CAPÍTULO CINCO. CERDO

2.2K 172 33
                                    

—Me veo apenada ante la situación, señorita Derain, sin embargo no puedo hacerlo—Dijo la señora de Erne al tiempo que se levantaba de la silla y apoyaba las manos en el escritorio—Me temo que es muchísimo dinero el que me está pidiendo de préstamo. Le tomaría mínimamente 10 años de trabajo saldarme la deuda, y nadie me garantiza que se alargue el plazo.

Baje la cabeza avergonzada, sintiendo un golpe de decepción en el estómago.
Después de lo ocurrido en el hospital, había tomado el primer autobús para volver a la mansión Erne. Si me quedaba en el hospital, lamentando la situación de mi madre no ganaría nada.

Pero al parecer, venir a la mansión también fue una pérdida de tiempo.

—¡Se lo ruego, Señora! Realmente no sabe cuánto me avergüenza pedírselo, pero debo de hacerlo, la vida de mi madre corre un futuro incierto—Dije con la voz quebrada, aclare mi garganta—¡Le juro que le pagaré! ¡Yo seré su esclava pero por favor, présteme el dinero!—Dije desesperada.

Ella me miró con lastima.
No hacía falta que me respondiera.
Y lo único que dijo fue:

—Por favor, retírate. Puedes volver a trabajar cuando tú madre esté mejor, pero yo no te autorizaré ningún préstamo de tal cantidad. Puedo darte un préstamo, si, pero no de tanto dinero que no lograrías pagarme.

Agache la cabeza, humillada y derrotada. Asentí con la cabeza y salí sin decir nada pues sé perfectamente que si dejo que alguna palabra salga de mi boca, comenzará el llanto.

Salí de la oficina de la señora de Erne, comencé a caminar hacia la habitación de empleados para tomar algunas de mis cosas y el poco dinero que tenía ahorrado.

Cuando llegue a la habitación, ahí estaba mi compañera Mikaela, la cual en cuanto me vio se levanto de la cama y me dio un cálido abrazo. Sentir sus flacuchos brazos sostenerme con tanta fuerza como diciéndome "aquí estoy, puedes contar conmigo" hizo que comenzara a llorar.

Solté las lágrimas sin emitir algún ruido más que mi agitada respiración. Hasta que Mikaela se separado de mi y me miró directo a los ojos.

—Todo estará bien, Gretel. Tú madre es muy fuerte—Dijo y yo limpie mis lágrimas.

—Ya lo fue por mucho tiempo. No creo que pueda seguir siéndolo—Musité, desviando la vista al piso. Mi voz sonó ronca.

Mikaela no dijo nada más ni yo tampoco. Comencé a tomar mis cosas y por último tomé la pequeña faja de filetes, suspiré.

—Me voy, Mikaela. Volveré en dos o tres días con noticias. —Ella asintió, cuando estaba apunto de salir, tomó mi mano.

—Espera, Gret.

La miré. Ella me tendió un pequeño montón de billetes y monedas. Me sonrió cálidamente y susurró:

—Espero que esto te ayude un poco. Buen viaje.

—No-no puedo aceptarlo, Mika—Dije, empujando el montoncillo hacia ella. Ella negó con la cabeza.

—Tómalos, Gret. De veras quiero dártelos. No los rechaces—mi corazón sintió un hueco y comencé a llorar, Mika me abrazo.—Quiero que cruces esa puerta con buenas noticias. Que tengas un buen viaje, te quiero muchísimo.

Yo asentí, sollozando, tomé el montón de billetes y le dije con lágrimas en los ojos—Gracias, mi rubia. Volveré. —Besé em montoncillo y salí de la habitación.

Cruce los pasillos aún con algunas lágrimas bajando de mi rostro, cuando estaba por salir una voz ronca y demandante me sobresalto.

—¿A dónde vas tan triste, criadita?

Obviamente aquella voz provenía de un hombre repugnante.

Y que me podía sacar de mis apuros. Pensé.

Sacudí la cabeza, reprimiendo ideas estúpidas.

—No creo que sea de su interés, señor—respondí con la voz más firme que pude.

—Claramente lo es, acérquese.

Suspiré. Quise salir e ignorarlo, sin embargo mis pies avanzaron hacia él.

—Míreme.

Tomó mi mentón bruscamente y lo observé. Sentí repulsión y que sus dedos me quemaban. Sus ojos únicamente inspiraban burla.

—Créeme cuando te digo que aún estoy dispuesto a sacarte de tus apuros.

—Venderme a cerdos nunca será mi prioridad—respondí secamente. Cole me tomó de las manos con fuerza, tanto que dolió.

—Créeme que este cerdo, puede hacer que te hundas en el lodo si sigues con esa boquita sucia.

—¿Qué no es eso lo que hacen los puercos al final de cuentas? ¿Ensuciar lo limpio y destruirlo?

Me dedico una sonrisa ladina y sus ojos inspiraban malicia. Se acercó tanto a mi que su respiración chocaba en mi cara. Seguía sujetándome fuertemente de las muñecas y mi pulso se aceleró.

—Volverás. Te lo puedo jurar.

Soltó mis muñecas y me guiñó el ojo, sin más se perdió entre los pasillos dejándome con la respiración acelerada y un mal sabor de boca.

___________________
Vaya vaya Tacubaya.
¿Alguien mas ama a Mika? Todos merecemos a un angelito como ella.

But yo se qué prefieren los demonios como Cole JAJAJAJAJAJA
DÉJENME SABER QUE PIENSAN EN LOS COMENTARIOS, besos muak

PIEL MORENA. ®️Where stories live. Discover now