Solía... [Reddie]

𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐𝟕 (Pᥲrt 2)

La tranquilidad antes de la tormenta, sí, no había una mejor descripción para lo que estaba sucediendo en ese momento, en el Jade Oriental. Derry, Maine. 

Cada uno de los perdedores hacía diferentes cosas; Ben estaba metido en sus pensamientos, sonriendo de vez en cuando, probablemente recordando cosas bonitas, que lo hacían sentirse bien; Beverly, por el contrario, tenía los ojos llenos de lágrimas, y ojeaba el hueco vacío de la mesa, con dolor y pesar; Bill simplemente miraba a Mike y Mike lo miraba a él, hablando entre ellos mentalmente y Eddie, bueno, él pasaba su mirada desde su plato de comida hasta su inhalador y así sucesivamente. Richie, en cambio, todo lo que hacía era mirarlo a él y agarrar su copa una para llevársela a la boca una y otra vez, esta ya era la cuarta, o quizá la quinta, y menos mal que Richie tenía mucha capacidad con el alcohol, acostumbrado por sus salidas nocturnas cuando era más joven o por las fiestas de la universidad, porque sino, ya estaría muy borracho. Y todo porque no podía dejar de pensar en lo acelerado que estaba su corazón cuando Eddie hablaba o ponía alguna cara adorable. No podía ser un error, ahí estaba pasando algo, podía sentirlo cada vez que lo escuchaba reír o le preguntaba cosas a Mike, cosas que solo Eddie sería capaz de preguntar. Lo que más difícil se le hacía era hablar con él, seguirle la conversación, porque tenía que hacerlo con una normalidad que no tenía. Pensaba una y otra vez que todo sería mejor, más fácil, si tan solo pudiera recordar lo que había pasado años atrás.

Pero Richie también sabía que no podía centrarse solo en Eddie y lo que fuera que estaba sucediéndole a él por culpa de ese hombre de mejillas sonrojadas y pecas en la nariz, las había visto cuando se había inclinado anteriormente, no, porque había un asunto más importante que solucionar. El motivo por el que todos estaban allí.

—Mike —Bill lo llamó, como si no hubiesen estado hablando anteriormente, sin necesidad de palabras—. C-Creo que es hora de que nos cuentes lo que ha estado pasando estos años en Derry.

Las palabras de Bill fueron la representación del primer trueno, aquel que avisaba de que la tormenta acababa de empezar.

Todos dejaron de hacer lo que fuera que estuvieran haciendo y se acomodaron de una forma en la que pudieran mirar bien a Mike. Richie le dio un último trago a su copa de vino, y la dejó sobre la mesa, mentalizándose para lo que estaba a punto de suceder.

—Aún no estoy seguro de lo que puedo deciros exactamente —comenzó Mike—. Así que, principalmente os voy a comentar mis sospechas, el porqué decidí llamaros y todo lo que está sucediendo ahora, en estos días y meses atrás. Voy a omitir los sucesos que se dieron en el verano de 1989, porque temo que si os obligara a recordar antes de tiempo os pase como a Stan, que los recuerdos puedan con vosotros.

—¿Crees que eso fue lo que pasó? —preguntó Beverly—. ¿Que Stan lo recordó todo cuando lo llamaste y por eso...?

La palabra "suicidio" no fue pronunciada, pero todos comprendieron lo que la mujer quería decir. 

Mike asintió con la cabeza. 

—Os voy a contar lo que crea conveniente y vosotros iréis recordándolo todo a su debido tiempo.

Richie no veía a su amigo muy seguro de lo que decía, simplemente parecía querer que fuera así, que poco a poco todos fueran recordando lo que sea que pasó en aquel verano y pudieran soportarlo, asimilarlo de una forma diferente a la de Stan. Y Richie quiso tener su misma fe.

—Bien —aceptó—. Entonces, comienza.

Los cinco amigos compartieron unas cuantas miradas, mientras comenzaban a respirar con más pesadez, ninguno de ellos parecía estar preparado para lo que venía, para lo que Mike les iba a decir. Esto era muy real, era la única razón por la que se habían reunido allí justo esos días, por la que Stanley Uris había decidido tomar un baño. Y había que seguir adelante, porque este no era el momento para salir corriendo.