XVIII

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Lo primero que mis oídos captan es aquel familiar pitido

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Lo primero que mis oídos captan es aquel familiar pitido.

Lo primero que mi nariz olfatea es aquel familiar olor.

Lo primero que mis manos tocan-o más bien sienten-es aquel tubo tan conocido.

Lo primero que mis ojos ven es el mismo tubo recorrer mi brazo.

De nuevo aquí.

Muevo mi cabeza con pesadez, sintiendo el fastidioso dolor en ella. Un nuevo olor llega a mi nariz, justo en el momento que una enfermera entra a la habitación.

—Oh, ya despertaste...—se fija en algo en mi rostro. Siento el caliente líquido deslizarse fuera de mi nariz.

Como si de algo muy frágil se tratase, ella limpia la sangre que brota de mi nariz con un pañuelo. Luego de un rato que la sangre no deja de salir, decide llamar al doctor. El mismo tipo de siempre aparece en la habitación viéndome con esa mirada de lástima.

—Pensé que había quedado claro que no puedes tener mucho esfuerzo físico y tampoco fumar.

Claro que sé que no puedo hacer eso, pero no encuentro ninguna otra distracción, además, ya no me importa mi vida.

—¿Cuánto tiempo llevo aquí? Más bien, ¿Quién me trajo?

—Llevas una hora inconsciente y creo te trajo un chico que estaba afuera y desapareció de la nada—señala la puerta—Eso no es lo que importa. No sé qué pasó con la Olivia que venía aquí cada vez mejor, diciéndome que ya se sentía bien y podía hacer las cosas sin tanta medicina.

Se murió y en su lugar salí yo.

—Debes volver a...

—Venir cada quince días—termino por él, girando mi vista a otro lado de la habitación.

—Así es—afirma—Sabes los riesgos que corres si no te cuidas. Nada más espero que vuelvas a querer salir adelante—escucho sus pasos alejarse—¿Quieres que el chico de afuera pase? —asiento.

Miro el techo como si fuera lo más interesante por hacer en este lugar. Ni siquiera llega a mi cabeza la idea de llorar, solo me encuentro en un estado de...shock.

El sonido de la puerta al abrirse hace que mi mente vuelva a este lugar y observo al chico que da pasos un poco temerosos hasta mi.

—¿Cómo te sientes?

Maldita pregunta del demonio.

—Nada diferente—encojo mis hombros levemente—¿Cómo llegaste aquí?

—En auto—se sienta en un lugar de la camilla, justo a mis pies. Ruedo mis ojos por su respuesta.

—¿Cómo supiste que...—intento aclarar mi pregunta, pero dejo mis palabras en el aire para que él asuma los hechos.

¿Qué pasó con mi mejor amiga?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora