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2019

—Peque...

Miriam observó la cara de Mimi con detenimiento; sus facciones relajadas, sus labios entreabiertos, su pecho subiendo y bajando al compás de su respiración, su pelo completamente despeinado, esparcido por la almohada...

Era demasiado para ella.

Y su corazón comenzó a latir con fuerza al darse cuenta de que sí, de que Mimi estaba ahí, en la cama, con ella. Y no pudo evitar sentirse la persona más agradecida del jodido mundo.

¿Cómo habían acabado así, de una forma tan bonita que hacía que a Miriam le entrasen ganas de llorar?

Y la respuesta era realmente muy sencilla; porque una persona que te comprenda y te quiera como lo hacían ellas, no la puedes dejar escapar.

Sonrió con ternura y sentía que su pecho se llenaba con una sensación que se le antojó un poco intensa para estar recién despierta, pero que solo supo calificar como amor. Estaba enamorada de Mimi.

Joder.

Estaba enamorada de Mimi.

Y en ese momento entendió que ya lo estaba de antes, pero acababa de darse cuenta.

Sonaba contradictorio, pero si lo piensas tiene sentido.

Lo mejor es que no se asustó ni entró en pánico, algo que daba por hecho que pasaría, porque al principio se sentía así. Todo el rato en tensión, todo el rato alerta, no queriendo engancharse a ella pero haciéndolo de todas formas, porque Mimi entró en su vida como un vendaval, pero no la llevó donde nadie pudiera verlas; y ahora Miriam se daba cuenta de que no quería, aunque de momento tuvieran que esconderse del mundo y lo sabía.

Aunque lo que sí quería y podía tener era todo con ella.

Así que no pudo hacer otra cosa que suspirar y acariciarle la cara con las yemas de los dedos, recreándose en ese momento.

Mimi arrugó la nariz pero no abrió los ojos, y la gallega decidió que los diez minutos que llevaba despierta sin ella eran suficientes.

—Mimita... —acarició su mejilla con la punta de la nariz, comenzando a dejar besos intermitentes por todo su rostro.

Notó que la rubia mayor se movía y su respiración ya no era tan profunda como antes, así que se separó un poco para ver cómo aquellos ojos verdes la miraban sonriendo.

—Mmm, me encantan estos buenos días. —murmuró, pegándose al cuerpo de Miriam y abrazándose a ella. La gallega sonrió y le acarició la espalda desnuda, sonriendo al ver cómo un escalofrío recorría su piel a medida que sus dedos pasaban por ella con lentitud.

—¿Por qué estás tan cariñosa? —preguntó la granadina sobre su pecho.

—¿Qué pasa? ¿Que no soy cariñosa contigo? —contestó la rubia menor, frunciendo el ceño.

—Sí que lo eres. —dijo Mimi, pegándose más a ella. —Pero por las mañanas a veces te despiertas de mal humor.

—Ya... —susurró Miriam, mordiéndose el labio porque sabía que era verdad. —Pero es solo cuando me tengo que levantar. Y hoy nos podemos quedar aquí hasta que nos aburramos. —añadió, sonriendo.

—Es el mejor plan que me han propuesto nunca.

—Porque te lo propuse yo. —dijo la gallega con suficiencia.

—No. —negó Mimi sobre su pecho, dejando un beso ahí. —Porque tú estás en él.

———

¿qué hacemos?  //  miriam²Where stories live. Discover now