TRAVESÍA

9 1 0
                                    

La verdad es que no tenía la menor idea como haría para obtener un móvil, era difícil de por si conseguir cualquier cosa, mucho más un teléfono, me costaría caro seguro. Seguía en aislamiento y Sophie había comenzado a contarme historias cada vez que no podía dormir, lo cual era seguido, sin embargo, pronto saldría de allí… y ella no, lamentaba eso, pero seguro que podía conseguirlo, debía hacerlo para ella.
Aquel mismo día a la hora de almuerzo mire a mi alrededor, Vía estaba frente a mí en otra mesa, no podía sentarme con nadie, pero ella me miraba y parecía que nos pudiésemos hablar con la mirada pues ambas reíamos de vez en cuando. Baje la mirada tratando de buscar una manera para decirle las cosas, pero no podía de manera tan fácil, un guardia se la pasaba caminando tras de mi cada unos cinco minutos. Puse mi brazo a modo de teléfono y comencé a modular para dar la idea de hablar, a Vía solo le pareció gracioso, no capto la idea.
Plan B, busque la servilleta bajo el plato y mire la comida, lo único que había en él era la pasta de porotos negros que deje, puesto que no me gustaban nada, sin embargo, si podían funcionar bastante bien; con la uña fue untando mi dedo y trate de escribir: “teléfono” iba por la mitad cuando el guardia se puso detrás de mi extrañado.
- Si ya terminaste, te llevare a tu celda.
- Eh… no, aún no acabo. – murmure bajando la mirada a la asquerosa pasta.
- Pues entonces come, abre la boca y mastica, quiero verte comer o te llevo a tu celda. – el estómago me dio un vuelco como si me advirtiera de no hacerlo, aguante la respiración y di una bocanada de pasta de guisantes, estaba horrible, pero tuve que aguantarme a botarlos y mirar a Vía, cuando el guardia desvió la mirada una vez que engullí esa comida termine de escribir la palabra y la alce por la altura de mi pecho para que pudiera leer. La mirada de la chica cambio, entendió; perfecto, ella me ayudaría, pero su mirada se desvió a otra persona; el guardia… el de mis travesuras, mierda, nunca lo conseguiría con él.
Hice señales a mi amiga para que fuese ella quien lo pidiera, pero su entrecejo bajo e hizo una claro “no” con la cabeza, ladee la cabeza suplicándole, realmente lo necesitaba, pero ella desvió la mirada. Deje caer la cuchara en mi plato para atraer su mirada y le mire con pena, a lo gato con botas, espero que me viese, aunque sea un poco tierna, o miserable, cualquiera de los dos servía…
Miserable, sin duda pude ver en sus ojos, puse los ojos en blanco y vi cómo se ponía de pie, estaba frente a mí y el guardia dándome la espalda, ella miraba por sobre su hombro mirándome; él se estaba haciendo el difícil, le gustaba el coqueteo y Vía era lo menos sensual que pudo haber pisado esta tierra, no que no fuera guapa, si no que tenía esa pinta de malota y ruda, era baja de pelo oscuro, y su voz era grave, le gustaban las sudaderas  grandes, a lo rapero, al menos así me lo describió ella. Por tanto, nada sexy, difícil tarea.
No se veía en lo absoluto interesado, es más trataba de alejarle, ella miraba atenta mis pasos, y yo jugué con mi pelo para que me copiase, y lo hizo, pero parecía que se jalara el cabello como si se lo quisiese sacar, dios esta mujer no es sutil, donde estaba su motricidad fina… fina no, definitivamente.
Movía un poco mi torso y es que no pude evitar partirme de la risa al verla intentarlo, las lágrimas caían por mi rostro y la estaba fastidiando, me callé en seco y vi cómo se daba la vuelta, rayos. Me puse de pie y muy torpemente y por accidente… si claro, me tire al suelo con la bandeja, vaya desastre, atraje su atención y la de todo el comedor, prontamente todos volvieron a lo que estaban, Vía me ponía los ojos en blanco y volvió a su objetivo; en el suelo abrí un poco mi escote y le resalte.
Olivia no era la persona más femenina, pero si tenía buena… pechonalidad, al menos eso sí que iba a ayudarme, pero me iba a costar caro, si lo hacía iba a tener que pagarle toda esta vida y la siguiente; por otra parte odiaba caer en la banalidad de estereotipar ambos géneros, ella como una provocadora y el como el que cae ante ello, sin embargo fue así, y por más que la idea no me gustaba si podía conseguirme cosas lo seguiría haciendo.
Al cabo de unos minutos vi como el hombre asentía y se marchaba, ella cerraba rápidamente el escote y miraba con esa cara ruda a todo el mundo que la estuviese mirando, a mí, sobre todo; no pude seguir fingiendo torpeza y me tuvieron que llevar de vuelta a mi celda, embetunada en la pasta, el olor era repugnante.
- ¿lo conseguiste? – escuche en una voz dulce
- Aún no… estoy en ello, aguarda.
Suspire, era bastante directa, y la verdad no era una tarea fácil, se sentía como toda una travesía, y seguramente que lo era.
Cuando pude salir nuevamente al baño Vía se las había arreglado para estar allí también, al menos teníamos una ventaja, gran parte de los enfermeros aquí eran hombres, por lo que no entraban al baño… por demasiado tiempo, estaba entrar y sale para mantener las reglas, pero no podían estar tiempo constante aquí.
- ¿pudiste Ví? -susurré bajándome el pantalón blanco, debía fingir con exactitud cada paso.
- Si… pero me la pagaras caro rubita. – silencio, había entrado el enfermero, una vez más se escucho la puerta, había salido.
- Lo sé, lo sé, tendrás lo que quieras, pero préstamelo, te lo podrás quedar luego… - murmuré estirando mi mano para que me lo pasara.
- ¿pasa algo Alison? No puedes tocar a tus compañeras… - me puse pálida, estaba allí nuevamente, no le había escuchado entrar.
- Es que se me acabo el papel…
- Seguro, había bastante 219 ya sal… - Escuche sus pasos acercándose a mi puerta.
- Ya basta… estoy cagando, esos guisantes me cayeron mal… -dije tirándome un pedo, juro por ese mismo teléfono que si me había caído mal, los pasos retrocedieron.
- Vale vale, pero apúrate.
- Señor si señor… - grite fuerte mientras volvía a estirar mi mano y cogía el teléfono.
- Eres asquerosa Alison -dijo Vía, aunque no la veía sabía que había puesto una cara de asco.
- Ya sé, gracias… te lo pagare… - susurre metiendo el teléfono entre mi ropa.
El camino de vuelta no fue tan complicado, me habían dejado en la celda, y para cuando estuve sola mire por la escotilla, Sophie dormía, y vaya que, si dormía, seguro que le habían dado algún sedante puesto que no pude despertarle. Me senté en mi cama y pensé en el celular, pensé usarlo para mí, sin embargo, no se me ocurrió a quien llamar, estaba segura de que Caleb seguía del otro lado y no tenía teléfono, y si lo tenía, no es como que pudiera saber su número por arte de magia. Me resigné a quedarme sobre la cama, mis ojos no tardaron en cerrarse, y lentamente se me hacía más pesado abrirlos, luego ya no lo hice.

Para la mañana siguiente lo primero que hice fue tocar el teléfono en mi cuerpo, me despertaba exhalada al pensar que alguien me lo podía haber quitado, sin embargo, allí estaba. Mire por la ventanilla, no había muros en la costa, me recosté en el suelo y mire por la escotilla.
- ¿Sophie? ¿estás ahí? – susurré, pero no hubo respuesta, traté de mirar demás pero no podía ver.
- Sophie, despierta ya, lo tengo. – murmure más fuerte, pero no respondía nadie.
- ¿Qué haces en el suelo 219? – escuche en una voz por arriba de mi cabeza y mire lentamente lamentándome.
- Nada, solo estiraba, flexiones. – asegure poniéndome de pie para mirar unos ojos de frente; eran grises, creía que no existía ese color de ojos de manera natural, pero la verdad es que no era primera vez que los veía, mi abuelo tenía los ojos de aquel color. El cabello negro caía por sobre sus ojos a mechones y esbozaba una sonrisa maliciosa.
- ¿te conozco? – añadí mirándole fijamente, no me parecía haberlo visto nunca.
- Seguramente no, nos tienen encerrados como cucarachas arriba tuyo. – aquello no me hizo mucho sentido, sin embargo, mi cabeza divago y se imaginó un montón de personas sobre mí, en el entretecho.
- ¿segundo piso? – pregunté airosa, el asintió, no sabía que había un segundo piso, pero siempre creí escuchar más voces de las que realmente había, y estaba completamente segura ahora de que no era solo mi cabeza jugándome una mala pasada.
- ¿Sophie? – él se encogió de hombros, tenía las manos en los bolsillos, ese uniforme blanco angelical le hacía resaltar desde el cabello hasta la última pestaña.
- También la busco, tengo apenas un par de horas para bajar y la muy condenada se va. -dijo con un tono chistoso, no sabía si hablaba en serio.
- ¿Cómo es allá arriba? ¿Qué hay arriba? – dije mirándole, me estaba distrayendo y me servía, de ese modo se me pasaba el tiempo más rápido.
- Nosotros, los renegados, los casos especiales, problemáticos… nos llaman de muchas maneras, pero… no tenemos permitido hablar de nadie con los de aquí. – se encogió de hombros a punto de comenzar su paso para otro lado.
- Hey, pero no te vayas, ¿me dirás cuando encuentres a Sophie? – añadí acercándome a la ventanilla, él ya se estaba marchando y asintió sin darse la vuelta, miré para todos lados, pero no había señales, volvía a estar sola.
El resto de la tarde Sophie no volvió, ya había olvidado cuanto tiempo llevaba allí, y tampoco podía descubrir cuanto faltaba; los minutos se hacían eternos y sin ninguna compañía era banal, una tortura.
Al cabo de unas horas, supongo, me llamaron para una visita, era Caleb, nuestro tiempo no era demasiado, pero me lance a él para abrazarle; él había sido un gran amigo para mí, y me era difícil estar en este lugar cubriéndome las espaldas, aunque tuviera a Vía.
Conversamos de todo un poco, de cuanto llevaba allí, me puso un tanto al día, sin embargo, las cosas no habían cambiado demasiado, aún estaba viendo cómo solucionar todos los problemas; la buena noticia era que Knoth había sido trasladado a máxima dentro del recinto. Mi cabeza no pudo evitar divagar a si se encontraba cerca de Carina, y si ella estuviese bien. Le pedí a Caleb que la cuidara como si fuera yo misma, y el accedió. Evitó nombrar a Ian, y la verdad aquello me fue bien, aunque no pude evitar pensar en que sería del. Tatú seguía en mi celda y algo que si me puso feliz fue saber que Turner le hacía la vida imposible, ya sin Knoth, Tatú era más indefensa y aun así Turner lograba meterla en problemas a modo venganza.
Los 20 minutos transcurrieron rápido, me tuve que marchar y volver a mi aislamiento, de paso Vía me saludo, pero no pudimos hacer más que eso. Al regresar seguían sin haber señales de Sophie, para mi suerte el guardia, aquel de las jugarretas y la victima de Vía estaba de vigilia.
- ¡Hola! Es bueno verte ¿cómo estás? – dije enérgica y sonriente, si me alegraba tener una distracción de aquellas paredes blancas.
- ¿Qué quieres? – marmullo resentido.
- Nada, solo platica… como, por ejemplo, tú sabes mi nombre, pero yo no el tuyo… - hubo un silencio en lo que entrecerraba mis ojos para alcanzar a visualizar su etiqueta.
- Grant, tu apellido, bien, pero tu nombre ¿Cuál es? –
- Dank, así me llamo… -dijo sin prestarme mucha atención, alemán suponía, era cosa de verlo a lo lejos, y vaya nombrecito.
- Bonito nombre, y que me cuentas Dank ¿Qué tal la cita con Vía? – dije entre dientes, debía aguantar la risa. Atraje su atención.
- ¿qué sabes tú de eso? – dijo pegándose a la ventanilla frente a mí.
- ¿yo? Nada, Vía es mi amiga, y los he visto en el comedor… -subí la mirada a modo de inocencia, pero una sonrisa malvada se escaba de la comisura de mis labios.
- Fuiste tú… mierda, debí saberlo ¿cómo siempre te sales con la tuya? – refunfuño con el entrecejo arrugado.
- Ni idea, la vida me compensa por lo mierda que se portó conmigo. -dije encogiéndome de hombros, no había siquiera intentado negarlo.
- ¿puedo preguntarte algo? – susurré para que nadie más me escuchase.
- ¿Sabes dónde esta Sophie? – no pude evitar mirar para la pared como si tuviera vista de rayos X.
- Su semblante se puso serio, sus labios se unieron en una fina línea, tomo aire y dijo calmo. – su hermano no vino nuevamente a la visita, se le desato una crisis nerviosa y la subier…
- ¿al segundo piso? – interrumpí pegándome más a la puerta.
- ¿Qué sabes tú de ello? – dijo entrecerrando aquellos ojos miel.
- Nada…. -dije echándome para atrás
- Habla Alison, no deberías ni saber de la existencia de ese piso, mucho menos de las personas que están en el… -dijo cortante, pero lo podía ver en su mirada, había atravesado toda una pared de mentiras mucho más grande que este lugar.
- No me explico cómo es que lo sabes, tu amiga no puede si está restringido, nadie tiene acceso de salir ni entrar allí a menos que tengas… aguarda, te lo estoy diciendo todo, quizás eso es lo que quieres. – volvió a su posición inicial apoyado en la pared, firme con la mirada en frente, serio.
- ¿a menos que tengas que? – dije buscándole, pero estaba fuera de mi vista. No pude evitar pensar en que Cam había mentido, él no podía estar aquí abajo, por eso es por lo que estaba tan cabreado de no encontrar a Sophie.
- No seguiré hablando contigo Alison, siempre que lo hago tengo problemas o te ayudo, y nunca hay retribución. – puse los ojos en blanco y me puse tras de él, pero del otro lado, por mi celda claro.
- Vaya, el nene ya se fastidio, anda necesito ver a Sophie.
- Pues sigue esperando, no planean bajarla, es todo lo que te diré. – el corazón me dio un vuelco y pensé en que quizás ahora estaba más cerca de Cameron, quizás incluso estaba con ella, y no estaba sola, odio sentirme sola y estoy completamente segura de que todos aquí también tenemos un poco de rechazo a la soledad. Por otra parte, un calor emergía de mi pecho en forma de ira, no podía creer como su hermano había dejado de venir a verla, eran muy unidos y de repente nada… Debo buscar a Sophie y darle el móvil.

Tras de tíDonde viven las historias. Descúbrelo ahora