✦El cuervo y la serpiente✦ [CredencexNagini]

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Disclaimer: Fantastic Beasts and Where to Find Them y Fantastic Beasts and The Crimes of Grindelwald pertenecen a sus respectivos dueños. Sólo escribo por placer y sin fines de lucro

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EL CUERVO Y LA SERPIENTE

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╔╝EL PRADO╔╝

Era un día cálido y no se veía una sola nube en el cielo. Nagini dormitaba con tranquilidad, viajando entre la somnolencia y el ruido de los insectos voladores que pululaban en el prado. La chica usaba un vestido rojo escarlata que dejaba al descubierto sus pálidas rodillas, no traía zapatos y el cabello tan negro como la noche se encontraba esparcido sobre el césped en el que estaba tendida. Cualquiera que la hubiera vistos así, hubiera pensado que la chica era una parte más del paisaje. Parecía como si aquel prado hubiera sido siempre para ella. Cada tanto, sentía una brisa fresca acariciando su piel y alejando el calor, recordándole que pronto el sol comenzaría a caer.

De pronto, a pesar de tener los ojos cerrados, se sintió observada ya que algo le había bloqueado el sol de la cara. Frunciendo la nariz en un gesto adorable, abrió los ojos poco a poco y una figura se formó en su campo de visión. Era un muchacho joven, que la miraba sonriendo. Nagini se sintió un poco abrumada, no recordaba cuando había sido la última vez que lo había.

— Credence — murmuró ella, al reconocerlo.

— No sabía que flores tan bonitas venían a dormir al prado.

— Estás exagerando, igual que siempre — comentó Nagini, sintiendo algo de calor en sus mejillas.

— Y tú estás esquivando un cumplido, igual que siempre.

Nagini volvió a cerrar los ojos, sonriendo para sí misma.

— ¿Interrumpo tu siesta? — preguntó él, levantando la ceja izquierda.

— No estaba dormida — contestó la chica, bostezando.

— No te creo nada.

— Sé que no.

Nagini se desperezó en su sitio para apartar las ganas de volver a  dormir y se sentó, abrazándose las piernas con los brazos. Sintió un brusco escalofrío recorrer su espalda y miró por sobre su hombro, como si algo malo se estuviera escondiendo detrás de ella. Contrario a lo que esperaba, no había nada allí, sólo césped y árboles y un cielo celeste encima. Estaban solos.

— ¿Qué ves allí? — cuestionó él, mirando hacia el mismo lugar. Ella negó con la cabeza y esbozó una sonrisa. Estaba exagerando, no había nada, no podía haber nada malo.