Giros del destino

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Dos almas

No se encuentran

Por casualidad

(Borges)

Capítulo 8

P.O.V Clarke Griffin

Comenzaba a tener la estúpida certeza de que recibir una alta dosis de gas relajante era un privilegio. Te dormías sin pensar en nada. Solo eras consciente de que te pesaban los ojos y se te mareaba la mente. Para luego despertar con el mismo sentimiento de desconcierto.

Abrí lentamente los ojos sintiéndolos pesados. Sentía el cuerpo muy relajado y ello era bastante extraño. Parpadeé intentando recordar lo que había ocurrido. ¿Cómo había llegado a mi habitación?

Me senté en la cama tallando lentamente mis ojos. Tenía la ropa que me había colocado esta mañana. ¿Esta mañana? Miré mi alrededor un poco confundida. ¿No estaba en la cámara hace un rato?

De un salto me puse de pie. Todos los recuerdos arremolinándose con fuerza en mi cabeza. Hostias. ¡Lexa! Espantada me acerqué casi corriendo a la puerta. Recordaba la cara determinada de la chica y sus pupilas dilatas.

La recordaba asegurándome que le pediría a cualquiera que le metiese mano solo para asegurarse de quemar el exceso de energía que tenía acumulado. No, no, no, nadie podía tocarla. Con una tira que llevaba a la muñeca me até el cabello en un moño bastante descuidado y comencé a bajar las escaleras.

-¡Clarke! Al fin te veo.- le escuché decir a Bellamy mientras se acercaba. Me detuve porque seguir andando e ignorarle no sería bien visto.

-Hey, Bell. ¿Todo bien?- cuestioné con una pequeña sonrisa.

-Si, se nos hizo extraño que no estuvieses en la fiesta de Raven ayer.- explicó el moreno. Fruncí el ceño. ¿Qué mierda había liberado Raven? ¿Cinco litros de gas relajante? ¿Me había inyectado luego de desmayarme para asegurarse de que durmiese durante un día?

-Yo...tenía dolor de cabeza.- mentí ligeramente nerviosa. Él frunció el ceño, no parecía convencido ante mis palabras, pero lo dejó pasar.

-Raven dijo que tenías dolor de estómago.- comentó Bellamy.

-Me dolía todo en realidad. Ya sabes, cosas de mujeres.- expliqué con una ligera risa.

-Tranquila, tranquila. Te extrañamos.- me dijo.

-Me hubiese gustado estar. Será en la próxima. Ahora tengo...que irme.- comencé a decir señalando a mi espalda y él asintió a medida que me alejaba con rapidez.

Lexa. Su nombre se repetía muchas veces en mi cabeza. Si había dormido por un día cabía la posibilidad de que la castaña le hubiese pedido a alguien que le ayudase en su asuntito. La imagen de Raven sobre una Lexa desnuda, sudada y desperada me hizo fruncir el ceño. La imagen de Octavia ayudando por otro lado hizo que apretase los puños.

Habia un solo guardia en la puerta de la sala. Me dedicó una sonrisa y me saludó con un gesto de mano que imité por inercia. Mis dedos se movían veloces sobre el panel de seguridad. La puerta cedió y me permitió la entrada.

Raven estaba sentada en su silla con las piernas sobre la mesa de control y ojeando una revista. Reflejaba relajación y pereza como solo Reyes podría hacerlo. Me detuve como idiota mirándole. Rav se percató de mi presencia de inmediato y me dedicó una sonrisa.

-Hey.- saludé acercándome.

-Hola, rubia, lamento lo del gas. Se me pasó la mano.- me dijo ella, me encogí de hombros y giré el rostro deseando observar a la bella salvaje que debía estar sentada en su silla.

La bella salvaje  (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora