Caputulo I "La verdad"

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- Elige a uno, yo no me molestaré por tú decisión, de ambas formas te amare.

Cruzado de brazos, con una expresión tranquila en su rostro se dirigía a su prometido, mientras el otro se preguntaba ¿Cómo podía ser así?

Está a punto de perderlo y posiblemente para siempre, pero él estaba ahí, tranquilo, sereno y sobre todo manteniendo su educación y modales, como siempre impecables; esa maldita bondad, devoción y entrega que le tenia, eso que lo envolvía y seducía recordándole por qué le había pedido matrimonio.

Valentine, miembro de Familia Arpia, era capaz de cortase el mismo el corazón, de sácalo de su pecho y entrégalo a Radamanthys, así, sin esperar nada a cambio, entregando hasta su vida por él.

- ¿Y que eliges? Perdón normalmente te daría tiempo para pensar, pero creo, y me tomo la libertad de pensar que tanto el caballero aquí presente como yo, necesitamos una respuesta, es obvio mantienes las mismas palabras con ambos, y creo que ambos necesitamos una respuesta definitiva... Radamanthys, ya no podemos hacemos los ciegos, no podemos ya, tapar el sol con un dedo.

Y radamanthys miró su mano, viendo en el la pulsera esclava que Vale le había dado el día que acepto al fin su amor.

¿Cómo olvidar y no valorar todos los esfuerzos que el de cabello rosa había hecho durante años para conquistarlo?
De nuevo se sintió atraído por su maldita devoción, su maldita entrega. Omitiendo el hecho de que Kanon estaba ahí detrás suyo, camino hacia Valentine y lo abrazó.

-¿Porque haces una pregunta cuya respuesta sabes? -Radamanthys lo abrazó, vio de reojo a Kanon, quien contenía el enojo y la decepción con los puños, aguantando las lágrimas, y en esa breve mirada, Radamanthys parecía triste.

Valentine con las pocas fuerzas que le quedaban, y manteniendo siempre en la mente cuanto lo amaba, quito su anillo de compromiso, lentamente, porque para él eso era como arrancar a Radamanthys, al rey de su vida y su corazón para siempre.

Se separó delicadamente, dejando un diminuto espacio entre ellos, le tomo la mano derecha, lo miró a los ojos y puso el anillo en su palma.

- Se feliz ... te amo-sonrió y sus ojos se nublaron, volteó la cara apretó los labios, camino, salió por la puerta, cerrándola de forma delicada detrás de él.

Radamanthys, no se movió, no entendía, vio y el anillo y lo apretó. Lloró en silencio, mientras se maldecía a si mismo.

Val, tomo el celular y llamo para confirmar el vuelo de vuelta a su país, donde seguramente sus padres imitarían una muy buena lastima por su hijo que ahora era soltero después de 5 años de relación con una persona que ellos consideraban enfermiza, e impacientes armarían todo para que Syphid volviera a tener esa oportunidad de estar con Valentine, pues aquel joven de orígenes humildes y criminales se había ganado su perdón, respeto y confianza; al dejar muy atrás su antigua vida y todo gracias a la familia Arpia muy especialmente a Valentine.

Después, ya en el aeropuerto, Valentine llamó a Sylphid, para pedirle que fuera por él al aeropuerto, petición que fue aceptada con felicidad.

Aquel viaje había sido una mala idea, una parte de él prefería haberse quedado en casa, en su cuidad, siendo ajeno a la aventura que su promedio mantenía en Inglaterra, omitiendo ese olor ajeno que traía consigo cada fin de semana, omitiendo sus absurdas justificaciones del porqué no se entusiasmaba cuando le decía que iría a verlo, en ese momento preferiría haberse tragado una vez más esas irrrealistas historias, todo absolutamente todo para mantenerse en su burbuja de felicidad. Pero todo tiene un límite y esa mordida en su espalda había sido la última.

Las horas pasaron, Vale por fin llegó a su país, Sylphid ya estaba en sala de espera, Valentine lo saludo y evitó verlo a los ojos, diciendo que estaba cansado y quería ir a casa, y así fue.

Sylphid condujo todo el camino mientras veía a un desanimado Valentine sentado a su lado, recordó a ese niño débilicho y escuálido que conocí a los 12 años, siendo él un niño de la calle que robaba y extorsionaba para poder comer. Había entrado a la casa de la familia Arpia y puesto en riesgo la salud del único heredero que padecía del corazón, estaba a punto de darle un infartó al verlo a él y otros cómplices hurgando en la sala de su casa, cuando cayó de rodillas y tocó el botón de pánico llamado así a la policia, sus cómplices huyeron pero él se quedó a auxiliarlo, Valentine tuvo un paro cardíaco y Sylphid poniéndose en riesgo llamó a la ambulancia y espero hasta que llegara junto a la policia, aún siendo un niño, la policia no tardó ni un segundo en acusarlo de robó a casa habitación, e intentó de homicidio.
Pasó 10 días en prision, hasta que Val recuperó el conocimiento y declaró la verdad, convencidos sus padres retiraron los cargos sobre el niño y le dieron la oportunidad de redimir su camino, Sylphid creció como un protegido de la familia y mejor amigo de Valentine. Pero Sylphid, con él pasar de los años pretendía algo más que una amistad, y lo hubiera conseguido, si Radamanthys no hubiera aparecido en la vida de Valentine. Sylprid odiaba a ese hombre que se atrevía a despreciar el amor de Vele, durante 5 años mendigo por solo una mirada de Radamanthys, hasta que un día fue por él a la universidad y lo vio besuqueándose con él basilisco, Radamanthys celoso jalo a Vale del lado del su adversario amoroso, lo tomo de las muñecas mientras el otro se jalonaba, el mayor le gritó: "¡Yo soy tu devoción, yo soy tu centro de atención yo y solo yo!" para acto seguido besarlo enfrente de Sylphid, soltando sus muñecas, metiendo sus manos bajo la bata del uniforme de medicina para sujetarlo de la cintura y atraerlo a él con brusquedad. Sylphid en un momento intentó hacer que radamanthys lo soltara pero después al ver cómo Vale ya no se oponía al besarlo decidió irse, pues bien conocía él los sentimientos de su "mejor amigo".

Valentine había obtenido lo que tanto deseaba el amor de Radamanthys, y él les deseó lo mejor, durante años fue un joven feliz y lleno de vida, pero ahora, de ese Valentine solo quedaban vestigios, pues su mirada estaba perdida, perdida en la cuidad oscura iluminada solo por las luces de los autos, casas y alumbrado público, su rostro estaba pálido y triste, con ojos rojos de tanto llorar, el amante no dijo nada se limitó solo a conducir, mientras maldecía a radamanthys en su mente.

Los días pasaron, y tal como Vale lo había predicho, se enfrentó a la falsa lástima de sus padres y al evidente apoyo a Sylphid, y el basilisco - como sus amigos lo apodaban- se limitaba simplemente a decir, "Val, solo quiero ayudarte" entre titubeos torpes que más bien intentaban ocultar una verdad obvia, él aún después de más de 5 años guardaba en su corazón su amor absoluto por Valentine.

Y así, los días se hicieron semanas y las semanas meses, meses en los cuales Vale daba su mejor cara todos los días, aunque cada momento sin su devoción más grande le mataba lentamente, era sorprendente lo mucho que extrañaba esos carnosos labios, ese importante cuerpo y esa recia voz que le hacía temblar y estremecerse, ¿Aquien engañaba? Radamanthys era su mundo, su mundo en unos ojos color miel y un cabello rubio como rayos de sol, tan imponente y cautivador, tan masculino y tan perfecto a sus ojos.

Y así un día, Radamanthys aprecio en el jardín de la mansión arpia, con un rostro abatido por el dolor, la angustia y la incertidumbre que aquel momento le traía ¿Cómo reaccionaría Valentine al verlo? ¿Correría a sus brazos y lo besaría? Tal vez, como lo haría, como  cuando aún estaban juntos, cuando volvía cada fin de semana a su país solo a verlo, o quizás ¿Llamaría a sus guardias y ordenaría sacar al intruso de su casa? Tal vez simplemente se haría el desentendido, fingirá demencia y le daría una grata pero fría bienvenida al visitante extraño, en un intento por alejarlo a él, Radamanthys, el hombre al que tanto amo.

Con la misma moneda Donde viven las historias. Descúbrelo ahora