𝑪𝒂𝒑𝒊́𝒕𝒖𝒍𝒐 𝟒. (Pᥲrt 3)

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Richie solía llevarse para almorzar cualquier cosa preparada de su casa, ya fuera un sándwich, un bocadillo o un paquete de galletas, pero ese día no fue así. Nada más levantarse se había dado cuenta de que se encontraba igual o incluso peor que el día anterior, sabía que su madre no lo dejaría ir en ese estado a la escuela, así que prácticamente se había colocado lo primero que había pillado del armario, se había lavado los dientes y había salido corriendo de su casa, gritando un "adiós, llego tarde".

Así que ahora se encontraba al final de las gradas, las cuales consistían en cuatro bloques fáciles de subir, estaban colocadas a lo largo del patio más grande del instituto, donde solo iban los jugadores de fútbol o voleibol y los perdedores, los primeros iban a jugar y los otros a disfrutar de la soledad.

—Toma, deberías comer algo, tienes mala cara —insistió Beverly, mientras le tendía la mitad de su tostada de tomate, la cual se había comprado diez minutos antes en la cantina.

—Sí, Rich, hazlo —dijo Eddie, tratando de convencerlo.

Richie soltó un suspiro y a regañadientes la aceptó, para después llevársela a la boca. En realidad no le apetecía nada, sentía sus tripas temblar, además de hacer sonidos raros, y estaba seguro de que iba a terminar vomitando.

—Qué mala cara tienes —comentó Stan, para después darle un bocado a su sándwich.

—Gracias —le mostró la sonrisa más irónica que sus labios pudieron formar.

—N-No d-d-deberías haber venido, R-Richie —dijo Bill—. E-estás muy mal.

—Guao, ya veo lo que me queréis —dijo, tratando de hacer una de sus imitaciones. Se colocó la mano en el pecho, donde se encontraba su corazón y extendió la otra, que aún sostenía la tostada, dramáticamente—. Mis amigos no me quieren ¡Ay, qué triste vida!

Nada más terminar de decir eso se atragantó y tuvo que toser durante unos largos segundos, en los que Eddie golpeó con levedad su espalda, tratando de ayudarlo.

—No es eso, al contrario, nos preocupamos por ti —intervino Ben cuando la tos de Richie se calmó.

—Exacto —lo apoyó Beverly, por lo que una sonrisa se formó en la cara del chico—. Sigo sin entender por qué has venido.

Y ahí estaba de nuevo esa pregunta «¿Por qué has venido, Richie?» Parecía que todos sus amigos buscaban una respuesta, pero, joder, él tampoco la tenía. No quería estar todo el día en su casa, quizá era eso, o puede ser que no quisiera estar todo el día solo... O simplemente que tenía ganas de ver a Eddie. No sabía por qué, pero le apetecía ver a su mejor amigo, y estaba seguro de que si faltaba esa mañana Eddie sabría que estaba enfermo y la señora Kaspbrak no lo dejaría ir a visitarlo, es decir, no iba a permitir que su pequeño se enfermara también y arriesgara su vida de esa forma. Aún así, Richie no quería decirlo en voz alta.

—Quería ver si había venido alguna persona nueva... —contestó, sonando sincero, para su suerte—. Ya sabes, amiga, alguna chica que esté buena y quiera probar los labios de este sexy chico.

—Pobre chica —suspiró Stan—. Pobre chica la que quiera probar tus labios...

Bill estalló a carcajadas al oír eso y Beverly se unió también al ver la cara molesta y ofendida de Richie.

—¿Y qué has hecho para ponerte tan mal? —cuestionó Ben, ignorando las risas de sus amigos.

Richie iba a abrir la boca para mentir de nuevo, pero esta se quedó entre abierta, sin posibilidad de soltar palabras cuando Bill contestó por él.

Solía... [Reddie]Where stories live. Discover now