Capítulo 11

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El tiempo no duerme los grandes dolores, pero sí los adormece.

George Sand

- ¿No va a cambiarse de ropa? – Stuart se sonrojó mientras veía a Blais atarse el cabello con una cinta nueva.

- ¿Por qué?

- Iremos a la ópera, Lord Pot.

- ¿A la ópera? – Blais asintió. – No creo sentirme muy bien para ir a la ópera esta noche, Monsieur.

- ¡Tonterías! Le servirá para poder despejar su mente, además que tal vez un poco de música pueda servirle para poder pesar como encontrar a su esposa. – Dijo de manera amistosa. – No es un teatro muy grande.

- ¿Puedo hacerle una pregunta?

- Claro.

- ¿Usted conoció a Noodle? – Blais frunció el ceño, negando suavemente.

- Cuando mi tía abuela Clementine llegó a Paris, lo hizo sola. – Mintió. – Yo estaba estudiando y cuidando de esta casa, fue antes de la revolución del '48.

- Yo creí que...

- Primero debe poner una denuncia en la Guardia Nacional o en la policía, algo de presunta desgracia o desaparición.

- Gracias.

- ¡Deje de agradecerme! Yo solo di una idea. – Exclamó aireado Blais. – Mejor vaya a su cuarto y prepárese para salir o enviare a Jolié para que lo busque y, créame, no será una bonita experiencia.

- Lo que usted diga.

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Alain observó el perfil de Jolié mientras una lágrima bajaba por su mejilla y Manon Lescaut caía muerta en el escenario, abrazada por su amante, Des Grieux mientras él le cantaba con pena y dolor.

- Es una muerte triste, pero mucho más dulce que la de Marguerite. – Susurró la joven pelirroja, agradecida de que su padre hubiese alquilado un palco, Honoré detrás de ella, divertido mientras jugaba a las cartas con Stuart. – Por lo menos murió sabiéndose amada, no como Marguerite que murió sola, abandonada, con la incertidumbre de no saber si su amado aparecería a su lado o no.

- En cierto modo, a Marguerite la mató la tristeza, no el cansancio o su propia enfermedad.

- ¿Leyó la Dama de las Camelias? – Alain estiró una mano para secar la lágrima de la mejilla de Jolié, estremeciéndose levemente al sentir la suavidad de su piel.

- Así es, mamá me obligó y creo que eso provocó que no quisiera enamorarme. – Soltó sin pensar.

- Ya veo, pero una existencia sin amor no puede ser algo bueno.

- El amor solo provoca dolor, Jolié. – La joven agachó la mirada, regresando al escenario.

- Pues...si es así como piensa, solo puedo decir que...

- ¿Qué? – Quiso saber él.

- Nada, Alain, creo que ya es hora de irnos. – La pelirroja se levantó como un resorte de su asiento, tomando a Honoré del brazo mientras Alain pensaba en que había dicho para que la joven se comportara de esa forma de manera tan repentina.

Blais, por su parte, cerró los ojos mientras caminaba detrás de su hija y su primo con las manos en la espalda, separando los párpados solo para mirar de reojo al joven Lassonne.

Saint Honoré (Fanfic)Where stories live. Discover now