Capítulo 7

70 10 0
                                    

Arianna Soleil dio un leve puntapié a la puerta principal de su casa y entró en ella arrastrando dos enormes maletas,  llevaba unas gafas oscuras, un vestido verde que no correspondía con la estación de la ciudad a la que había vuelto y los lentes oscuros disimulaban la mala noche que había pasado en el avión. Luego de acomodar las maletas en un rincón e ir hasta la cocina por una botella de agua.
Respiro por un instante el agradable aroma de la casa que la mucama, por instrucciones suyas, se había esmerado en conservar.

--Ya estoy de vuelta-- pensó y se dejo caer en el sofá apretando la cabeza contra uno de los cojines.

Había pasado dos semanas en una playa del Caribe acompañada de una amiga, recién divorciada, como ella en su momento , necesitaba un escape y algo de distracción. Arianna Soleil sabia muy bien las consecuencias que un rompimiento podía tener en un corazón que no fuera de roca y lo necesario era en el proceso de recuperación tener buena compañía y de ser posible respirar de nuevo y en aquellas dos semanas como buena amiga que se apreciaba de ser había llorado cuando era posible.
Pero ya se encontraba de nuevo en casa lejos del cielo más azul que puede imaginarse y las playas más hermosas del mundo. Era hora de volver a la rutina.
Vio sobre la mesa del centro una pila de cartas que la mucama había puesto a la espera de ser leídas, sabia, que todas o casi todas eran misivas del trabajo, de socios suyos que le escribían o le mandaban documentos de varios rincones del país para cerrar nuevos tratos comerciales que le aseguraría mayores ganancias de su negocio que durante el año, había tenido precisamente en abundancia: ganancias.
Arianna pensó en revisarlas, algo que en realidad no le molestaba hacer, pero el viaje de retorno y la mala noche que le habían rebatado todas las fuerzas, tanto que apenas tomo la primera carta y nose sintió con ánimos de leer. La volvió a poner sobre el resto con desgano y lanzo un suspiro al aire.
Estuvo mirando el techo por un rato para luego tomar una ducha que la trajera de nuevo al mundo de los vivos.
Bajo un chorro de agua fría, fue de poco recobrado la vitalidad de siempre y para cuando salio de la ducha supo que si al baño le añadía una taza de café.
Estaría al cien por ciento de su capacidad. Puso el café en la cafetera, para luego ir hasta su dormitorio acomodandose la toalla en la cabeza se sentó delante de su tocador para comenzar a secarse el cabello y su mirada paso y se detuvo en la fotografia de su hija, Rapunzel, con quien no había hablado durante meses atrás, no por cuestiones de tiempo sino por evitar el mal rato de llamarla y que su padre tomara el teléfono y le arruinara el día. Ariana Soleil casi siempre se preguntaba, ¿Cómo había aguantado tanto tiempo casada con un hombre que tenia la capacidad de sacarla de quicio, orgulloso y con el cual no se podían razonar? Diez años de su vida se había pasado, callándose lo que sentía, cuidando opiniones que pudieran ofenderlo y evitando contradecir lo. Diez años en que la niña fue su refugio y fortaleza, y quizás por eso llegado el momento en que ella no tolero más y le pidió el divorcio, se sintió muy dolida de que ella lo escogiera a él para vivir. Sabia que la niña adoraba a su padre era tan buen padre como mal esposo había sido, pero al menos esperaba que ella le guardara un poco de consideración, después de todo era su madre.
Pero ese dolor había pasado atrás con los años de depresión después del divorcio en los que Arianna volvió a casa de sus padres a encerrarse en su vieja habitación a comer todo lo que encontraba y descuidar su aspecto físico.
En poco tiempo no quedo nada de la mujer de agradable figura y belleza envidiable.
Hasta el día en que se recostaba como siempre en su cama, viendo una telenovela tras otra y la dificultad para girarse sobre si misma, se dio cuenta de que se estaba castigando por algo de lo que no era culpable, que estaba haciendo su vida un desastre por algo tan común como  una ruptura amorosa, como si ella con todos los años que tenia, con los años de educación que le habían procurado, estuviera hecha para darse al abandono y terminar tan mal. Desde ese momento modifico su dieta y se olvido de los dramas televisivos y tomo las riendas de su vida. En unos cuantos meses, ya estaba casi en su peso ideal, se había mudado a un departamento y había solicitado un préstamo para un negocio que quiso echar andar antes de quedar embarazada y que su esposo desdeño como una simple fantasía.
Un golpe de nostalgia le trajo a la memoria la imagen de su pequeña, que ya no era tan pequeña pues la ultima vez que se vieron la encontró hecha una señorita muy hermosa y con un brillo en los ojos del primer amor.
Se le cruzo por la mente llamarla, pero ya era muy tarde y lo pospuso para el día siguiente, apretó fuerte la fotografia contra su pecho y se hizo la promesa de preocuparse más seguido de su hija y no dejarla exclusivamente bajo el cuidado de su padre, por más que este se desviviera por ella.
Llevando una taza de café regreso a la sala, encendió el televisor y puso las noticias para saber si todo en el país estaba tan mal como cuando se fue y puso la pila de cartas sobre sus rodillas. De inmediato le llamo la atención. Hubiera conocido el tipo particular del sobre desde muy lejos y el nombre del remitente, y la letra del mismo porque la dueña de esa letra se había pasado muchas horas y horas perfeccionando en muchos libros de caligrafía. Se apresuro a leer el contenido de la carta y su rostro fue adquiriendo un gesto de preocupación.

 Se apresuro a leer el contenido de la carta y su rostro fue adquiriendo un gesto de preocupación

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

       

Quédate Conmigo Eugenzel (Adaptada)Where stories live. Discover now