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Todo sucedió en cámara lenta, los médicos encima de Arthur, el ruido de las máquinas y de repente silencio

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Todo sucedió en cámara lenta, los médicos encima de Arthur, el ruido de las máquinas y de repente silencio. No se escuchó nada más. Luego, todo se tornó oscuro en ella. No supo más nada del mundo o de su realidad, de un momento a otro dejó de ver el ajetreo de los médicos, solo observó a Kyle quién la miraba con la misma preocupación que ella y luego sucedió. Negro. Oscuridad. 

Días después...

Despertó.

Sus ojeras eran tan grandes y oscuras que ni el mejor corrector podría contra ellas. Fue pestañeando poco a poco mientras su visión cobraba sentido, la cabeza le zumbaba en un estallido de dolor demasiado insoportable; por lo que comenzó a manotear y patalear en la cama.

Esperen, ¿cama?

Se irguió para divisar con atención. ¿Dónde carajos estaba? ¿Qué pasó? ¿Habría sido todo un simple sueño? Por un momento le rogó a Dios que fuese así. Aunque de igual forma un chip de seguridad se activó en su cerebro: No estaba en su casa. Mierda, mierda y mil mierdas.

Estaba tan mareada que no pensaba con claridad, su pulso comenzando a acelerarse ante la horda de pensamientos retorcidos que se cruzaron por su mente. Se levantó en seguida y se percató de que había un gran espejo detrás de la puerta que la encerraba en dicha habitación. Caminó hasta ella para observar su reflejo en el espejo, necesitaba saber si estaba golpeada, muerta, violada... Todo le daba vueltas. Cerró los ojos y los abrió para enfrentarse ante la realidad que aguardaba por ella.

Su cabello estaba hecho un nido de pájaros, con más nudos que pruebas para los niños exploradores. Hasta se fijó en que estaba unos dos centímetros más largo de la última vez que se peinó. Ya no estaba usando el vestido de gala azul ni la joyería que Kyle le había regalado, estaba vistiendo una sudadera con el logo de Cronick y un Jogger de color plomo, algo grandes para su pequeña figura. Estaba descalza. Procedió a quitarse la ropa como señal de alerta, ya saben, quería confirmar si estaba moreteada... Pero no. Ni un rasguño. Se volteó, miraba sus nalgas, sus muslos, las rodillas, la espalda. No dejó escapar ningún detalle, casi voltea el cuello cual búho en luna llena. Resopló con calma al notar que estaba enterita.

Su rostro estaba pálido, como si no hubiera visto la luz solar por un largo tiempo. Por un momento llegó a pensar en que la habían convertido en vampiro, no obstante desechó la idea al instante porque era demasiado ridícula. Aunque con tanta locura en su vida todo era posible. Sin embargo notó que estaba algo más delgada de lo usual; las clavículas se le marcaban mucho y eso no era normal en ella. Bueno, por lo menos estaba viva y eso era lo importante. El verdadero problema era: ¿Dónde y con quién estaba? ¿Por qué estaba tan confundida? 

La respuesta vendría enseguida cuando la puerta de su habitación se abrió de par en par. Lena se avergonzó con la figura masculina que se asomó sin previo aviso y la pilló con sus mejores bragas de abuelita y brassier deportivo. 

Se dice de mí ® │CompletaWhere stories live. Discover now