Capítulo 29

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Las punzadas que venían con el intenso dolor de cabeza que tenía me estaban matando, no quería ni levantarme de la cama porque todo me daba vueltas. Mi teléfono volvió a sonar en alguna parte de mi habitación y quise callarlo con el puro pensamiento, el maldito ruido aumentaba mi dolor, pero al mismo tiempo no quería ni mover un solo musculo para silenciarlo, fuera quien fuese se iba a cansar de llamar. La noche anterior había sido una locura o al menos lo poco que recordaba, Arlene era una maldita loca con gustos muy peculiares en el sexo, le había dejado claro que el sadomasoquismo no iba conmigo, pero eso no le impidió dejarme la espalda toda marcada gracias a sus uñas. Lo malo del todo el asunto era que tenía vagos recuerdos de todo lo que había pasado anoche, Arlene no se cansó de darme alcohol y me odiaba a mí mismo en estos momentos por haber tomado tanto. Ni siquiera recordaba cómo había llegado a casa y ni a qué hora fue justamente eso.

- ¡Tyler! - Robert entró gritando a la habitación. Instintivamente me coloqué una almohada sobre la cabeza tratando de alejar el dolor.

-No grites Robert-susurré contra la almohada.

- ¿Estas en enfermo? - preguntó comenzando a brincar en la cama. Me incorporé de golpe y sostuve a mi hermano de un pie y lo hice detenerse -Deja de hacer eso-alcé la voz.

Robert me observó asustado y al ver su cara supe que me había excedido, nunca antes había reaccionado así con él, solté un largo suspiro e intenté mantener una cara serena con mi hermano, él no tenía culpa de mis estupideces.

- ¿Tienes idea de que hora es? -pregunté alborotando su cabello. Él meneó su cabeza en negación y salió corriendo de mi cuarto. Me volví a recostar en la cama y coloqué un brazo sobre mi frente cuando volví a escuchar el sonido de mi teléfono, me levanté rápidamente tratando de seguir el ruido y supe que había sido una mala idea cuando sentí como se me revolvía el estómago, caminé al baño y sin pensarlo dos veces metí la cabeza bajo el chorro de agua fría. Después de un largo baño y cepillarme los dientes unas tres veces tratando de alejar el mal sabor de boca salí de mi habitación. Mi padre estaba de pie en medio de la cocina sosteniendo una cuchara al tiempo que ponía algo sobre la estufa.

- ¿Qué haces aquí? -pregunté pasando junto a él con dirección al refrigerador. Este se giró un tanto sorprendido de verme ahí.

- ¿No fuiste al taller? -

Negué con la cabeza al tiempo que bebía de una caja de jugo. Me sequé la boca con el dorso de la mano y volví a beber, tenía demasiada sed, pero de solo pensar en beber agua se me revolvía el estómago. -No me siento muy bien-.

Mi padre frunció su ceño y me miró de arriba abajo - ¿Qué tanto bebiste? – Preguntó, pero yo solo me encogí de hombros porque sinceramente no tenía idea.

-No me acuerdo- dije tirando la caja vacía de jugo en la basura.

-Ni tan siquiera es necesario que te diga lo imprudente que fue eso- me senté en la barra frente a él y no dije nada, no tenía ganas de pelear.

- Al menos fuiste consciente de no manejar -

- ¿Cómo estás tan seguro de eso? - pregunté queriendo saber a qué se refería, tal vez él me había visto llegar.

-Tu carro no está allá fuera-.

Ni tan siquiera pensé en el ardor de la espalda cuando salí corriendo a la entrada de la casa para cerciorarme de que lo que mi padre decía era cierto. Abrí la puerta y mis pies no dieron muchos pasos para darme cuenta que no había señal de mi auto por ningún lado. Corrí de vuelta y no me detuve hasta llegar de nuevo a mi habitación, comencé a rebuscar por todos lados tratando de encontrar mi celular. Varios minutos después lo encontré en la ropa sucia dentro del pantalón que traía la noche anterior. Tenía varias llamadas de Dalton, mensajes de Morgan, por más sorprendente que fuera un mensaje de Lisa y otras llamadas de un número desconocido, pero lo que más me importaba era saber que rayos había pasado con mi carro y para eso necesitaba hablar con Arlene, seguro ella sabía. Hasta donde tenía memoria habíamos ido en mi auto hasta su departamento y ella había insistido en que subiera, luego dijo algo de Lisa y su sola mención me molestó y comencé a beber, nos acostamos, aunque no recuerdo con precisión todo lo que pasó entre ambos, y luego de eso nada, mi mente está en blanco. Mi celular comenzó a vibrar en mis manos y era nuevamente ese número desconocido, deslicé el dedo sobre la pantalla y esperé a que hablaran del otro lado.

Lisa © (TERMINADA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora