Capitulo IV Deudas

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- Ey, hombre vamos, despierta ya

Sintió los empujones de un desconocido, que el ridomo de los mismo denotaba su molestia.

-Anda amigo, no puedo tenerte más aquí, es mejor que te vayas, llamaré un taxi, o a una patrulla si así lo prefirieres

Obligo entonces a sus ojos a abrirse, molesto por la interrupción de su sueño y de la entrada del inevitable dolor de cabeza. 

- Si, si ya oí, no estoy sordo - talló sus ojos para obligarse despertar- ¿Qué hora es?

- Ya es de mañana, amigo. Te quedaste dormido aquí en el bar - respondio el cantinero, arto de su presencia-

-Mierda - tallaba sus ojos-

- Si mierda, oye, ya vete, tendré problemas si no te vas ya

- Ok, ok ya me voy - se puso de pie, flaqueando con cada paso fue a la salida, en donde se encontró con los rayos del sol que se filtraron entre sus dedos y sus pestañas rubias que intentaban hacerle frente a la luz, ayudar a sus ojos color miel- mierda ¿Pues que hora es? - se cuestión mientras  buscaba su celular y caminaba al exterior, sin fijarse de quien iba corriendo.-

- ¡Carajo! - el choque fue inminente y ambos terminaron en el suelo, uno en cima de otro - oye perdón ... -su diálogo acabó cuando reconoció sobre quién había caído - ¡Radamantys! - se puso de pie tan rápido que la gravedad lo reclamo y cayo al suelo delante de su ex prometido-.

- ¡Valentine! - esbozó una amplia sonrisa, quedado cautivado por su presencia, tanto que ni siquiera sintió el dolor de la caída. Que maravillosa forma de empezar el día; mas sin embargo, era el único que estaba feliz por aquella situación, ya que el pelo rosa se puso de pie tan pronto pudo.

No dijo más, tomo su maletín y siguió su camino, con paso presuroso, poniendo como pretexto el horario de su trabajo.

- Valentine - sin pensarlo dos veces fue tras él- tenemos que habla - más sin embargo el de pelo rosado no se detuvo, siguió su camino presuroso - por los dioses, ¡Valentine no huyas! - pero su ex prometido, corrió - ¡Vale! - corrió tras él-

Mientras que valentine corría por las calles, el y el pasado le daba la energía necesaria para seguir su trote veloz, al mismo tiempo que su mente le engañaba y le convencía, de: si corría era debido a la necesidad de llegar a su trabajo en el hospital.

- Eh, eh para ya vale - una mano gentil lo detuvo- sabes que correr no te hace bien, para ya hombre.

- ¡Sylphid! -sonrió, creyó que estando él cercas Radamantys no tendría valor para acercarse mas, o eso creyó - ¿Qué haces aquí?

-Bueno, me escape un poco del turno y no le veo necesidad de estar si no estás en el consultorio, ya tenemos pacientes, solo salí por un café.

- Si, si me cuentas después- lo obligo a caminar, mientras le daba aquella escueta explicación- ahorita camina

- Oye calma, el hospital está cruzando la calle - le contestó el basilisco- ¿Porque tanta prisa ?

- ¡Valentine! - escucho el grito dé Radamantys que anunciaban su proximidad-

- Ok, ya entendí - aceleraron su paso, mientras que los gritos se acercaban más. Fueron más rápidos y Sylphid, tomó a valentine del hombro para escoltarlo hasta el trabajo-

Alcanzó a deslumbrarlos desde la lejanía, ver cómo el maldito basilisco lo tomaba del hombro y lo apegaba a él, le hizo hervir la sangre, tanto que no dudó en empujar a unas cuantas personas con tal de llegar más rápido con su querida Arpia, y cuando estuvo a punto de tomarlo del brazo, encontró otro obstáculo.

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