Su mirada

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Capítulo 20
Su mirada

No hay declaración más sincera

que aquella que se hace con la mirada

J. Montero

P.O.V Lexa Trikru

El dolor de cabeza y la neblina en mi memoria parecía una compañía constante en los últimos días. Habían pasado varias semanas desde que desperté confundida en aquella no muy suave cama. Me había sentido asustada y turbada, temerosa al no reconocer mis alrededores. Ver a Anya fue un oasis al cual me aferré durante todos los días siguientes desde mi despertar.

Pude abandonar la tienda de la curandera cuando una señora rubia dijo que me estaba permitido el movimiento. Anya estuvo ahí para ayudarme a vestir y guiarme por Polis. También estaba la otra mujer, la rubia de ojos azules que me miraba intensamente. Había algo en aquella mirada que mi confundida mente no alcanzaba a comprender.

Clarke. Así la había presentado Anya. En mis memorias la ojiazul no entraba en la ecuación. Apenas recordaba hasta poco después de ser sometida a algunos experimentos. El resto de mi mente era una extraña mezcla de imagenes y lagunas. Me sentía un poco culpable cuando mis ojos se encontraban con la denominada Wanheda.

Anya me había dicho que la rubia era quien dirigía al pueblo desde que yo me había perdido. No me habían contado mucho sobre cómo o porqué me operaron. Dijeron que no querían abrumarme con tantas cosas y que preferían que estuviese completamente recuperada antes de que me enterase de todo.

Era difícil no sentirme abrumada de todas maneras. Estaba en Polis...el lugar donde habían muerto mis padres. Cada vez que cerraba mis ojos podía escuchar las detonaciones y los gritos. Podía sentir la sangre salpicándome mientras corría intentando ocularme de los hombres que aparecían por todos lados con armas. Aunque Polis se veía muy diferente a años atras, en mi cabeza seguía siendo ese lugar donde no logré encontrar seguridad.

Los últimos dos días había comenzado una rutina. Me levantaba temprano, apenas con la salida del sol y me vestía con unos pantalones y una camisa negra. Salía a correr lo mas despacio que podía alrededor del pueblo y me detenía bajó un árbol luego de algunos minutos.

Precisamente allí me encontraba, sentada bajo la sombre de un enorme arbol. El sol estaba volviéndose muy intenso así que la sombra era bienvenida. Varias personas ya se movían por el lugar, cargando espadas o conversando. El ambiente se sentía tenso, Anya me había comentado que estaban siendo constantemente amenazados por la Nación de Hielo.

-Hola.- escuché una voz a mi lado.

-Hola.- saludé mirando con curiosidad a la mujer castaña que se sentaba junto a mi.

Era una guerrera; podía decirlo por su vestimenta, por su porte y por la herida en su rostro. No recuerdo que me la hayan presentado antes. Tenía grandes ojos color caramelo y su forma de mirarme me hizo sonrojar. Nunca nadie me había mirado como si fuese algo así como una dulce manzana.

Su mirada era intensa, tan intensa que se me hacía un poco difícil mantenerme observándole de regreso. Por algún motivo, la intensidad de sus ojos me hicieron recordar a Wanheda. Los ojos azules de Clarke, las veces que ne habían observado, parecían conocer cada secreto que ocultaba mi alma, cada pedazo de mi que se escondía bajo las ropas.

-Soy Costia.- se presentó con una sonrisa.

-¿Qué te ocurrió?- fue lo primero que se me ocurrió preguntar viendo el arañazo que recorría su rostro desde una de sus cejas hacía abajo: casi hasta su barbilla.

La bella salvaje  (Terminada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora