3. Náuseas

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POV Natalia.

''No podemos dejar que vuelva a ocurrir'' La voz del Director Herrero era lo único que se escuchaba en aquella sala. Estábamos todos los vigilantes reunidos, habían hecho que nos levantásemos una hora antes de lo normal para celebrar aquella reunión. Sinceramente estaba que me caía del sueño.

''No ocurrirá'' Escuché la voz de Carlos, decidida.

''Lacunza'' Llamó el director, provocando que me recompusiese en la silla, poniéndome firme mientras miraba hacía él.

''¿Sí?'' Dije nerviosa.

''Debes saber que las internas Maria Villar y Alba Martínez Reche son extremadamente peligrosas, impredecibles. Aún teniéndolas en el punto de mira han conseguido realizar un ataque sobre otra de nuestras internas'' Tragué saliva asintiendo. ''Tenéis que tener cuidado'' Comentó ya generalizando hacia los demás guardias.

Aunque en mi mente Alba seguía siendo aquella chica dulce y simpática, sin un ápice de maldad que una vez conocí.

''¿Qué hicieron tan grave?'' Pregunté curiosa. Cada uno de los oficiales hicieron una mueca, mirándome mal mientras yo me mantenía ligeramente intimidada mirando hacia el director. Él suspiró manteniendo el silencio en la sala y bajó la mirada.

''Son delincuentes extremadamente peligrosas'' Concluyó. Fruncí el ceño, ¿porqué coño no aclaraba mi duda?.

Poco tiempo después el director dio por finalizada la reunión y supe que mi siguiente destino iba a ser la cafetera. Era un café bastante aguado y malo pero algo era algo al fin y al cabo.

Me permití el tiempo restante en conocer a mis compañeros de oficio, todos parecían simpáticos en un principio. Laura no había cambiado su carácter y actitud conmigo pero tampoco me importaba mucho.

Conocí a Miguel, al que preferían que le llamasen Miki y a Carlos. Parecían chicos decentes y abiertos, no dudaron en invitarme a unas cervezas al final de la jornada, aunque yo ya tenía una cita programada. Concretamente, con mi cama.

Después de ellos, también compartía oficio con otras dos mujeres; Sabela y Sara Ramil, eran hermanas.

La jornada comenzó, esta vez me tocó estar junto a Carlos. Ambos patrullábamos de arriba a abajo cada pasillo de la cárcel. Siguiendo a las reclusas, vigilando que todo fuese correcto.Fue en el comedor dónde ocurrió el primer incidente del día y contra todo pronóstico, fue provocado por mi compañero. Casi la mayoría de las reclusas pasaban por delante de nosotros, con sus bandejas de comida. Algunas hablando animadamente con sus compañeras y otras simplemente en silencio.

"Te van a encantar nuestras tradiciones, Lacunza" Comunicó Carlos, haciendo que me girase a mirarlo.

"¿Tradiciones?" Pregunté sin acabar de entenderle. Él me mostró una sonrisa y dio un paso adelante, dirigiéndose a una de las mesas ocupadas por tres internas. Con el ceño fruncido, le seguí hasta detener el paso tras él.

Las tres reclusas levantaron la mirada hacia nosotros, incluso observé como una de ellas rodaba los ojos.

Después de eso y sin previo aviso, mi compañero tiró su bandeja al suelo. Provocando un estruendo que paró al completo el funcionamiento del comedor, haciendo que todas las demás internas prestasen atención a lo que ocurría.

"Tu amiga ha vuelto a hacer una jugarreta, Adalina" Habló Carlos con la mirada fija en la chica que había rodado los ojos. "Tu bandeja se ha caído" Comunicó.

La interna me miró a mí y yo tensé la mandíbula mientras observaba como se levantaba de la mesa y procedía a agacharse para recoger su bandeja, con la comida esparcida por el suelo.

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